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Y aunque mi cita con Yoongi resultó perfecta y yo había disfrutado hasta el último minuto de ella, tenía un sentimiento extraño por las noches que no me dejaba conciliar el sueño con facilidad.  

— Quitate, déjame ver. 

— No, hazte a un lado. 

— ¿Qué pasa ahí?

Jin y yo recién entrábamos a la academia. Ambos con nuestras respectivos bolsos en los hombros y a pasos ligeros y tranquilos, sin embargo, en el pasillo principal existía un bullicio de alumnos que permanecían al rededor del pizarrón principal de la academia en donde normalmente colgaban las circulares principales a lo largo del año escolar. 

Eran tantos que realmente no me sentía capaz de llegar a observar la pizarra desde ningún ángulo. 

Jin y yo esperamos pacientes, creo que esa es una de nuestras virtudes. Así que simplemente nos quedamos esperando a que la cantidad de alumnos fuera desapareciendo en cuanto la campana de la academia sonó. Podíamos llegar solo unos minutos más tarde, porque la clase era de Yoongi. Dudamos sobre acercarnos a ver de qué se trataba, pero la curiosidad mató al gato.

Ambos nos acercamos a la pizarra lentamente, y podíamos ver un montón de hojas, dos coloridas en el centro y alrededor muchas con nombres escritos.

"Concurso nacional Choi Seung-Hee"

Esas eran las palabras escritas y ese era el concurso nacional de canto más importante cada década, y eso lo hacía más exclusivo.

Déjenme explico el porqué de la importancia de este concurso: el concurso reúne a los mejores músicos y cantantes de todo el país, no puedes participar solo así como así, debes provenir de una escuela rigurosa de música de las que existen en las zonas de alto Estatus, como lo era está. Dicha escuela está certificada previamente por el concurso, es sometida por varios filtros, lo que hace verifica y legaliza la participación, y de entre todos los alumnos que hay en la escuela, debes ser uno de los seleccionados en la única audición y presentación que se realiza.

"7 lugares"

Solo siete lugares para los trescientos cincuenta nombres escritos en la pizza...

— Kim Seok-Jin. — Jin terminó de escribir su nombre en las hojas blancas de la pizzarra.

Trescientos cincuenta y uno. De los cuales solo siete tendrían la oportunidad.

— ¿No anotaras tu nombre? — Me preguntó al girarse a verme. Yo seguía perplejo mientras leía toda la cantidad de nombres.

No, no lo haría.

— Park Jimin.

El azote del libro grueso de más de quinientas y nueve páginas sonó en el escritorio de madera y yo pegue un brinco en mi asiento. Debajo del pupitre tenía sujeto mi móvil; "Inscríbete, no tienes nada que perder." En el chat de Seok-Jin eso era lo que había alcanzado a leer antes de escuchar el azote.

Creo que no habia sido el único en pegar un salto, pero si el único sin saber realmente en que había pasado. Bueno, lo sabía, pero realmente no quería aceptar las consecuencias.

— ¿Cuántas veces he dicho que no pueden utilizar el móvil en clase? — Yoongi dijo y todos escucharon aquello en el aula, mientras yo le miraba fijamente, ligeramente asustado.— Soy muy comprensivo con ustedes, chicos, únicamente les pido cosas simples: puntualidad y compromiso. — Yoongi seguía hablando de pie a un costado del escritorio. Cuando conectó su mirada con la mía, camino hasta donde estaba, con pasos firmes, decididos y no sonreía como cuando hace aquello en casa. Yo oculte mi móvil entre mis piernas, procurando hacer la menor cantidad de movimientos posibles, para no ser descubierto.

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