𝐄 𝐒 𝐂 𝐀 𝐋 𝐀

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— Yo...

Cuando mis compañeros terminaron de salir del aula, Min cerró la puerta, después de eso se acercó con cuidado hacía mi hasta quedar frente a mi cuerpo y yo no podía sostenerle la mirada de la vergüenza, y porque no me agradaba la idea de sentir su mirada molesta encima mío después de lo bien que me había hecho sentir días atrás.

— Lo siento, profesor Min, e-es solo que pase mal la noche y...

Yo jugaba con mis manos nervioso mientras hablaba, pero para mí sorpresa, Yoongi me tomo del mentón para hacer que mi mirada se encontrará con la suya y juntara nuestros labios en un dulce beso.

¿Confundido? El término era poco. Porque yo no esperaba un beso en absoluto, y menos en un lugar público como lo era el aula del la academia de música.

El beso se profundizó lentamente. Solté mi bolso de inmediato, el peso dejo de reposar en mi hombro y rodee su cuello con los brazos.

Cualquiera habría pensado que en medio del enojo no me besaría, incluso yo, pero es que Yoongi no estaba para nada molesto conmigo al parecer. Además, aunque pensé en un comienzo separarme de sus labios, no podía. La manera en que abrazaba mi cintura, como nuestros cuerpos se juntaban y la calidez que me hacía sentir era todo lo que me tranquilizaba. Me daba la seguridad para ser quien era, y no pensar en si mis padres iban a encontrarme teniendo sexo con mi profesor.

Ahí, en las cuatro paredes del aula, no existía nada, ni amigos, ni deberes, ni familia, ni problemas, únicamente existía los Yoongi y yo, besándonos como si el alma nos volviera al cuerpo con ese roce de labios.

— ¿Qué ha pasado, bebé? Tu no duermes en clases. — Preguntó con cierto aire de preocupación. Acariciaba mi cintura, con cuidado y delicadeza y yo había mirado sus ojos únicamente dos segundos. Yoongi beso mi frente y un suspiro salió de mis labios, aliviado y tranquilo. 

Era una locura pensar en decirle todo a Yoongi. En decirle que hace casi tres años un chico se había obsesionado conmigo, les había contado de mi sexualidad a mis padres, había estado dos años internado en un aislamiento para quitarme lo homosexual y ahora estudiaba musica porque me consideraban un bueno para nada. Decirle que tenía miedo de que se dieran cuenta de eso y que no pudiera verlo más era una locura.

Eso solo alejaría a Yoongi, y ahora, en sus brazos yo me sentía tan bien, que no podía pensar en alejarme de él.

— Yo solo... No pude dormir. — Mi rostro se escondió en la curvatura de su cuello, el aroma delicioso de su perfume y un poco de café. Mis manos se deslizaron de su cuello hasta su pecho y toque con la yema las letras bordadas en el cuello.

"M.Y."

— ¿Tenías pesadillas? ¿Los mounstros asustaban a mi bebé? — Respondió mientras sonreía y me miraba de reojo. Asentí con la cabeza, soltando una pequeña risa y escondiendo el rostro un poco más.— ¿Tienes tiempo? ¿Vamos a casa?

No me juzguen, lo necesitaba.

En los últimos meses, yo había pasado más tiempo en el departamento de mi profesor que en mi propia habitación. Se había vuelto algo así como una segunda casa para mí, y no podía explicar la sensación de tranquilidad que me provocaba estar ahí.

Tal vez se debía al sofá blanco en el que habíamos follado la primera vez, o al aroma a menta y tabaco que siempre mantenía, o el hecho de que era el lugar donde yo podía hacer cuánto quisiera con Yoongi sin miedo a nada.

Dejé mi bolso en el perchero a un costado de la entrada, en conjunto con mi abrigo. Aspiré el aroma del departamento y detrás mío, Yoongi dejó su portafolio y el abrigo por igual, antes de abrazarme por la cintura.

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