Capítulo 20.

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Mi abuela sacó una caja de su habitación, y la trajo al comedor para hurgar en ella. Sacaba papeles, objetos y cajas más pequeñas, pero no me dejaba revisar nada.

Después de decirme que no confiara en Zaila, recordé que ya había escuchado ese nombre antes. Ella fue la persona que dió aviso al príncipe Jimin sobre la enfermedad del rey, y la solicitud de presentarse frente a él. Decidí preguntar, y entonces quedó claro para mí. Zaila era la moza del rey.

Hasta el momento, mi abuela no me ha dicho más, sólo se dispuso a buscar la carta. Dijo que tenerla en mi poder era más beneficioso.

De entre las cosas que se esparcían sobre la mesa, algo se robó toda mi atención. Una pequeña caja negra, y sobre la tapa el símbolo dorado de la realeza. Me aseguré de que mi abuela no estuviera mirándome, y tomé la caja para revisar. Cabía perfectamente en mi mano, y su logo estampado aún tenía brillo. Al abrirla, encontré un par de broches como el que porto en mi uniforme, la insignia que nos delata frente a los demás como siervos de la realeza.

— Te dije que no tocaras nada —mi abuela me había descubierto, y extendió su mano hacia mí para que devolviera la caja.

— ¿Porque tienes dos broches? —cuestioné, dándole lo que pedía— Guardaste la insignia que te dieron en el norte —al final yo misma encontré la respuesta.

— Debes conservar el broche contigo siempre, aún después de ya no trabajar para la realeza —explicó, mientras aún buscaba entre papeles y sobres—, eso demuestra que obtuviste tu libertad por la misma palabra del rey, además de tener beneficios por ella en agradecimiento por tu servicio.

Y eso sólo sucede cuando te otorgan tu libertad, cosa que en mi caso, ya advirtieron que no pasará.

Espera un momento. Las únicas personas que portan el broche real son la moza, jefe de servicio y jefe de la guardia. ¿Entonces ella era...?

— Abuela, ¿fuiste moza del rey?

Mi abuela me miró el silencio unos segundos.

—  Creo que para Zaila sería más sospechoso que no supieras algo tan simple como eso, así que no, no fui su moza, yo era la jefa de servicio —guardó la cajita negra devuelta a su lugar—, y no puedo decirte más, porque de todas las mozas, lo más seguro es que su atención esté sobre ti.

¿En mí? ¿Qué razón tendría? Mi abuela de verdad estaba siendo muy precavida, y yo estaba asustada.

— ¿Por qué dices eso?

— Fui la única que se atrevió a encararla, y sucedió muchas veces —admitió, mirando hacia la nada, con una expresión que denotaba su esfuerzo por recordar—. Sólo yo fui capaz de estorbarle en sus planes, y lo mejor que pudo hacer fue convencer al rey de destituirme de mi puesto. Ella creerá que tú pretendes lo mismo, por haber estado bajo mi tutela, y conociéndola, tratará de envolverte hasta sacarte la verdad, es por eso que no puedo contarte todo lo que sucedió en ese entonces, no aún.

— ¿Entonces que le diré? ¿Qué es lo que puedo hacer? —esta situación me ponía de nervios, es como si esa mujer fuera capaz de muchas cosas nada agradables.

— Sólo debes tener muy claro que no debes confiar en ella —retomó su búsqueda dentro de la caja—, sé honesta con lo que te pregunte, pero no te abras por completo. Si sueltas demasiada información puede que la use contra ti si no cree que estás dentro de una completa ignorancia ante quién es ella en realidad.

— Suena como si fuera una horrible persona.

— Lo es —dijo, mientras revisaba un sobre bastante grande. Sacó de su interior una hoja blanca doblada. La extendió, revisó durante unos momentos su contenido y volvió a doblarla—. Ésta es.

The Election of the Prince [Taehyung] ; EN PAUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora