Capítulo ∞ 10

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NENA

Termino de preparar el almuerzo para mi mamá. Sólo estamos las dos ya que mis hermanos están trabajando hoy en la peluquería con mi papá. Hoy le están practicando más exámenes a Mama T y me está matando no poder estar en la clínica acompañándola. Mis tías se encuentran allá en este momento y en vista de que sólo pueden entrar dos personas a verla nos hemos quedado en casa.

Tomo los platos con el pollo sudado y le entrego uno a mi madre, quien se encuentra mirando la televisión. Me agradece y comienza a comer en silencio. No hemos hablado mucho desde que llegué y la verdad pienso que ninguna quiere hacerlo en realidad, no cuando la vida de Mamá T está colgada de un hilo.

—Hija... —murmura, para mi sorpresa.

—¿Señora?

—Hoy vendrá... una visita.

—Está bien. Me quedaré en mi pieza y no molestaré.

—No, viene a verte... a vernos. A ambas —dice, dándome la impresión de que está un poco nerviosa.

—Bien.

Termino de almorzar y le pido que por favor me avise cuando llegue nuestra visita, así puedo preparar unos bocadillos. Mientras tanto me dedico a organizar mi cuarto. Me cambio la ropa que llevo por unos pantalones cortos y una camiseta de tirantes para hacer aseo. Empiezo limpiando los cuadros, las estanterías, tiendo mi cama y barro el suelo. No me toma mucho tiempo puesto que me he vuelto un poco obsesiva compulsiva con la limpieza, con la intención de mantener mi mente ocupada. No tardo más de quince minutos así que me dispongo a tomar los guantes para limpiar por segunda vez esta semana el cuarto de baño. Cuando estoy terminando con él suena el timbre. Debe ser la visita.

No le presto mucha atención mientras dejo todos los artículos de aseo debajo del lavadero y voy a mi cuarto para ponerme algo más decente. Me pongo unos jeans y una camiseta sin mangas. Mojo un poco mi cabello para desenredarlo y me hago un moño en lo alto de mi cabeza. No estoy por hacer trenzas.

Voy a la sala y me encuentro a Diego sentado cómodamente en el sofá. ¿En serio? ¿Esa es la visita? Miro a mi madre, quien tiene el ceño fruncido, y luego miro a Diego que revisa muy tranquilo los mensajes de su celular. Me aclaro la garganta, consiguiendo llamar su atención.

—Hola, Diego —digo, cruzando los brazos y observo cómo sus ojos se posan en mi pecho. Me agacho un poco y lo miro expectante—. ¿Qué quieres?

—Eh, hola, Nena —murmura despertando de su ensoñación—. ¿Cómo has estado?

—Igual que siempre —le contesto, esperando que me diga el motivo de su visita. Le dedico una mirada que no permite discusión así que él se aclara la garganta y prosigue.

—Sólo quería invitarte a dar un paseo, tal vez por un helado o un café.

Mi ceño fruncido se acentúa aún más así que me obligo a tomar una respiración profunda y sentarme en uno de los asientos individuales frente a él. Masajeo mis sienes. La verdad es que estos han sido días de perros para mi y no veo la hora de tener un descanso de todo esto.

—Escucha, Diego... aprecio tu invitación pero no la puedo aceptar.

—¿Por qué?

—¿Te dignas en preguntar la razón? —Lo miro incrédula.

Él se encoge de hombros, viéndose confundido.

—¿Te suena el haber abandonado a mi padre para irte a House of Maddnes? ¿O la desagradable forma en la que te refieres a mi siempre que nos vemos? No me compro tu fachada barata de chico bueno, Diego. Dime la verdadera razón por la que viniste.

Cenizas de una felicidad efímera © | #2Where stories live. Discover now