Capitulo ∞ 12

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NENA

Lleva diez minutos llorando desconsoladamente y tratando de terminar su historia. De verdad que verla en ese estado me pone mal, es decir, su hijo acaba de morir, es lógico que esté así. Los demás asistentes sólo podemos observar y dejar que saque todo lo que quiere decir, aunque no le entendamos nada de lo que dice por el llanto. Suspiro y desvío mi mirada de ella, porque juro por Dios que si no lo hago terminaré llorando junto a ella sin razón alguna. Mis ojos se posan en el chico frente a mi, el mismo que vi hace unos días que estuve aquí. De verdad que hay algo que me resulta bastante familiar en él, pero no sé qué es. Quiero decir, estoy segura que no es algún compañero de la universidad o del colegio porque este chico no puede tener más de dieciocho años. Si no lo conozco de ninguna de esas opciones, entonces no sé de donde.

Entonces, sus ojos impactan con los míos nuevamente y me observa sin hacer ningún gesto o dedicarme alguna especie de saludo. La semana pasada hizo lo mismo. Frunzo el ceño porque ahora sí me parece extraño, ya que él también me está observando como si me conociera de algo. Esta vez no va vestido de negro sino que usa una camiseta verde militar, resaltando sus ojos que no se despegan de los míos. Su ceja perforada se levanta, como preguntándome qué tanto le veo, así que desvío la mirada, pero dos segundos después lo vuelvo a mirar. Siento que estoy a punto de adivinar de dónde lo conozco, está en la punta de mi lengua, pero la sesión se acaba y he fracasado. Tal vez simplemente deba acercarme a él y preguntarle directamente. Nada pierdo.

Está hablando con la mujer que lloraba desconsoladamente hace unos minutos. Ella luce más calmada ahora, incluso sonríe un poco al hablar con él, lo cual me desconcierta ya que él luce demasiado apático como para conseguir sacarle una sonrisa alguien. Espero a un lado hasta que terminan de hablar y me acerco a paso lento hasta él, que ahora revisa su celular.

—Disculpa. —Toco ligeramente su hombro para que se de la vuelta. Me mira con sorpresa pero luego cambia su expresión por una de seriedad—. Uhm, me preguntaba si te conozco de algún lado.

Él frunce el ceño y pienso que me va a insultar o algo por el estilo, pero rápidamente lo sustituye por una falsa sonrisa.

—Guau. Me sorprende lo rápido que te olvidaste de mi, morenita —dice, con burla.

Morenita... ¿Dónde he escuchado eso antes?

—Mmm, lo siento, yo... no puedo recordar dónde te he visto. Sólo sé que luces muy familiar.

—Eso, debo admitir, me duele... aún así, comprendo por qué no me recuerdas. No te preocupes, morenita.

—No me digas así, tengo un nombre, ¿sabes?

—Oh, lo sé muy bien, Macarena. —Me dedica una mirada afilada—. Pero parece que tú olvidaste el mío.

Abro mis labios con asombro al darme cuenta que este muchacho definitivamente sabe quién soy. ¿Por qué mi memoria no hace acto de presencia ahora mismo?

—Yo... yo... —Trato de sonsacar información pasada en mi memoria, pero nada viene a mi.

—No te esfuerces tanto, morenita. —Me da una palmada en el hombro y me rodea, dirigiéndose a la salida—. Eventualmente me recordarás.

***

Tiro el bolso en mi cama y rápidamente cambio mi ropa por una más cómoda. Sólo quiero cerrar los ojos y que toda mi realidad desaparezca, y que cuando los vuelva a abrir todo sea un mal sueño. Que Mamá T no tenga cáncer, que no tenga que tomar las estúpidas píldoras para dormir otra vez y que Brandon no haya muerto.

Pero eso también implicaría el jamás haber conocido a Daniel, lo que me provoca sentimientos encontrados.

Tomo uno de mis almohadones y me lo pongo en la cara con una intención: ahogar mis gritos. Cuando termino de ventilar mi frustración, tomo mi teléfono y le hago una videollamada a Kathe. La necesito en estos momentos.

Cenizas de una felicidad efímera © | #2Where stories live. Discover now