Capítulo #62:

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Misión #19:

Vanessa:

Me pego a los labios de Antonio con tanta pasión que me falta el aire. Esto se ha vuelto costumbre entre nosotros, una que me gusta como nadie se imagina. En la última semana no recuerdo un solo día de los que nos hemos estado viendo en el que no nos hayamos besado como si fuera la última vez. Decir que la hemos pasado bien juntos es quedarse cortos, Antonio Ross se ha vuelto una especie de hombre renovado desde que se comprometió a hacer las cosas con calma. Bueno, es parte de la tranquilidad es un poco subjetiva. Salimos a diferentes lugares, en la mayoría se involucraba comida, risas y música ya que uno de los sitios a los que fuimos fue a un cabaret donde estaban pasando jazz. Estuve por él, porque de verdad que esa música no es lo mío, aunque en el fondo me divertí mucho.

Algunas veces Derek vino con nosotros ya que Antonio lo veía triste, entiendo a la perfección eso, es bueno tener un mediador entre nosotros que en más de una oportunidad casi perdimos los papeles con el otro. La mayoría de las veces tengo que reconocer que él quien frena la situación, aunque tenga una erección genuina en sus pantalones o se le note con ganas reales de meterse la píldora en la boca.

Hoy es sábado, ninguno de los dos tenía ganas de salir a pasear, pensé que sería una buena idea invitarlo a ver una serie en el televisor, fue fácil saber sus gustos porque gracias al cielo Derek lo dejó salir sin preguntarle cuando lo llamé. Supongo que Antonio comentó algo. Para la velada compré confituras libres de alcohol, soda, palomitas de maíz con sabor caramelo y preparé para él, que no le gusta el azúcar, algunos sándwiches que parecieron ser de su agrado.

Siento como sus labios van a mi cuello con desesperación, yo lo alzo un poco para que pueda besar bien en el espacio donde mi blusa de mangas cortas no cubre. Mi seno ha mejorado de manera considerable, ya solo queda una pequeña marca de un tono negro que puede confundirse con algún lunar de gran tamaño. Se quitará pronto, eso sí, no me he vuelto a saltar una dosis de medicamentos, por lo que ya no siento dolor. Las manos de Antonio van a mis caderas para pegarme más a él, con las mías realizo caricias en su cabeza en lo que trato de mordisquear su oreja. Me es muy difícil por la postura que tengo. Descruzo mis piernas teniendo un poco más de movilidad sobre el sofá.

En la semana también comencé en mi nuevo trabajo. Le conté a Antonio donde era y él día que me iba a ir a buscar después de mi turno tuvo un contratiempo con unos papeles en la unidad y no logró llegar a, lo entiendo. A veces los asuntos así requieren su total asistencia en la zona, es normal. A pesar de gustarme y de estar en la fase uno de lo que sea que tengamos sigue siendo un jefe en la unidad por lo cual no puedo enojarme cuando tenga que ir ahí.

Regresé caminando y aproveché para comprar algunas cosas femeninas que ya hoy tuve necesidad de usar, además de condones no para un futuro cercano, pero tengo claro que en algún momento vamos a tener ese esperado encuentro sexual y me gustaría que nos cuidáramos hasta que yo haga una cita con un ginecólogo para usar algún DIU o tomar de nuevo la píldora. No desconfío de él ni nada por el estilo, escuestión de paz mental. Tengo que reconocer que la experiencia sin el preservativo mejora mucho más. Siento una de las manos de Antonio en mi muslo apretando muy cerca de mi ropa interior.

─No ─Me paro junto a su cuello susurrando eso pegada a su piel, al instante nos separamos. Puedo ver lo agitado que se ha puesto en cuestión de minutos. Me dijo que quería darme un pequeño beso y las cosas casi se nos descontrolan─, no vamos a repetir lo del cine y tampoco pienso que quieras sacar tus dedos manchados de sangre.

Antonio hace un gesto de asco que me causa risa. Todos los hombres son iguales en ese aspecto. Entiendo que es desagradable imaginar que la sangre pueda salir de la vagina, tampoco es que me luzca como los más higiénico del universo, soy mujer y sé que es algo natural. Me cruzo otra vez de piernas riendo. Él solo se acomoda a mi lado aclarando su garganta. Ahora de seguro suelta algo fuera de tono, cada vez que alguno de los dos recobra el sentido común espeta algún comentario subido que en varias oportunidades lejos de ayudar lo que nos ha hecho es sentir más calientes aún. Somos unos desastres y creo que eso quedó demostrado en ese cine al que fuimos el jueves.

Mackenzie [✓] EN EDICIÓNWhere stories live. Discover now