𝐂 𝐋 𝐀 𝐕 𝐄

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Taehyung es mi mejor amigo desde que llegue a la escuela de educación elementaria a los diez años.

Antes de llegar a esa escuela, yo había aprendido todos los conocimientos básicos en la casa hogar, después cambiaba tan constantemente de hogar temporal que nunca duré más de un par de meses, incluso en algunos hogares me habían educado dentro de casa. Nunca fue desagradecido y siempre intentaba aprender tanto cuanto pudiera y disfrutaba al cien por ciento los días que pasaba en la escuela, porque no sabía cuándo volvería a pisar una escuela.

Así mismo nunca había desarrollado una amistad duradera, ni en la casa hogar o en las escuelas que pise cuando estaba en hogares temporales. Así que claramente podemos llamar a Taehyung mi primer y mejor amigo. Además de que es el único.

— Joven Park, el joven Kim esta...

— Ya llegó por quien llorabas, chiquito.

Aquella adorable ancianita de baja estatura y cabellos blancos como la nieve fue interrumpida a penas había comenzado a hablar por mi, como habíamos acordado, mejor amigo. Dió un par de palmadas sobre el cabello blanquecino de quien había sido mi niñera por tantos años, y deslizó su delgado cuerpo por un costado de la puerta para entrar a la sala de estar.

— Muchas gracias, Sun Hee.

Gire sobre el sofá en el que estaba, para poder mirar la puerta y dedicarle una amable sonrisa, la cual no demoró en devolverme.

A veces pienso que Sun Hee fungió el papel de madre más veces que Bo-ra conmigo. De nuevo no hay que mal interpretar, no estoy siendo un desagradecido, simplemente si fue como se dieron las cosas. Esa ancianita conoce más de mi que mi propia madre -Bueno, madre adoptiva- Estuvo ahí en mi regreso el primer día de clases, cuando reprobé mi primera materia, cuando tuve que re cursar un año de la educación media, cuando me gradué, y también cuando comencé a tener mis primeras citas. Ella era la encargada de darme de comer todos los días y en un comienzo, mi padre y mi madre no la dejaban almorzar conmigo, ni tampoco entablar una conversación duradera conmigo. Ahora que lo razonó era por la enorme posibilidad de que yo desarrollara un lazo con ella.

Ahora ya era muy tarde. Ella ya me había consolado cuando había llorado, ya me había recompensado cuando había hecho alguna tontería de niño bastante bien, como aprobar alguna materia, tender mi cama o aprender a despejar ecuaciones. Ya me había acompañado en los momentos importantes y era por eso que ahora me atrevo a decir que ha sido más mi madre que Bo-ra.

Taehyung pasó de largo por la habitación hasta llegar al sofá en donde estaba sentado mirando la tv. Nada importante, aún no salía el próximo capítulo de mi serie y era imposible poner pornografía con los empleados aún dentro de casa. Quito los lentes de sol de color azul, a juego completo con su cabello.

— ¿No la semana pasada era rojo? - Pregunté al referirme a su cabello, aventurando un par de mis dedos entre las hebras de color azul.
— Sí, pero me aburrí demasiado rápido.

Así era Taehyung. Siempre tan cambiante y tan poco conformista. Él era quien me había convencido de cambiar el color de mi cabello, aunque yo siempre era mucho más moderado y solía durar meses con él mismo tono. En un comienzo había sido bastante difícil que mis padres lo aceptaran, no a Taehyung, el hecho de je me pintaba el cabello. Para ellos siempre fue algo "normal" medianamente correcto, pero va cosa cambiaba si era yo quien quería hacerlo. Como sea que fuera, la madre de Taehyung los había convencido, y a final de cuentas Sun Hee también había influenciado un poco en ellos.

Probablemente pensaron lo que cualquier padre, que esto solo sería una etapa y que después de uno o dos años, dejaría de hacerlo. Pero aquí estamos, tanto Taehyung como yo, cinco años después, aún debatiendo entre colores y tonos para colocarlos en el cabello.

— ¿Alguien nuevo?
— Oh, bueno, digamos que es el favorito desde hace un par de meses.
— ¿Y cual es su nombre?
— Oh, Taetae, eso es lo de menos. Esto es lo que de verdad quieres ver.

