Nina

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Uriel me abre la puerta del auto y yo me desplomo en el asiento sin más.

— ¿Cómo está Giovanni?

—Cuando llegué estaba al borde de un ataque de pánico —respondo, soltando un suspiro cargado de cansancio—. Pero acaba de quedarse dormido, así que creo que va a estar bien.

Él asiente con la cabeza y comienza a manejar en dirección a mi departamento.

Hace tanto tiempo que no pasaba por una situación como esta.

Cuando Giovanni y yo éramos amigos cercanos, sus ataques de pánico no sucedían de forma regular, así que no tenía de qué preocuparme. Pero luego de la muerte de Lola, se repetían una y otra vez, tanto que Jano y yo tuvimos que vivir con él durante una semana, para cuidarlo mientras que su mamá estaba trabajando.

Cuando nos separamos, seguí en contacto con su mamá para saber cómo estaba. Según ella, los medicamentos le hacían efecto y decía verlo muchísimo mejor, pero me temo que todo ese avance está al borde de irse por el drenaje. Estoy completamente segura de que todo este asunto de las notas lo hizo perder la estabilidad y que ni siquiera está tomando sus medicamentos; puedo verlo en su mirada y en su forma de actuar.

Sin embargo, ahora que estamos retomando el contacto, creo que puedo ayudarlo. De hecho, tengo que hacerlo, porque no estoy dispuesta a perder a otro de mis amigos.

Uriel me habla durante el viaje sobre cosas sin sentido, cosa que le agradezco muchísimo, porque realmente necesito despejar mi cabeza después del día qu tuve. De todos modos, él no tiene ni idea de por qué luzco como si no hubiese dormido durante días, porque no le conté nada sobre las notas y tampoco quiero hacerlo. No me interesa tener todo retenido en mi interior, simplemente creo que debo reservármelo para mí misma por una cuestión de respeto hacia mi amiga.

Al llegar a mi edificio, le agradezco por haberme ido a buscar y le doy un beso en los labios. Si bien tengo pensado irme de inmediato, Uriel me agarra de la cintura y, en un movimiento rápido, me sienta sobre su regazo. Esa no es una buena señal. Sin embargo, estar así consigue que despeje mi mente aún más, así que disfruto del momento mientras dura.

Cuando nos separamos por falta de aire, él me dedica una sonrisa y besa la punta de mi nariz, causando que se me escape una risita.

— ¿Mañana te paso a buscar para ir a la facultad? —pregunta.

Yo estoy a punto de decirle que sí, pero entonces recuerdo que acordamos con los chicos que íbamos a encontrarnos en la estación para ir juntos en busca de Pipo. Así que niego con la cabeza y Uriel frunce el ceño con cierta confusión.

—Papá necesita que lo ayude en el estudio, así que no voy a ir —miento.

Y por suerte soy una buena mentirosa, por lo que me deja ir sin hacer preguntas.

Como el ascensor está roto, tengo que subir cuatro pisos por las escaleras, así que cuando llego a mi departamento me desplomo en el sillón enseguida. Camila, mi hermana mayor, no está en casa aún, así que tengo unos minutos para relajarme antes de que llegue y termine con la poca paz que tengo.

Entonces, como si fuese que está vigilándome, recibo un mensaje de Jano:

Jano: No puedo dormirme. Tengo la cabeza hecha un desastre

Nina: Yo tampoco.

Nina: Giovanni casi tiene un ataque de pánico.

Jano: Mierda. Cómo sabés??

Las notas de Lola | Malenavitale ©Where stories live. Discover now