Adiós a la corona

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Después de haber dejado a Ardan de esa manera fuera de mi habitación, me apresuré a contarle todo a Claire, que me esperaba leyendo en el sillón frente a mi cama. En cuanto me vio entrar cerró el libro que tenía en las manos y comenzó a preguntarme. Tomé asiento a su lado y le conté todo lo que había pasado entre nosotros.

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La luz de la mañana me deslumbró cuando Sara y Leah abrieron las cortinas de mi balcón. Me recargué un poco sobre mi hombro para ver la hora, el reloj marca que son las siete y media de la mañana.

- ¿Por qué nos levantan tan temprano?- Pregunto adormilada.

- Hoy es el entierro del rey Bertrand, Señorita.- Responde Leah.- Ambas deben desayunar para poder comenzar a alistarlas.

- Cierto, olvidaba lo del entierro.- Susurro con tristeza.

Sara se encargó de despertar a Claire, que al parecer tiene un sueño muy pesado, porque tuvo que sacudirla un poco para lograrlo. Ambas tomamos el desayuno en la cama, y una vez que terminamos nos retiraron las charolas para comenzar a alistarnos.

Sara se encargó de Claire y Leah se encargó de mí. Cuando terminaron con nosotras y pudimos vernos en el espejo, nos veíamos hermosas. Ambas con vestidos negros elegantes, maquillaje discreto y un recogido diferente cada una.

Bajamos a la recepción a las ocho y media en punto, pues era la hora en que todos nos veríamos allí para poder ir al cementerio. Cuando llegamos nos encontramos con todos platicando de pie frente a la puerta abierta.

- Buenos días a todos.- Saludé con un leve movimiento de cabeza.- Lamentamos la espera.- Me disculpé, aunque la verdad es que sí habíamos llegado a tiempo.

- Han llegado justo a tiempo Sophia, no hay razón para disculparse.- Respondió mi madre con una pequeña sonrisa.- La única que no ha llegado aún es la reina Damaris.

- Debemos irnos ya o llegaremos tarde.- Comentó mi padre un tanto molesto por la impuntualidad de mi abuela.

Todos esperamos al rededor de quince a veinte minutos, hasta que mi abuela hizo acto de presencia. Durante esos minutos Ardan me dedicaba miradas discretas, a las cuales yo respondía con una pequeña sonrisa debido a que nuestros padres y mis hermanos estaban presentes. Cuando mi abuela llegó a nuestra altura se disculpó rápidamente por la tardanza y se dirigió a la limusina sin explicación alguna. Parecía alguna especie de robot, con la mirada vacía.

- Pobre, debe ser muy difícil tener que sonreír a millones de personas cuando te sientes tan mal.- Susurró Claire para que sólo yo pudiera escucharla.

- Lo es, admiro a mi abuela por eso. Hace un trabajo excelente.- Le respondí en el mismo tono antes de comenzar a caminar hacia la limusina.

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Cuando llegamos al cementerio las limusinas se detuvieron para que bajáramos. Afuera nos esperan al rededor de diez cámaras, pues todo esto sería transmitido por televisión. Primero salió mi abuela, mostrándose tan serena como siempre; después le siguieron mis padres, que sonreían a las cámaras cordialmente. Al bajar mis hermanos, Claire y yo, saludamos a las cámaras y seguimos caminando hacia el lugar en el cual se llevaría a cabo el evento.

Allí había más cámaras, y encima de nosotros volaba un helicóptero. El jardín en el que estamos es destinado especialmente para la realeza de Nerea. Lo tienen en perfectas condiciones, por lo que tiene un color verde tan hermoso que alegra un poco el humor de todos.

Los presentes visten de color negro, algunos con un pequeño detalle que le de un poco de color a su atuendo.

- Claire, ¿están tus padres por aquí?.- Le pregunté discretamente.

Princesa por siempreWhere stories live. Discover now