Sin perder mi tiempo cerré la aplicación por la cual mensajeaba a aquel susodicho en cuestión, cuyo nombre era irrelevante en ese preciso momento, para poder ir a la galería de mi móvil y buscar la dichosa imagen que necesitaba.

En ella se encontraba mi bonito chico de no más de 26 años en ropa deportiva color beige, sentado sobre la alfombra cómoda y caliente de su departamento el cual ya había visitado un centenar de veces justo frente a un espejo para poder tomar la foto y clara, demasiado notoria, entre sus piernas sobresalía esa gran erección de casi 30 centímetros que adoraba devorar.

Tal como lo creía, Taehyung terminó por abrir su boca sorprendido, mientras negaba con su cabeza y esa pícara sonrisa en sus labios.

— Vaya, quien lo diría, no creí que al sugerirte que te unieras a Grindr te volvieras un adicto a los penes.
— Shhh, que no lo digas tan fuerte. -De la manera más veloz que pude deje mi móvil sobre el sofá para llevar mi mano hasta su boca y dejar mi dedo índice izquierdo sobre sus labios. Lo único que obtuve fue una risa bastante pronunciada por parte de mi -supuesto- mejor amigo.

Para muchos la idea de salir del closet podría ser bastante sencilla. ¿Qué puede salir mal? Cuando uno mantiene una buena relación con sus padres y estos suelen estar al tanto de la vida de su hijo, es relativamente sencillo. Incluso, en muchos casos hasta los mismos padres lo saben antes de que su propio hijo o hija les comente sobre ello. Pero en mi caso es mucho más complicado que solo decir "Hey, mamá, papá, some gusta el pene." En definitiva, es más que eso.

Llevo ocho años viviendo con los Park, ocho años en los que me he vuelto un Park y el heredero a todo su legado de acciones y éxito que mantiene la agencia de entretenimiento de mi padre, una de las más exitosas tanto dentro como fuera de Corea, y es bastante entendible el por qué necesitaban un heredero. Y por si fuera poco, forman parte de ese 10.9% de la comunidad católica en Corea del Sur.

De nuevo pido que no se me malinterprete, no lo comento con despecho o molestia, lo comento porque eso los vuelve en extremo homofóbicos. Era de esperarse, ambos recibieron educación extranjera, sus padres a pesar de ser de nacionalidad coreana mantenían una vida extranjera que debía dejar secuelas en ellos, pero... ¿Por qué justo eso? ¿No podía ser un gusto extremo por las hamburguesas llenas de queso y grasa? O mejor aún, la naturalidad con la que se puede hablar de sexo. ¿No, eso no podía ser?

— Te amamos Dios padre, y te agradecemos infinita mente por el compartir que el día de hoy tú nos proporcionas. Amén. - Resonó la angelical voz de Bo-ra en el silencio del comedor.

Las manos de todos los que estábamos en el comedor permanecían en postura de oración, rozando las Palmas de nuestras manos con los dedos completamente estirados y los codos descansando sobre la mesa. Taehyung, quien estaba sentado a mi costado, comenzó a reír y sabía exactamente por qué. Mis dedos eran mucho más pequeños que los del resto, nada de que preocuparse, pero sí, la diferencia era divertida.

— Es un gusto que nos acompañes a cenar, Taehyung, te extrañábamos.
— El gusto es mío, señora Park, muchas gracias por la invitación a quedarme a cenar esta noche.
— Oh, cariño, sabes que aquí siempre serás bienvenido.

Oh, madre, y tu no estarías tan contenta diciendo aquello si supieras que ese angelito de cabellos azules había llevado a su querido hijito hasta una aplicación de encuentros homosexuales.

— En realidad, quería pedirles permiso junto con Jimin para salir la tarde de mañana al cine, hay una película realmente buena que queremos ver, y tenemos semanas postergándolo. - ¿Pueden créelo? Aún con mi mayoría de edad, sigo pidiendo permisos a la hora de salir.
— ¿Ah si? ¿Y cuál es? -Al fin mi padre se dignaba a hablar.
— Es la reproyección de Deadpool.

Y así fue como entonces mi padre y Taehyung se sumergieron en una conversación llena de superhéroes, películas, cómics y editoriales de la cual Bo-ra y yo estábamos excluidos.

Pero al menos, ya tenía el permiso asegurado y una tarde menos en la empresarial de mi padre...

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