Capítulo ∞ 13

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DANIEL

Termino de empacar las pocas prendas de ropa que puse en el armario cuando llegué aquí y dejo unas cuantas afuera para pasar estos últimos días. Cierro la maleta y la dejo debajo de la cama de esta habitación de hotel vacía, igual que como se encuentra mi interior en estos momentos. Siento como si todos mis esfuerzos no hubieran servido de nada para tratar de recuperar a Macarena.

Tal vez ella no entiende muy bien mis intenciones. Yo no quiero alejarla de su familia, al contrario, deseo que en momentos difíciles como estos ella pueda pasar la mayor parte del tiempo con ellos. Lo único que pretendía era mostrarle por qué no debía renunciar tan fácilmente a lo nuestro, después de que finalmente nos habíamos encontrado. Por qué no debía darle la espalda a todo y salir huyendo cuando las cosas se complicaban.

Pero por otro lado, entiendo por qué se comporta de esa forma y todo por lo que ella ha pasado para medianamente superar la pérdida de un ser querido, como para que ahora la situación se repita de forma más lenta y dolorosa con su abuela. Así que he decidido que esto será todo. No insistiré más, no presionaré más, y pasaré mis últimos días en Cali disfrutando de la felicidad efímera que fue el tenerla a mi lado estos últimos meses y agradeciendo el haber tenido la oportunidad de que fuera parte de mi vida.

***

La abuela de Nena es la persona más auténtica que he conocido, sin exageraciones. Decidí venir nuevamente a la clínica para pasar algo de tiempo con ella también, y no me arrepiento.

—Entonces le dije que se podía meter su anillo de compromiso por donde le cupiera y me fui.

—No puede ser.

—Así es, muchacho. Ese hombre esperaba que cayera rendida a sus pies con un anillo, así podía encadenarme de por vida.

—¿Pero no que te gustaba, Mama T? —Sonrío.

—Sí, al principio... Luego me di cuenta que lo que buscaba era una empleada doméstica y no una esposa, así que hasta ahí me llegó el enamoramiento, mijo.

—Ya veo. —Una sonora carcajada brota de mi interior.

Justo en ese momento entra Nena a la habitación, haciendo que me tense ligeramente en el asiento. En la cena de hace un par de días no mostró ninguna reacción con respecto a mi partida y desde entonces he estado esperando que me diga algo, lo que sea.

—Buenos días —dice, con una sonrisa fingida.

Oh, no. Volvió a la misma actitud que tenía cuando nos conocimos.

—Buenos días, mija.

Yo opto por permanecer en silencio.

Nena se sienta en el sillón al otro lado de la habitación y saca de su mochila un pedazo de papel, que parece ser la prensa y se pone a escribir sobre él. Debe estar jugando al sudoku. Sonrío inconscientemente al recordar el primer día que nos conocimos, lo concentrada que parecía en ese juego y cómo se enfadaba por mis preguntas acerca de él. Pareciera que fueron siglos desde eso, pero en realidad fue hace menos de un año.

—¿Qué haces, Nena? —pregunta Mama T.

—Un sudoku.

—¿Sabes? Creo que se me antoja comer un salpicón. Ve con Daniel a traerme uno.

Inmediatamente Nena levanta la mirada del periódico y frunce el ceño hacia su abuela.

—Sabes muy bien que sólo puedes comer lo que te dan acá.

—El salpicón es pura fruta. Aquí me dan frutas. Ahora vayan —dice Mamá T, contundente.

—Pero...

Cenizas de una felicidad efímera © | #2Where stories live. Discover now