𝐒 𝐈

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Si me lo preguntan, durante casi todo un mes de coqueteos descarados con mi profesor, yo siempre llegaba a su departamento con la ilusión de que me follara sin piedad en cualquier lado. El piano, la cocina, el suelo, el pasillo principal, el elevador, cualquier cosa, no tenía una preferencia fija. Pero siempre terminaba yendome con las manos vacías. Y que decir de mis piernas.

Seguía mis coqueteos, sí, pero nunca llegábamos a más que un par de palabras, caricias, incluso besos. Así que está vez tuve que tomar la iniciativa yo, exponerme ante él, persuadirlo, literalmente, me abrí frente a él. Ese era un claro indicio, ¿No?

Y por fin sentía que había dado frutos aquella jugada, porque sentir sus manos sosteniendo mis glúteos era el mejor indicio de que había dado en el clavo.

Adoraba estar entre sus brazos, era la primera vez que me tomaba en brazos, y para mí era el jodido cielo. Era una sensación única e indescriptible, simplemente cómodo, por no decirle seguro. ¿Puedo quedarme en sus brazos para siempre?

Mientras caminaba de manera lenta hasta la sala de estar, yo paseaba mis manos coquetas por sus hombros e incluso acariciaba su cabello creciendo en la nuca.

En verdad no tienen idea de cuánto extrañaba ser yo.

En cuanto llegamos a la sala de estar, Yoongi se sentó en el amplio sofá de color blanco, imitación cuero, conmigo encima. Sus manos estrujaron mi trasero sin vergüenza alguna, y entonces nos besamos.

Todos los besos se sentían como el primero. Cómo si nunca antes nos hubiéramos besado, pero también como si nuestros labios hubieran sido creados para estar unidos en un lascivo beso.

- Entre mis piernas, ahora. -La voz demandante de mi profesor sonó como musica para mis oídos.

¿Era real? ¿Este no era un maldito sueño? Parecía que no.

Una sonrisa coqueta se trazó en mis labios, y con cuidado baje de su regazo. Separe sus piernas al colocar mis manos sobre sus rodillas, y sin perder tiempo lleve mis manos de manera ágil hasta el cinturón de su pantalón y después baje la cremallera sin pasar por alto el desabrochar el botón.

Al parecer, había hecho mi trabajo realmente bien, porque entre las piernas de Yoongi ya se encontraba una pronunciada semi erección. Su pene comenzaba a endurecerse y parecía que estaba esperando por mi y mis labios.

Mentiría si dijera que mi corazón no de paralizó cuando estaba frente a un pene otra vez. Uno que no fuera el mío claro.

Pensaba en todo y nada a la vez, en las veces que le había dado sexo oral a Wang, en el día que mis padres se enteraron que le daba sexo oral a Wang o en cuántas veces me repitieron que el sexo, entre hombres o mujeres, estaba mal. Pero, ¿Si estaba mal porque yo me sentía tan bien?

- ¿Estás bien, dulzura? -La voz de Yoongi me hizo dejar de pensar en tonterias cuando me habló acariciando mi cabello, como si quisiera peinarlo hacía un lado.

¿Lo estaba?

"No hay nada de malo contigo. No importa si te gustan los penes o las vaginas, tienes la capacidad de amar, y eso es lo que importa."

Las palabras de Taehyung resonaron en su cabeza, y aunque pensar en tu mejor amigo no era precisamente lo que uni quería cuando estaba a punto de tener sexo, me hicieron armarme de valor.

- Estaría mejor con un beso motivador. -Respondí con una sonrisa y entonces, mi profesor se inclinó para besarme los labios de manera dominante, tomando mi mentón para que no me alejara.

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