Nos detenemos frente a una puerta de madera y sale un chico de estatura mediana, rapado y con un tatuaje de una estrella en el cuello. Él alza su voz para preguntarle a Ciro qué necesita. Tiene una voz tan ronca que me asusta.

—Me dijeron que acá podía consultar sobre servicios especiales.

El chico frunce el ceño.

—Todos nuestros productos se venden en la barra de tragos —responde—. No se me ocurre qué estás buscando que no pueda conseguirse ahí.

— ¿Un servicio sexual, quizás?

La pregunta de Ciro hace sonreír al chico. Y no sé si eso es bueno o malo.

—Lamento decepcionarlos, pero esto no es un prostíbulo —se encoje de hombros—. Pero entraron unas pastillas que luego de ingerirlas los hará creer que están en uno. Se las recomiendo.

Intenta cerrarnos la puerta, pero pongo mi pie y se lo impido. El chico me mira con impaciencia. Y creo que esto era lo que Ciro me había dicho que no haga.

— ¿Será que debemos decir algún código secreto? —pregunto—. Porque muchas personas nos dijeron que habían chicas trabajando en las noches. Y que el servicio era excelente.

Siento asco de mi mismo al decir eso, pero al parecer mis palabras llaman la atención del chico, porque alza las cejas con sorpresa.

—Es solo un rumor que circula desde que un idiota intentó convertirnos en un prostíbulo. Pero la realidad es que nunca se prestó ese "servicio" en nuestras fiestas. Cuando casi sucedió, nuestra antigua jefa corrió al responsable a los disparos —nos explica—. Así que, insisto, deberían ir a probar las nuevas pastillas.

Dichas esas palabras, ahora sí nos cierra la puerta en la cara.

Ciro y yo nos quedamos inmóviles durante un segundo, bastante pensativos, tratando de digerir la información. Y honestamente debo decir que estoy feliz sobre lo que acabo de escuchar, porque la sencilla imagen de Lola echando a Ignacio a los disparos me resulta ¿graciosa? Al mismo tiempo, me alegra saber que ella no estuvo involucrada en ese tipo de negocios sucios –además de los que ya estaba metida, claro-.

— ¿Supongo que el asunto de la prostitución está descartado? —digo.

—Eso creo —responde Ciro—. Aunque no estoy satisfecho con lo que acabamos de escuchar.

— ¿Por qué no?

—Porque me hubiese gustado saber en detalle cómo fue el momento en el que Lola humilló a Ignacio —su comentario nos hace reír a ambos.

—Me alegra saber que entre todas las decisiones que pudo haber tomado Lola, no hacerle caso a Ignacio fue la mejor de todas —me encojo de hombros. Ciro asiente.

—Al menos pudo salvar a otras chicas de quedar involucradas en este mundo horrible —coincide Ciro—. Y eso habla bien de ella, porque si bien su mundo estaba comenzando a desmoronarse, se ocupó de que nadie más repita su historia.

Y ese comentario me hace sentir bastante triste. Lola pudo haber estado involucrada en cosas ilegales, pero incluso desde ese lado de la grieta intentó hacer de ese ambiente oscuro un mundo un poco mejor. O al menos justo.

Le envío un mensaje a Ámbar y le pregunto dónde están. Ella tarda unos minutos en contestarme, hasta que finalmente me dice que están cerca del pasillo por el que entramos hoy. Así que Ciro nos lleva hasta ahí.

Afortunadamente Uriel está lo suficientemente ocupado besando a Nina para preguntarnos dónde están las bebidas que supuestamente habíamos ido a buscar, así que nos evitamos el tener que inventar una excusa. Y no puedo evitar notar que Jano está mirando a Uriel como si estuviese reteniendo las ganas de plantarle un golpe en la cara. Tiene la mirada clavada en él y en la forma que sus manos sujetan la cintura de Nina. No sé si está enojado porque la está besando delante de él, o porque le molesta que ese mentiroso esté abrazando a una chica que no merece en lo absoluto. Pero ahora que pienso en todo eso, a mí también me dan ganas de golpearlo.

Las notas de Lola | Malenavitale ©Où les histoires vivent. Découvrez maintenant