Capítulo ∞ 20 (FINAL)

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NENA
Seis meses después...

Termino de acomodar las bandejas llenas de comida en la mesa y me cercioro de que todo esté en orden. Hoy es el cumpleaños número 80 de mi abuela y nos propusimos tirar la casa por la ventana. Hemos alquilado algunas sillas e invitamos a varias personas del barrio que conocen a doña Teresa Alegría, mejor conocida como Mamá T.

Contratamos a una decoradora para que hiciera un arco de globos dorados y negros matinados, un gran número 80 en el centro de la pared y un letrero de luces que dice «Feliz cumpleaños». Ella no sabe que estamos planeando esto, y se ha pasado el día entero en la calle, almorzando con mi madre y comprando algunas cosas. Son casi las cuatro y los invitados están por llegar.

Esta fiesta es importante porque a parte de convertirse oficialmente en octogenaria, hace exactamente un mes el médico la declaró libre de cáncer. Le hicieron una cirugía para retirar los restos del tumor que aún quedaban después de pasar por las quimioterapias, y finalmente pudo descansar del hospital.

—¡Melcochita! —grita Felipe desde algún lugar de la casa—. ¡Hacen falta más platos y vasos, ¿podés ir a comprar?!

—¡En un segundo voy!

Termino de acomodar la mesa y me quito el delantal para salir a la tienda de la esquina. En el camino me encuentro a varios vecinos que ya se están dirigiendo a mi casa. Me apresuro comprando lo que hace falta, y compro algunos bocadillos de más.

En la entrada de mi casa se han aposentado ya los del club de dominó del barrio, octogenarios igual que mi abuela, y han sacado sus fichas para una partida. No pierden el tiempo, pienso.

Entro a la casa, saludando a los invitados que en mi ausencia han ido llegando, y me dirijo directamente a la cocina dejando las bolsas de la compra sobre el mesón. Hago un recuento mental de lo que me falta pero me veo interrumpida porque alguien cubre mis ojos desde atrás. Mi corazón late desenfrenado, no puedo creer que haya llegado tan pronto, su vuelo no aterriza hasta las cinco de la madrugada de mañana.

—¿Adivina quién soy? —dice con voz cantarina.

—¿Acaso serás una morena despampanante y hermosa, con el mejor acento del mundo entero? —digo en su mismo tono.

Yo me doy la vuelta y ambas gritamos con alegría al abrazarnos.

—Pensé que llegabas mañana, ¡boba! —la reprendo.

—¿Y perderme la rumba de Mamá T? ¿Estás loca?

Kathe arrastra sus maletas hasta ponerlas bajo las escaleras. Justo en ese momento Felipe y Andrés bajaron las escaleras, cargando un gran sillón, donde se sentará Mamá T más tarde. La dejaron junto al 80 y se limpiaron las manos en los pantalones. Cuando Kathe y Pipe cruzaron miradas no se sentía la tensión que siempre se palpaba a su alrededor, lo cual fue extraño pero reconfortante. Lo que sea que haya sucedido, finalmente logró que hubiera una resolución para lo que pasaba entre ellos.

—¡Kathe! —saludó Andrés efusivo, dándole un fuerte abrazo a mi mejor amiga—. Qué agradable sorpresa. ¿Cuánto tiempo te quedarás?

—Una semana —responde con simpleza mi amiga.

—Como siempre, esta es tu casa. Hay una habitación extra desde que José se mudó —interviene Felipe, siendo cortés por primera vez en su vida.

—Gracias, pero me quedaré con mi abuela.

No me contengo más y arrastro a mi amiga escaleras arriba. Ambas nos encerramos en mi cuarto a platicar de todo lo que ha sucedido los últimos meses. Aunque hablemos por videollamada de vez en cuando nunca es lo mismo que vernos cara a cara.

Cenizas de una felicidad efímera © | #2Where stories live. Discover now