Capítulo #41:

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Día #12:

Vanessa:

Sacudo mis brazos y mis glúteos al bajarme del taxi el lugar en el que estamos pasando la cuarentena está a 2h de viaje en taxi. Quince días metida en una habitación 4x4 en la que solo tenía acceso a mi teléfono y donde siempre me estaban tomando la temperatura. Afortunadamente ninguno de los que nos encontramos en contacto con los italianos resultó positivo. En ese período además de sufrir un soberano aburrimiento dediqué tiempo a terminar mis formularios y Antonio me ayudó bastante enviándome los suyos completo por un mensaje que posteriormente mandé al médico con la explicación. Si todo sale bien en dos semanas le harán una prueba a Antonio para ver la movilidad de sus espermatozoides. Estoy segura de que será muy buena es un hombre de una salud increíble.

Me perdí el cumpleaños de mi papá, quise proponerle que lo celebráramos hoy, pero se excusó con una reunión con antiguos veteranos de la guerra, prefirió eso a un rato con la depresiva de su hija lo entiendo. Vic en cambio ya está en el departamento, acomodado y acostado en cama esperándome. Le pedí a Derek que no le comentara que llegábamos ahora, aunque creo que sí lo hizo. Partió muy rápido de la unidad.

Nunca me imaginé lo que siente un preso cuando sale a la avenida por inicial vez en años de condena. Hoy pude comprobarlo, la impresión de ver el sol de la tarde, la brisa en la cara y lo demás magnifico que tiene la naturaleza no se comprara con ninguna otra sensación en el mundo fue genial desde lo más profundo de mi corazón digo que me encantaría mantenerme lejos de pandemias por un rato. Si bien básicamente han instaurado un toque de queda opcional tendré que seguir saliendo a la calle para reunirme con Antonio y traducir sus documentos.

No sé qué le ocurrió en los días que estuvo encerrado, todo el rato me escribía examinándome si estaba bien o si necesitaba algo hasta en el vuelo se comportó extrañamente amable enfrente de los demás. Me sentí un poco incómoda en cada minuto que me decía por favor y gracias. Hasta Flandes se dio cuenta porque me preguntó que, si lo había embrujado por las buenas maneras, mi respuesta fue que no tenía idea y es verdad.

Cierro la puerta del taxi no sin antes pagar y después me apresuro a tomar mis cosas para subir por las escaleras, tengo ganas de ingerir comida casera así que lo primero que haré es preparar una deliciosa paella o comprar pizza, sé que no es muy hogareño, pero de verdad estoy harta de la gelatina y de la sopa en serio no ambiciono comerla nunca más. Corro por los escalones no puedo esperar a darle un abrazo fortísimo a mi mejor amigo, le he echado de menos y sé que Derek igual por lo que esta madrugada no lo tendré para mí, así que aprovecharé.

Introduzco la llave en la cerradura y apenas entro unos inquietantes ruidos llegan de la pare alta, al parecer no solo lo disfrutará de noche, sino que también utilizaran el día. Sin más que decir y oyendo los muelles de la cama de mi mejor amigo me aproximo a sentarme en el sofá. Estoy agotada sin motivo me he pasado dos semanas trancada en una habitación, debería estar llena de energía. Quizás más tarde vaya por el cementerio necesito visitar a mi Ash y llamar a Antonio para explicarle lo que le harán en la polla.

─Hola hogarcito ─Me digo apenas pongo los glúteos encima el cálido tejido del sofá. En otra época estaría asqueada por lo que esos dos estos, llegó un momento en el que me adapté.

La casa se siente diferente al habitarla tres y no dos. Me gustaba la privacidad que podía tener, creo que hoy también iniciaré la búsqueda de un departamento que me pueda sufragar, no obstante, ya eso será para otro mes. Invertí mis ahorros en el tratamiento de fertilidad y de verdad no tengo idea de cómo voy a pagar el alquiler de este mes, sé que si le digo a Vic no habrá ningún problema. No me gusta abusar de su hospitalidad.

Mackenzie [✓] EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora