Leer prólogo
Editado: 04/01/22 - 18/08/22
•Karmaland AU•
•Karmaland IV•
•Historia con temática de Kimetsu No Yaiba•
•Los personajes no son de mi autoria, y tampoco la serie de karmaland•
•Advertencia: historia con contenido homosexual, si no te gus...
Decidí parar y descansar antes de llegar al pueblo, ya que había conocido a Willy y Vegetta, como se hacían llamar, y según me contaban eran cazadores hace ya un par de años— tal vez más— y justamente ahora se estaban dirigiendo a una misión.
—¡Gwah Gwah, la misión, Gwah Gwah!.
¡La misión, la había olvidado! Rápidamente me levante de la banca de donde estábamos, tomé a Luzu y me despedí con un: —Adiós, y ojalá nos veamos de nuevo— Pero fui detenido al escuchar a Vegetta hablar.
—Espera.
—¿Si?— pregunté, siendo todo oidos.
—¿Nos vamos a volver a encontrar?.
—Claro que sí, boomer— dije regalándole una sonrisa, aunque él no la pudiera ver.
Les deseé suerte en su misión y me fuí alejando hasta estar a varios metros de ellos, luego esos metros se volvieron kilómetros. Después de un par de horas caminando, por fín había llegado a la entrada del pueblo. Solté un suspiro de alivio y me dispuse a buscar un puesto de comida.
Al llegar a un local, me senté frente al comerciante y pedí algo. Cuando la camida llegó, enseguida me terminé el plato como todo un animal hambriento. Luego le pagué y emprendí mi búsqueda para encontar a ese demonio raptador de chicas.
Pero paseando por las calles, en busca de algún olor, ruido o rastro sospechoso, pude divisar a un chico que, tambaleándose, pasó a un lado mío sin tomarme en cuenta; llevaba un kimono azul con un abrigo color marrón encima, se le veía fatal fisicamente, tenía una cachetada en la mejilla y unos cuantos moretones en la cara.
Narrador Pov:
—Míralo, pobre chico. Está destruído.
—Escuché que se llevaron a su prometida cuando estaba con ella.
Al escuchar eso, Rubius se concentró de sobre manera en la conversación de esos pueblerinos mientras, al mismo tiempo, veía al chico
—Que horror secuestran a chicas jóvenes cada noche.
—Es espeluznante— logro decir una anciana.
Rápidamente el cazador se dió media vuelta y fue a donde estaba caminando el chico.
—¡Oye! ¿Tienes un minuto?— preguntó, acercándose a él. Tenía algunas dudas las cuales debía de resolver.
—Un... ¿oso?.
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—Aquí es dónde la ví por última vez...
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