Capítulo 11.

4.5K 488 570
                                    

Debes hacer todo lo que esté en tus manos para lograr que llegue al trono.

Empujé los cuerpos que trataban de sofocarme. La música retumbaba, te asfixiaba. Mi olfato sufría el intenso olor a cigarrillo, aromas fuertes, dulces, y algunos otros que no había percibido antes. Mi cuerpo temblaba al escuchar risas estruendosas, algunas sin sentido ni gracia. Los gemidos e insultos no paraban. Había camisas y sostenes en el suelo. Chicos de rodillas complaciendo a otros chicos, jovencitas queriéndose unir al trabajo.

No todo en él es decencia y formalidad Agnes, hace cosas que no esperarías que un príncipe de la realeza hiciera.

Trataba de no mirar los actos inapropiados de mi alrededor. Seguía caminando, seguía empujando y volvía a cubrir mis oídos. La iluminación del sótano se volvió rojo sangre. Manos desconocidas empezaban a tocar mi cuerpo. Empujé con más fuerza, caminé más rápido, quería escapar. Ya no podía ver al príncipe frente a mí, lo perdí entre la multitud. Me jalaban del uniforme, me hacían peticiones indecorosas sin vergüenza alguna. Más gritos, gemidos, el alcohol empezaba a llover.

Tu abuela consiguió mantenerlo a raya en algunas ocasiones, espero que tú también logres hacerlo.

Lo llamé. Grité sobre la música. Miraba a mi alrededor con la esperanza de encontrar su figura alta y galante dentro de toda la depravación, pero en su lugar había bailarines desnudos, asistentes con la nariz blanca, parejas besándose en lugares que no se besaban. Seguí atravesando la ola de cuerpos danzantes. Las carcajadas y gritos no tenían fin. No se agotaban, todos disfrutaban la asquerosidad de sus bajos deseos carnales. Cuerpos sudados, pupilas rojas y dilatadas, rostros sonrojados. Mis ojos recorrían con asco cada rincón, y entonces lo vi.

Tu deber no es sólo servir al príncipe de día y noche, si no guiarlo, instruirlo en sus decisiones y actitudes, educarlo cual niño ignorante.

Las personas cubrían mi visión y luchaba por avanzar sin perder al príncipe de nuevo. Creo que charlaba con sus amigos. Su figura estaba iluminada por las lamparas de techo. Sostenía una copa. Sonreía. Unos brazos rodearon mi cintura y mi cuello sintió unos labios fríos sobre él. Mi estómago se revolvió. Tomé el agarré y empujé con todas mis fuerzas. Risas, gemidos. Unas delicadas manos tomaron mi rostro y trataron de hacerme mirar a otro lugar. Las manos sobre mi cintura empezaron a bajar a mis piernas, los labios sobre mi cuello no dejaban de moverse. Empujé más, sólo conseguía que me tomaran con más fuerza. Las suaves manos me dirigieron a un rostro femenino. Unos labios rojos buscaban los míos y me giré con brusquedad. Una lengua marco la orilla de mi uniforme. No lo soportaba. Empujé, y empujé. La chica quería que le mirara otra vez. No, basta. Dos manos querían entrar bajo mi falda. Tengo asco, detente.

— ¡¡Taehyung!!

Los ojos me picaban. El príncipe no miraba hacia atrás. Su sonrisa ocasionaba que sus ojos se cerraran. Tenía unos labios sobre mi cuello y otros impactándose contra mi mejilla. Me estaba ahogando. La iluminación cambió a una tonalidad azul. El aire me faltaba. Me sacudí con fuerza. Risas, insultos, burlas. El príncipe guiñaba para alguien. Los cuerpos se amontonaban, estaba perdiendo al príncipe. Mordiscos sobre mi piel. Quería vomitar. El príncipe estaba lejos. El príncipe estaba tranquilo. El príncipe disfrutaba. El príncipe no tenía su atención en mí. El príncipe estaba feliz. Yo estaba sufriendo.

Conviertelo en un buen hombre y asegurate de que ese hombre reciba la corona.

No más. Me di una vuelta completa y pateé al chico entre las piernas. Me soltó y cayó al suelo. No perdí el tiempo y le solté una bofetada a la chica de mi costado. Los pocos que miraban se reían. El asco se había ido. Ya no lo permitiría, no puedo ser así, no soy así, no seré así.

The Election of the Prince [Taehyung] ; EN PAUSAWhere stories live. Discover now