6° año: pociones

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Remus estaba enfurruñado, quería levantarse de la jodida cama, quería dejar de estar en recuperación, ya estaba harto de ser cuidado por su esposo y su sobrino, quienes cumplían absolutamente cada capricho y no lo dejaban hacer nada, como si repentinamente lo hubieran trasformado a un ser de cristal.

—Deja de estar enojado lobito — escuchó a su esposo quien en ese momento le estaba entregando uno de sus chocolates favoritos — mañana iremos a San Mungo, y si te dan el alta, volverás a hacer todo lo que haces siempre, pero ahora aprovecha de tu probable último día de descanso — terminó de explicar Sirius mientras le daba una sonrisa, haciendo que al fin Remus dejara de mantener el ceño fruncido.

Luego se pusieron a conversar de Harry, el muchacho estaba muy silencioso, pensativo e introspectivo. Les preocupaba un poco, pero también entendían que era cosa de la edad, y para Harry era mucho más difícil, él ya llevaba bastantes problemas pese a la poca edad que tenía, ya tenía una guerra desatada contra el mundo y con sí mismo, así que lo único que podían hacer era reconfortarlo, darle cariño y no presionarlo, de seguro cuando lo necesitara él los buscaría, como siempre terminaba haciendo, aunque sólo fuera para que lo abrazaran igual que cuando era pequeño.

Aunque Remus tenía una sospecha, sabía muy bien quien tenía a Harry de esa forma, muy distinto a la atmósfera que había el año pasado, le dolía verlo de esa forma, pero a la vez comprendía lo difícil que se podría hacer entre los muchachos, estaba seguro de que una vez que la maldita guerra terminara, de que el jodido Voldemort muriera, al fin serían libres, al fin podrían estar juntos.

Pero también tenía miedo de que la oscuridad terminara corrompiendo a Draco, él es sólo un muchacho de la edad de su ahijado. Un chiquillo muy dulce pero siempre controlado por su familia, siempre llevado a la oscuridad, pero él sabía que Draco no era así, y le apenaba no poder hacer nada por el muchacho, realmente le gustaría sacarlo de ahí.

* * * * *

Harry leyó la carta una vez más, había llegado cerca de una semana atrás pero aún no se atrevía a responder, más bien no quería, ¿por qué Draco le escribía ahora? El lo había entregado, le había fallado.

Y ahora se atrevía a hablarle como si nada hubiera pasado, como si todo fuera normal, inclusive preguntaba por Remus, estaba seguro de que no eran más que palabras vacías. Soltó una risa y arrugó el papel una vez más, no quería responder, pero a la vez quería, lo odiaba y se odiaba, estaba tan confundido, cuanto quería besarlo, arrinconarlo.

Se tomó los cabellos furioso, frustrado, exasperado. Quería llorar, quería gritar, no sabía de que hacer.

— ¿Todo bien? — dio un salto cuando escuchó la voz de Remus, lo quedó mirando y negó con la cabeza.

A los pocos segundos fue abrazado por su tío, quien no preguntó más, porque en realidad ni siquiera era necesario. Simplemente lo consoló mientras Harry se calmaba, mientras intentaba ordenar sus ideas para hablar.

— Moony estoy tan confundido, tengo miedo, me siento herido — explicó abrumado — pero no quiero hablar, ya lo arreglaré. Explicó el muchacho antes de que Remus abriera la boca, el licántropo simplemente asintió con tranquilidad.

— Bien H, pero él te ama — susurró en oído — algún día lo lograran — dijo antes de alejarse de él — con Sirius estaremos en el jardín, por si te quieres acompañarnos — habló desde el umbral de la puerta.

Harry se había quedado sin palabras mientras algunas lágrimas caían, ni siquiera entendía bien que le estaba ocurriendo, que estaba sintiendo, pero sólo quería llorar.

Como si fuera nuestro hijo (Wolfstar y Drarry) Where stories live. Discover now