Capítulo ∞ 15

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DANIEL

Como lo prometieron, los gemelos vinieron a recogerme para llevarme a la muestra de peluqueros. El camino se me hace corto, pues el evento se llevaba a cabo en un lugar cercano a mi hotel.

Al llegar no esperaba encontrarme con tantas personas. Hay cerca de mil espectadores. Observo a los gemelos pero ellos se ven tan relajados como siempre, así que obligo a que el repentino pánico escénico que me invade se disuelva.

Nos acercamos a un escenario abierto y vamos hacia la parte trasera, donde hay otros peluqueros preparando sus máquinas en distintos stands. Cuando nos acercamos a una mesa que dice "Cortes El Vikingo" me doy cuenta que Nena se encuentra detrás de esta mesa, organizando algunas pancartas y tarjetas de presentación.

—No sabía que Nena estaría aquí.

—Claro —responde Andrés, o eso creo—. Toda nuestra familia asiste cada año para ayudarnos con la logística, pero como la abuela Tere está en el hospital sólo Nena puede ayudarnos.

—Entiendo.

Camino un poco más erguido y tomo una respiración profunda para infundirme un poco de confianza. La última vez que hablé con ella fue para decirle que me retiraba limpiamente y que dejaría las cosas tal y como estaban.

No sé cuál sea su estado de ánimo, pues últimamente parece que es muy volátil.

—Hablame, Melcochita.

—Pipeman, llegan temprano. —Saluda a sus hermanos con un beso en la mejilla y después voltea en mi dirección, mirándome fijamente. Me regala una pequeña sonrisa e inesperadamente dice: —Hola.

Asiento en su dirección y sonrío también.

—Muy bien, chicos. Los otros modelos ya están aquí, en el área de comida, así que iré por ellos para que se preparen. También llamó Johana, la peinadora, avisando que llegaría al medio día.

—Perfecto, Nena. ¿Podrías explicarle a Daniel cómo funciona el concurso mientras nosotros acomodamos las máquinas?

Espero por una negativa de su parte, pero para mi sorpresa y la de sus hermanos dice que sí.

—Tendrás que acompañarme al área de comida mientras te explico. Gerald y Stiven están allá.

Asiento nuevamente y la sigo mientras escucho atentamente su explicación.

—El concurso es muy sencillo. Cuenta con tres fases. La primera es... —y ahí desconecto mi lóbulo temporal, dejando de comprender lo que dice para prestarle atención a sus expresiones faciales, mientras asiento con la cabeza para pretender que la estoy escuchando.

Esta puede ser la última semana que pase a su lado, por lo que quiero recordar cómo luce cuando está hablando, cuando camina, incluso cuando discute conmigo. Es muy desalentador el pensamiento de que nuestra relación haya sido tan fugaz, tan... efímera. Desearía que las cosas fueran distintas, pero como dice Cabral, "la vida es como es, no como debería".

Me fijo en sus ojos café, en sus cejas tupidas que ahora se encuentran fruncidas. De hecho, parece como si estuviera enojada, ¿habré dicho algo? Parpadeo dos veces y escucho claramente sus palabras.

—Esto es increíble, ¿siquiera me estás escuchando?

—No —respondo sin pensar.

Pone los ojos en blanco pero, en vez de seguir discutiendo se queda en silencio, haciéndole señas a alguien. Volteo y veo a dos chicos caminando hacia nosotros.

—Daniel, ellos son los otros modelos, Gerald y Stiven. Chicos, él es Daniel, el otro modelo.

Analizo la forma en la que dice "el otro modelo". Porque claro, no soy su amigo y mucho menos su novio. Suspiro y extiendo mi mano.

—Un gusto —digo.

Ellos asienten y me dan la mano.

—Los gemelos ya están aquí. Los están esperando en nuestro stand.

—Gracias, Nena. Tengo una duda.

—Soy toda oídos.

Mientras ella resuelve las dudas de quien supongo es Gerald, yo me entretengo mirando a mi alrededor. Hay personas usando ropas muy coloridas y con lo que parecen estampados africanos. Se ven geniales.

En esta parte del lugar está ubicada la parte gastronómica del festival, lo cual hace que mi estómago empiece a protestar. El aroma es increíble. Hay una variedad de comida de mar, frutas que jamás en la vida he visto y bebidas, muchas bebidas. Una mujer se acerca para ofrecerme una de esas.

—No te arrepentirás, mi rey. El arrechón es lo que necesitas.

—Gracias, tal vez después. —Sonrío por cortesía.

La mujer se va y me deja de nuevo sumido en mis pensamientos, esperando que Nena termine de hablar con los modelos. Al echarle un vistazo veo que se encuentra sola y que los muchachos se han ido. Ella me observa en silencio, como si tratara de descifrar algo.

—¿Qué? —pregunto.

—¿Sucede algo? —dice, preocupada—. Estás algo elevado. ¿Te sientes bien?

—Estoy perfecto. —Le sonrío.

Ella suspira y me regala una sonrisa pequeña, negando con la cabeza.

—Sabes que te conozco mejor que eso, Daniel.

Ambos permanecemos en silencio por lo que se me antoja una eternidad. Yo, porque no quiero decir alguna cosa que haga de esta situación más incómoda de lo que ya es. Ella no quiere eso.

Empezamos a caminar, y mantengo mis manos en los bolsillos para evitar tomar su mano. Por otro lado, ella cruza sus brazos en su pecho.

—Fui a ver a una psicóloga —dice de repente.

—Oh —digo sorprendido. No esperaba este giro repentino en la conversación.

—Estoy tratando... de averiguar qué está mal conmigo.

Me detengo abruptamente al escuchar eso salir de sus labios. Tomo una bocanada de aire para tratar de controlar la ira que está creciendo en mi pecho.

—Nena —digo con fuerza, provocando que me mire—. No sé de qué otra forma hacerte entenderlo, pero no hay absolutamente nada malo en ti. Todos tenemos problemas. La mierda nos pasa a todos.

—Lo sé, lo sé. No es eso lo que quería decir. —Suspira y eleva la mirada más allá de la mía. Después de varios segundos sus ojos se posan en los míos, con una resolución palpable en ellos. Frunzo el ceño, pues no entiendo de qué va toda esta conversación.

Abro la boca para preguntarle si todo va bien, pero soy sorprendido con algo que pensé que no sucedería ni en un millón de años: Nena me está besando. Y no es un simple beso. Es EL beso.

He estado esperando volver a sentir sus labios sobre los míos desde hace semanas. Anhelando sentir sus brazos rodeándome, escuchar sus pequeños suspiros y perderme en su todo. Fantaseé mil veces con este momento.

Y, en contra de todo pronóstico, pongo mis manos en sus hombros y me separo de ella.

—Nena, qué... ¿Qué estás haciendo? —La observo con extrema confusión.

Ella simplemente me mira compungida, como si un dolor insoportable la estuviera invadiendo. Pero esa expresión sólo permanece en su rostro por un segundo, pues rápidamente la transforma en una serena.

—Arreglaré esto, Daniel —susurra—. Sólo necesito algo de tiempo, ¿sí?

Asiento, pero en realidad no entiendo a qué se refiere. De hecho, me aterra la idea de descubrir a qué se refiere. Ya he tenido suficientes falsas esperanzas para una vida y no quiero pensar que Nena está reconsiderando lo nuestro, para darme cuenta que no es así.

Así que simplemente permanezco en silencio. Se me acabaron las palabras para tratar de rescatar algo que desde hace mucho tiempo está perdido.

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SIN EDITAR.

Cenizas de una felicidad efímera © | #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora