¿Te casarías conmigo?

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En cuanto arrancamos, Ardan prendió la radio y la música llenó el silencio que se había formado. Me encantaba la sensación de libertad que estaba sintiendo en el momento, nunca había salido del castillo en algo que no fuera una limusina y siempre iba acompañada por la seguridad o mis hermanos. Nunca había salido sola.

- ¿Y cuál es el plan?- Pregunté mientras miraba por la ventana.

- ¿Alguna vez has ido a una feria?- Respondió sin apartar la mirada del camino. No había notado lo bien que se veía manejando. Ojalá lo hiciera más seguido.

- No.- Dije sin apartar los ojos de él.

- Bien, pues entonces estaré encantado de llevarte por primera vez.- Soltó una mano del volante y tomó la mía.- Acaban de poner una feria en la costa que sólo se pone unos días al año. Es bastante grande.

- ¿Cómo es que has podido ir tú a una feria? Yo apenas puedo salir del castillo.

- Cambié cuando vine aquí y te conocí Sophia. En Vlieland mis padres no podían controlarme, yo era el típico príncipe mimado y creído que se escapaba y aparecía al día siguiente en el escándalo de una revista.

- No te preocupes, no has cambiado tanto.- Sonreí divertida.- Sigues siendo un príncipe creído.- Reí.

- ¿Con que sí eh?- Sonrió con malicia. Y antes de que pudiera hacer algo, soltó su mano de la mía y comenzó a hacerme cosquillas.

- ¡Basta! Estás manejando.- Dije entre risas mientras me retorcía en el asiento del copiloto.

- Bien, por ahora te has salvado.- Sonrió.

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Al llegar a la feria me sorprendí de la cantidad de gente que había esperando para entrar. Ardan me tomó de la mano al bajar del auto y yo la apreté, temiendo perderme entre el mar de gente. Sin embargo, al llegar a la altura de la fila no nos detuvimos. Ardan me llevó directo a la puerta de entrada, donde nos dejaron pasar sin ningún problema.

- ¿Qué era eso que habías dicho? ¿Sin lujos reales?- Lo miré divertida.

- Bien, sólo algunos.- Respondió.- He tenido que pedir permiso a tu padre para esto y naturalmente hubo condiciones. Los trabajadores de la feria saben que vendríamos y aumentaron la seguridad. Tienes suerte de que no haya mandado cerrar la feria para nosotros.- Sonrió.

- Sí, suena a mi padre.- Reí.- Bien, ¿a cuál nos subimos primero?

- ¿Qué tal la montaña rusa?- Dijo mientras señalaba un estructura metálica gigante.

- No lo sé.- Respondí nerviosa.- Se ve peligrosa.

- Es muy divertida, y yo voy a estar a tu lado durante todo el recorrido.- Tenía la garganta tan seca que lo único que hice fue asentir y dejar que me llevara hasta allí.

Estuvimos esperando al rededor de 15 minutos para subir al juego. 15 minutos que Ardan pasó tranquilizándome y animándome a no salir de la fila de espera. Y también 15 minutos en los cuales la gente comenzaba a notarnos, y algunos se acercaban por una foto o sólo para saludar.

Cuando llegó nuestro momento de subir, Ardan tuvo que empujarme hasta el carrito, porque yo me negaba a moverme. Prácticamente terminó cargándome, pero finalmente, me subí. No solté la mano de Ardan durante todo el recorrido, y creo que lo dejé sordo con mis gritos, pero al final me gustó tanto que nos subimos otras dos veces.

- Bien, ¿qué hacemos ahora?- Pregunté entusiasmada. Con la adrenalina del juego sentía como si hubiera tomado diez tazas de café.

- ¿Qué tal si jugamos por un par de premios en aquellos puestos?- Me preguntó señalando unas carpas a lo lejos.- Te vendría bien sacar algo de energía.- Vaya que tenía razón.

Princesa por siempreNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