Princesa por siempre

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Mi madre y yo terminamos de cenar solas en el comedor de la Familia Real. El Rey de Nerea, mi abuelo Bertrand, enfermó gravemente, por lo que mi padre y mis hermanos están con él en la Recámara Real. Mi abuela Nerissa, se encuentra tan deprimída que no ha salido de su sala personal, a la que sólo ella y sus doncellas tienen acceso desde el día de ayer.

Una vez que nos recogen los platos a mi madre y a mí, me pongo de pie y me despido de ella con un beso en la frente y un ligero apretón en el hombro que ella parece no notar. Está tan absorta en sus propios pensamientos que apenas y tocó la cena. En realidad, todos estámos así de perdidos desde la noticia. Si mi abuelo muere, será mi padre quien ocupe el trono, y mi madre y él serán El Rey y La Reina de Nerea. Lo que también nos convertirá a mis hermanos y a mí en Los Príncipes y La Princesa de Nerea.

Salgo del comedor y sigo caminando por el pasillo hasta llegar a las escaleras del ala noreste del castillo. Allí se encuentran en la torre noreste, La Biblioteca Real, en la primera planta, El Comedor Real, en la segunda planta y El Salón de la Familia Real, en la tercera. Si sigues caminando por el pasillo de la tercera planta hacia la izquierda vas a encontrar mi recámara.

Mi plan esta noche es perderme en un libro, disfrutando de la comodidad del gran sillón en el Salón Familiar. Mi familia apenas tiene tiempo de estar junta, por lo que el salón está vacío la mayoría del tiempo. Nadie debería molestarme.

Bajo las escaleras hasta llegar a la Biblioteca y entro. Todo el castillo tiene sensores de movimiento por lo que las luces se encienden con el simple hecho de entrar en la habitación o ir caminando por los pasillos. La falta de iluminación me indica que el lugar está vacío. Como era de esperarse.
Sigo caminando hasta llegar a la pequeña puerta del lado izquierdo de la habitación. Allí se encuentran los libros de romance, ciencia ficción y fantasía. Mis favoritos.
Abro la pequeña puerta y me adentro al pequeño cuarto. Sólo hay nueve estantes de esta sección de libros, que a comparación con la habitación central de La Biblioteca, es muy poco. Me acerco a una de las estanterías de romance y tomo el primer libro que veo.

Salgo de la biblioteca y subo hasta la tercera planta. Entro al salón y cierro la puerta detrás de mí. No quiero que nadie me moleste.
Me dirijo al cómodo sillón viendo con vista al jardín del castillo. Tomo asiento, enciendo la lamparilla encima de la mesa de mi mano derecha y comienzo a leer.

Al escuchar que alguien abre la puerta unos minutos mas tarde, giro levemente en mi asiento y me encuentro con mi hermano Eric cruzando el umbral de la puerta. Él es sólo un año más chico que Aiden, y dos años más grande que yo. Tiene veintiún años. Lo cuál por lógica nos dice que Aiden tiene veintidós y yo diecinueve.

-¿Qué lees?- Me pregunta mientras toma asiento a mi lado.
- Nada realmente. No he podido pasar de la primera página.- Respondo cerrando el libro y mirando a mi hermano.

Su mirada se pierde a través de la ventana, en el gran jardín iluminado del castillo. Lo observo un rato, notando así lo cansado que se ve. Su cabello castaño obscuro despeinado, sus ojos café-verdoso hundidos y con un brillo apagado. Hasta la sonrisa que me dedicó al sentarse a mi lado tenía un aire triste. Su postura es rígida y elegante. El porte de un Príncipe. Pero si lo observas con atención, te puedes dar cuenta que es alguien que necesita un respiro.

-¿Cómo está?- Pregunto no muy segura de querer escuchar la respuesta. Sin embargo las palabras no fueron necesarias, porque la mirada de mi hermano me dijo todo lo que necesitaba saber.- Entiendo.- Asiento desviando la mirada al suelo.
- El médico está con él ahora. Le hace unos estudios para ver qué más pueden hacer.- Responde mientras vuelve a perderse a través de la ventana, y yo lo imito.
-¿Crees que mejore?- Mi voz temblorosa me delata,  y siento una lágrima resbalar por mi mejilla.
- No lo sé.- Suspira Eric, mientras me acerca a él y me da un ligero abrazo. Sólo eso basta para sentirme mejor, y así nos quedamos un buen rato. Sin ruido alguno, perdidos en nuestros pensamientos contemplando el jardín.

Princesa por siempreWhere stories live. Discover now