𝐅 𝐀 𝐋 𝐒 𝐄 𝐓 𝐄

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— No creo poder llegar... Tae... en verdad... en verdad lo... lamento tanto... —Intentaba excusarme de la manera más descarada posible en aquella llamada telefónica.

No te voy a creer absolutamente nada, Jimin.

— En verdad... solo se complicó un poco...

Necesitas una muy buena explicación, porque planeamos esta salida desde hace semanas.

— ¿La... la necesitas justo ahora?

No, Jimin, cuando gustes está perfecto. —Taehyung estaba usando ese tono sarcástico que caracterizaba sus episodios de mal humor. Pero ahora poca importancia podía brindarle a su mal humor, mi mente se concentraba en otra situación completamente distinta a una salida al cine con mi mejor amigo.

— ¿Justo...? Justo... ¡Ah, si, Así, así!

¡Por Dios, Jimin!

Tarde más en ahogar un nuevo gemido en mi garganta que en notar el momento preciso en el que Taehyung había cortado la llamada sin siquiera despedirme. Tampoco era como que lo necesitara.

El filo superior de mis vaqueros negros aprisionaba la piel de mis muslos debido a la pequeña separación que había entre mis piernas, haciendo que una delgada línea de color blanco se trazara en forma de delineado gracias a la presión generada. Mi chaqueta de cuero permanecía adherida a la parte trasera de la puerta de madera detrás mío y agradecía aún tener la ropa encima, o de lo contrario el frío me calaría a los huesos debido a la estación del año en la que nos encontrábamos. Un par de gruesos y rojizos labios rodeaban la notable ereccion que había cargado por unos minutos mientras subíamos las escaleras de aquel edificio y sin duda, una hábil lengua se paseaba por la piel sensible que la rodeaba.

Gemidos agudos y constantes salían de mis labios, poco me estaba interesando si los demás habitantes de los apartamentos continuos me escuchaban. Mis manos se habían enredado en un par de hebras castañas y rizadas que quedaban justo a la altura de mi bajo vientre. Podía sentir a la perfección un ligero temblor en mis piernas, casi como si fueran a flanquear en cualquier segundo por estar recibiendo el sexo oral que había deseado por días.

¿Cuánto maldito tiempo había pasado desde la ultima vez? ¿Dos semanas? Si, había sido exactamente dos semanas en el que Gikwang se había ausentado por cuestiones de su trabajo que a decir verdad poco me interesaban. Ni siquiera puedo recordar el empleo que mencionó que tenía, tampoco la agencia en la que trabajaba, su salario, ni mucho menos su apellido. Lo único importante eran esos trece centímetros de carne que se cargaba entre las piernas. Era lo que lo había vuelto mi favorito del mes.

No hay que malinterpretar mis palabras. No soy una puta que va brincando de pene en pene, esa no es mi intención. Yo realmente quiero una relación seria y estable pero ¿A quien engañamos? A) Grindr no es una aplicación pasar buscar precisamente a un futuro marido. Y B) ¿En verdad esperan una relación seria con un chico cuyos padres no tienen ni la menor idea de que es gay? ¿Cómo se supone que yo podría mantener una relación seria y estable así? Ni mi madre ni mucho menos mi padre tienen idea de que a su pequeño angelito de cabellos rubios y ojos almendra le fascina que se lo follen hasta morder las almohadas para dejar de gemir.

Así que lo más fácil y sencillo para ambos es dedicarnos a coger, simplemente ello, sin la necesidad de estarnos tomando de la manita o asistiendo a citas absurdas.

— Mierda, Jimin, sólo fueron dos semanas, ¿Cómo puedes estar tan apretado? —Gruño entre dientes sin que sus manos dejaran de aprisionar mis caderas con fuerza deslizándolas hacia abajo hasta poder sentarme por completo en la erección entre sus piernas.

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