Capítulo ∞ 14

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NENA

La oficina de Elsy es un lugar que siempre me ha generado un sentimiento de calma. Las paredes están pintadas de un verde manzana y, a diferencia de los consultorios de otros psicólogos, no hay cuadros de flores o metáforas colgados de las paredes. Es sencilla.

—Me alegra verte nuevamente, Macarena. Tengo entendido que estuviste viviendo en España el último año.

—Sí —murmuro, sin extenderme mucho para que sepa que no quiero hablar acerca de España.

—Bien, dime, ¿qué te trae por aquí?

—Pues... —pienso muy bien en mis próximas palabras antes de soltarlas—. Últimamente me he sentido confundida. Sé lo que quiero hacer, pero eso no parece ser lo que necesito en estos momentos.

—¿Y qué es lo que necesitas?

—Necesito que la muerte deje de trabajar a partir de —observo mi reloj de mano—: este momento.

Elsy se ríe ligeramente mientras apunta algo en su libreta.

—Bien, que tal si me dices algo que sea posible.

Pienso durante unos segundos en mi respuesta.

—Necesito... olvidar el pasado y centrarme en el ahora.

—¿Por qué necesitas olvidarlo?

—Porque es muy doloroso. Porque... no quiero ser perseguida el resto de mi vida por recuerdos de personas que ya no están.

—Entiendo. ¿Y qué hay de las que aún están? ¿Crees que tu renuencia al pasado las afecta?

Inmediatamente pienso en Daniel. Elsy no lo sabe, pues no le he contado acerca de lo que viví en España, pero sí conoce a mi familia y sabe lo apegada que soy a ellos.

—En cierto modo, creo que las afecta. Más que todo porque no saben qué hacer para sacarme de mi "burbuja protectora" —digo, citando las palabras que mi madre usa tantas veces.

—¿Por qué deberían sacarte? ¿Por qué no sales tú misma?

—Yo... No sé, supongo que aún no estoy preparada para enfrentarme a la realidad que es afuera de la burbuja. En mi burbuja me siento imperturbable. Lidio lo mejor que puedo con los problemas, ¿sabe? Trato que no me afecten mucho.

—Pero son problemas, Macarena. Deberían afectarte.

—Nunca he sido alguien débil.

—Hay una diferencia entre débil y sensible. Creo que te has enfocado tanto en bloquear tus emociones ante un evento inesperado que olvidas que está bien expresarlas.

—Yo soy muy expresiva —digo a la defensiva—. Es sólo que la gente no entiende mi forma de hacerlo la mayoría del tiempo.

—Vale. ¿Y qué es lo que quieres?

—¿Lo que quiero?

—Dijiste que sabes lo que quieres, pero no es lo que necesitas. ¿Qué es lo que quieres?

—Quiero muchas cosas: la paz mundial, viajar por el mundo y una bonita casa en San Andrés para ir a vacacionar.

—En eso estamos de acuerdo —se ríe—. Y sobre lo que te tiene tan confundida, ¿qué quieres?

—Quiero que Mamá T no tenga cáncer y poder pasar un poco más de tiempo con ella sin tener que preocuparme de si en cualquier momento puede morir...

—Aún no ha muerto.

—¡Como si lo estuviera! Ni siquiera puede salir del hospital. Toda esta situación me supera, así que lo que quiero muy poco importa. Hay muchas cosas que quiero, Elsy. Muchas. —Suspiro profundamente y me inclino en la silla, poniendo mi cabeza entre mis piernas en un intento por calmarme. Tomo una breve bocanada de aire y murmuro—: ¿Sabes qué es lo que más quiero, Elsy? Quiero poder estar con la persona que amo sin miedo a que un día desaparezca de mi vida.

Elsy permanece en silencio los siguientes minutos, esperando que me calme un poco, y cuando me incorporo veo como se quita las gafas y cierra su libreta.

—Tengo algunas hipótesis sobre esto. ¿Quieres escucharlas?

—Por algo estoy aquí.

—Además de la distimia, desde lo sucedido hace cuatro años, tu proceso de duelo te llevo a desarrollar algo que se conoce como temor a la pérdida. Tu ansiedad inicial se fue transformando en esto a lo largo de los años, sólo que no se había manifestado hasta ahora que tu abuela ha enfermado. Además, dices que quieres centrarte en el presente pero no lo estás haciendo.

—¿A qué se refiere?

—Estás demasiado ocupada pensando en lo que pasará que no ves lo que está sucediendo ahora mismo. Estás sufriendo por algo que, de momento, no es una realidad. Es como si te anticiparas al duelo, aún cuando no ha ocurrido el catalizador.

Reflexiono acerca de sus palabras.

—Es que no quiero pasar por eso. No quiero sentirme desdichada y triste de nuevo.

—No está mal que te sientas triste, deprimida o ansiosa. Somos seres humanos y todos tenemos emociones. Creo que si tienes ganas de llorar, entonces deberías llorar. Si te sientes triste, permítete sentirte triste. No es saludable reprimir nuestras emociones ya que lo único que obtendremos de eso será frustración.

Viéndolo desde su punto de vista, eso es todo lo que he estado haciendo los últimos años: reprimir mis emociones. Tal vez eso sea lo que no me deja avanzar.

—Esta persona que amas, ¿sabe cómo te sientes respecto a la pérdida?

—No lo creo... de hecho, terminé las cosas con él en España, antes de volver a Colombia, pero no pasó más de un mes hasta que él se presentó aquí.

—¿Te siguió desde España? —Asiento—. ¿Y cómo te sientes respecto a eso?

—Confundida. Lo quiero pero a la vez no soporto la idea de perderlo algún día, así que simplemente me despedí.

—Y aún así lo perdiste...

—Eh... ¿algo así? —Ahora estoy mucho más confundida.

—¿No crees que estás sufriendo por un futuro que aún no sabes si existe?

—Puede ser... no sé. Necesito pensar.

—Vale, creo que será todo por hoy, Nena. ¿Quieres regresar la próxima semana?

—La llamaré.

Con las últimas palabras de Elsy en mi mente, decido caminar de vuelta a mi casa. Tal vez no estaba viendo las cosa en perspectiva y simplemente me cerré a las posibilidades, culpando por mi actitud a lo que sucedía a mi alrededor, esperando que alguien me rescatara. Mi error fue creer que alguien más podía sacarme de este sufrimiento autoinfligido, cuando en realidad yo soy la única que puede hacerlo, y ahora sé exactamente qué hacer para conseguirlo.



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Capítulo sin editar.

Cenizas de una felicidad efímera © | #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora