𝐒 𝐎 𝐋 *

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— Señor Park, le pido una disculpa, por favor tranquilicese.

Si algo no quieren ver, es a mi padre enojado. Él usualmente es una persona tranquila, agradable y paciente, pero pocas situaciones le sacan de sus casillas y está era una de esas.

Al día siguiente mi padre se aseguró de acompañarme a la academia de música y, como era de esperarse, se adentro a la oficina entre alagos y palabras ostentosas, pero ello no hizo que la furia fuese menos en su interior.

Ahora la directora y su secretaria intentaban por todos los medios calmar su molestia, por haber ignorado su única orden.

Eso era lo que más le molestaba.

— Por última vez, necesito saber quién ha sido el responsable de ignorar mi única petición.

Mi padre exigía aquello una y otra y otra vez. Y yo solo podía ocultar mi rostro entre mis manos, por la vergüenza que sentía al escuchar a mi padre demandar como si fuera su propia empresa.

Fuera de la habitación podía ver a un montón de chicos de la clase observar por los ventanales, algunos murmuraban y otros simplemente se deleitában con la presencia de mi padre. Joder, tragarme tierra.

— Papá, por favor... —

Yo está vez le llamaba padre, pero estando en público era lo propio, y en mi mente, pensaba que tal vez, solo tal vez, escucharme llamarlo así lo relajaría, un poquito.

Pero así no fue.

Mi padre seguía plegoneando que no debían de pasar por alto las indicaciones de nadie, nadie, ninguno de los padres de alguno de los estudiantes debía pasar por esa falta de respeto sin notificación alguna, y aunque lo quería hace sonar muy general, yo sabía que por dentro se moría por gritar "Yo soy el grandísimo Jay Park y nadie ignora mis órdenes." Pero no lo haría, claro que no.

Pude ver de reojo como todos los alumnos abrían paso, porque claro, habían unos 200 o 250 alumnos en cuestión cubriendo el pasillo y esperando que mi padre volteara a ver si talento. Ja, el ni siquiera voltea a ver el mío. 

— Lamento la demora.

Yo iba a suspirar, joder que si. Era mi maldita salvación, mi maldita, sensual y asquerosamente guapa salvación.

— Min Yoongi, un gusto, señor... ¿Jay Park? 

Ahí estaba, mi profesor extendiendo la mano hacia mi padre de manera calmada y tranquila. No podía no reconocerlo, porque el mismo me había dicho que sabía quién era mi padre, ¿A qué estaba jugando?

— Mi directora me ha informado que tiene un descontento con la ubicación de su hijo en mi clase, así que vengo a esclarecer el punto y buscar soluciones, mostrarle mi trabajo y si lo permite, el avance.

Ahora entendía, mientras más relajado y seguro se mostraba, mi padre iba recuperando la compostura y analizando al sujeto en cuestión, que respiraba tranquilo, cruzaba sus brazos de manera agradable y hablaba en un tono ameno.

— Directora Soo, Lamento la demora.

En ese momento el profesor pelirojo que siempre acompañaba a mi Min apareció por la puerta, acomodando su traje y cabello. Dios, esto no podía estar pasando, ya no quiero nada más.

De inmediato mi padre lo reconoció, y ambos se saludaron de mano. El chico sonrió, era la sonrisa más agradable que había visto en mucho tiempo, transmitía paz, seguridad, confianza, y aunque mi padre aún tenía hilo saliendo de sus orejas, ahora tenía el semblante más relajado.

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