━━━ my little girl

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— Vete a la mierda, Draco. — dijo atenea. El brillo turquesa atravesó sus ojos, pasando desapercibido por todos menos por Harry, que no mencionó nada respecto a eso.


Malfoy palideció y retrocedió de un salto, buscándolo con la mirada, pero
Moody estaba todavía sentado a la mesa de los profesores, terminándose el
guiso.


—Eres un huroncito nervioso, ¿eh, Malfoy? —dijo Hermione mordazmente,
y ella, Atenea, Harry y Ron empezaron a subir por la escalinata de mármol riéndose con
ganas.


—Hermione —exclamó de repente Ron, sorprendido—, tus dientes...


—¿Qué les pasa?


—Bueno, que son diferentes... Lo acabo de notar.


—Claro que lo son. ¿Esperabas que siguiera con los colmillos que me
puso Malfoy?


—No, lo que quiero decir es que son diferentes de como eran antes de la
maldición de Malfoy. Están rectos y... de tamaño normal.


Hermione les dirigió de repente una sonrisa maliciosa, y Harry también se
dio cuenta: aquélla era una sonrisa muy distinta de la de antes.


—Bueno... cuando fui a que me los encogiera la señora Pomfrey, me puso
delante un espejo y me pidió que dijera «ya» cuando hubieran vuelto a su
tamaño anterior —explicó—, y simplemente la dejé que siguiera un poco. —
Sonrió más aún—. A mis padres no les va a gustar. Llevo años intentando
convencerlos de que me dejaran disminuirlos, pero se empeñaban en que
siguiera con el aparato. Ya sabéis que son dentistas, y piensan que los dientes
y la magia no deberían... ¡Mirad!, ¡ha vuelto Pigwidgeon!


El mochuelo de Ron, con un rollito de pergamino atado a la pata, gorjeaba
como loco encima de la barandilla adornada con carámbanos. La gente que
pasaba por allí lo señalaba y se reía, y unas chicas de tercero se pararon a
observarlo.


—¡Ay, mira qué lechuza más chiquitita! ¿A que es preciosa?


—¡Estúpido cretino con plumas! —masculló Ron, corriendo por la escalera
para atraparlo—. ¡Hay que llevarle las cartas directamente al destinatario, y sin
exhibirse por ahí!

Pigwidgeon gorjeó de contento, sacando la cabeza del puño de Ron. Las
chicas de tercero parecían asustadas.


—¡Marchaos por ahí! —les espetó Ron, moviendo el puño en el que tenía
atrapado a Pigwidgeon, que ululaba más feliz que nunca cada vez que Ron lo
balanceaba en el aire—. Ten, Harry —añadió Ron en voz baja, desprendiéndole de la pata la respuesta de Sirius, mientras las chicas de tercero se iban
muy escandalizadas.



Harry se la guardó en el bolsillo, y se dieron prisa en subir a la torre de
Gryffindor para leerla.
En la sala común todos estaban demasiado ocupados celebrando las
vacaciones para fijarse en ellos. Harry, Atenea, Ron y Hermione se sentaron lejos de
todo el mundo, junto a una ventana oscura que se iba llenando poco a poco de
nieve, y Harry leyó en voz alta:


Querido Harry:


Mi enhorabuena por haber superado la prueba del dragón. ¡El que
metió tu nombre en el cáliz, quienquiera que fuera, no debe de estar
nada satisfecho! Yo te iba a sugerir una maldición de conjuntivitis, ya
que el punto más débil de los dragones son los ojos...


—Eso es lo que hizo Krum —susurró Hermione.


... pero lo que hiciste es todavía mejor: estoy impresionado.
Aun así, no te confíes, Harry. Sólo has superado una prueba. El
que te hizo entrar en el Torneo tiene muchas más posibilidades de
hacerte daño, si eso es lo que pretende. Ten los ojos abiertos (especialmente si está cerca ese del que hemos hablado), y procura no
meterte en problemas.
Escríbeme. Sigo queriendo que me informes de cualquier cosa
extraordinaria que ocurra.

Quiero que cuides a mi pequeña, Harry, y dile que la extraño, mucho, mucho.


Sirius


—Lo mismo que Moody —comentó Harry en voz baja, volviendo a meterse
la carta dentro de la túnica—. «¡Alerta permanente!» Cualquiera pensaría que
camino con los ojos cerrados, pegándome contra las paredes.


—Pero tiene razón, Harry —repuso Hermione—: todavía te quedan dos pruebas. La verdad es que tendrías que echarle un vistazo a ese huevo y tratar
de resolver el enigma que encierra.


—¡Para eso tiene siglos, Hermione! —espetó Ron—. ¿Una partida de
ajedrez, Harry?


—Sí, vale —contestó Harry, que, al observar la expresión de Hermione,
añadió—: Vamos, ¿cómo me iba a concentrar con todo este ruido? Creo que ni
el huevo se oiría.


—Supongo que no —reconoció ella suspirando, y se sentó a ver la partida,
que culminó con un emocionante jaque mate de Ron ejecutado con un par de
temerarios peones y un alfil muy violento.










4/4

powerful, harry potter (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora