Capítulo 5.

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El traje era negro con brillantes estampados dorados. Su voluminoso cabello platinado peinado a la perfección. Sus facciones se notaban más finas conforme nos acercábamos a él. El maquillaje de sus párpados hacia una combinación ni impactante con las lentes de contacto. Eran tantas cualidades que cualquier pupila podría mirar sin cansancio.

La dulce melodía era suave dentro del palacio.

El príncipe Jimin avanzó a nuestro alcancé, y en cuanto se tuvieron frente a frente, los cuatro —ambos príncipes y ambas mozas— nos inclinamos en reverencia.

Al volverle a mirar éste sonreía, pero era algo que no te dejaba fiar. Ni esa galanura.

— Hermano, tanto tiempo sin verte, mi amado —dijo, aún portando esa sonrisa tan sospechosa. Me resultó extraño su formalidad al hablar, ya que ayer sonó tan casual, y arrogante.

— Me siento dichoso de tenerte aquí, siempre serás una visita placentera —contestó el príncipe Taehyung con una tonalidad bastante alegre, con excelente porte.

— ¿Me permiten, príncipes? —un hombre se acercó haciendo reverencias. Él mostró una cámara, y de inmediato ambos príncipes posaron felices para él.

Mientras ellos se entretenían miré a la moza del príncipe Jimin.

Era bellísima. Su piel era canela, y destacaban sus grandes pestañas. Usábamos el mismo uniforme, el mismo broche distintivo real. Se percató de mi análisis visual y mostró una pequeña sonrisa.

El espacio donde nos encontrábamos empezó a vaciarse, quedando sólo los príncipes solicitando a los fotógrafos que se marcharan. Me acerqué al príncipe al igual que la otra moza.

— ¿Y bien? —sonrió el príncipe Taehyung, algo bastante forzado—. ¿Qué haces aquí, Jimin?

— Tan rápido como estamos sólos cambias tu muñequero estilo de príncipe amable y cordial para tratarme como a cualquiera de tus empleados. ¡Somos hermanos! —anunció animado el príncipe Jimin, resplandeciendo de felicidad.

— Por supuesto que estoy contento —tomó su hombro—, pero me preocupa tu repentina aparición, ¿sucede algo malo?

— Estás apretando muy fuerte, Taehyung, relajate —rió el príncipe Jimin—. ¿Qué acaso no puedo venir a ver cómo va todo con mi hermano?

El príncipe Taehyung le soltó, pero aún sonreía.

— Bueno, la última vez que viniste fue a asegurarte de que yo siguiera firme con mi rechazo a la corona después del rapto de Jungkook, no querías perder la oportunidad de tener el reino para ti, ¿cierto? —ambos príncipes se sonreían, lucían alegres ante todos—. Pero nuestro padre seguía con la decisión de otorgarle el trono a Jungkook.

— Me conoces bien, hermano —contestó el príncipe, pasando la mano por todo su sedoso y platinado cabello. Pude divisar el anillo de la realeza en su dedo índice, la replica exacta del que me mostró el príncipe Taehyung—. Justo por eso te contaré el verdadero motivo de mi visita, pero primero quiero probar un poco de tu selección de platillos, aunque anticipo cualquier simpleza, recuerdo bien que nunca tuviste buen gusto.

— Recuerdo bien que nunca tuviste modales.

Era tan incómodo ver la manera en que se hablaban. No sé como podían seguir mirándose con esas sonrisas despreocupadas.

Ambos se giraron y se dirigieron escaleras arriba. La chica y yo les seguíamos desde atrás, a su lado derecho. Ellos mantenían una charla que no lograba escuchar con claridad, pero parecía amena, o al menos eso hacían creer a todos. Miré a la moza quién lucía serena y fresca, posiblemente tiene mucho tiempo en su puesto de servicio al príncipe, y está acostumbrada a ésta clase de escenas.

The Election of the Prince [Taehyung] ; EN PAUSAWhere stories live. Discover now