𝐌 𝐈 𝐗 𝐎 𝐋 𝐈 𝐃 𝐈 𝐎

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Un alivio sería para mí decir que mi relación con mis compañeros de clase mejoro a raíz de ser elegido para una presentación individual en el final de curso. Pero no fue así.

De por sí, era claro el gusto y preferencia que tenía Yoongi por mi en las clases, y ahora se había volcado en mi contra más pronto de lo que había esperado.

Fue una tarde de invierno, después de pasar un buen fin de semana con mi mejor amigo, cuando me adentre en la academia. Mi abrigo era largo y afelpado tanto como para cubrirme del frío, y aunque la nieve no había cubierto la superficie, ni siquiera había nevado, el frío de otoño ya había dejado los árboles en ramas vacías completamente. Me dirigí a pasos constantes hasta el aula correspondiente. Subí escaleras, camine pasillos, y en cuanto doble por el pasillo del tercer piso del edificio, pude divisar mi próximo infierno.

En el espacio considerable que existía entre un aula y el otro se encontraba una pizarra de corcho en donde normalmente se adherían los anuncios importantes de la escuela. Había tres pizarras por piso, y daba la casualidad que una ellas estaba colocada justo frente a mi salón de clase.

Me gustaría también, decir que pude acercarme entre el montón de alumnos rodeando la pizarra para leer, pero la verdad era que poco me interesaba que anuncio nuevo había, además de que justo en ese instante la campana sonó y no existía un margen de error para obtener un retardo en la clase del profesor Min.

Repasamos la secuencia de solfeo de la semana, pero el sentimiento de incomodidad crecía cada que pasaban los minutos y yo podía sentir las miradas pesadas de mis compañeros en mi. Algunos se giraba, me miraban y soltaban algún bufido de molestia, mientras que otros murmuraban cosas a sus oídos para después mirarme.

¿Creen que aquello me iba a molestar? Yo estaba costumbrado a ser la oveja negra de todas las familias, el bicho raro y la rana con pelos del estanque. Simplemente tenía curiosidad en por qué ahora todos me miraban a mi. ¿Que había hecho? ¿Se habían enterado ya de mi relación con Yoongi? Esperen, aquí no hay una relación. Mierda... Aquí no hay una relación.

Sea como fuera, las miradas no era precisamente lo que me incomodaba, era más el hecho de no saber la razón por la que se me acusaba con esas miradas.

— Profesor Min, ¿Puedo entrar?

En la puerta apareció Seok-Jin, el único chico de mi clase con el que conversaba y era un alivio, porque en medio de todo ese ambiente hostil, Seok-Jin era mi salvación.

Lo mire sorprendido por su retraso de casi diez minutos en la clase, él me miro y nos sonreímos. Yoongi quién estaba escribiendo un par de anotaciones en la pizarra, se giró a verle en el marco de la puerta.

— No lo dejara entrar, ya son diez minutos de retraso. — Escuché murmurar a una de las chicas en mi costado derecho. Tenía razón, Yoongi es muy precavido con el tema de la puntualidad.

Yoongi miro su reloj Rolex en su muñeca izquierda, era el que más me gustaba, de todos los que tenía. Sin mirar a Seok-Jin y con la vista bien fija en las manecillas pareció meditarlo solo unos segundos.

— Pasa, no vuelvas a llegar tarde. — Dijo antes de volver a darnos la espalda y continuar escribiendo notas en el pizarron.

Mis compañeros se sorprendieron, e incluso yo. ¿Dónde estaba el Min Yoongi que ni siquiera me había dejado audicionar por llegar cinco minutos tarde? Él no era. De inmediato se escucharon los murmullos, mientras Seok-Jin se abría paso entre las mochilas y escritorios.

— Es porque es amigo de Park. — Escuche decir, sin embargo, yo decidí ignorar aquel comentario, y por lo visto, Jin también.

Antes de sentarse a un costado mío, me saludo con una norme sonrisa y dejo su mochila a un costado de su escritorio antes de sacar su libreta y mirar de reojo la mía, para ver en qué parte del compás íbamos. Y entonces volvimos a lo nuestro.

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