Habitación

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Sirius despertó sobresaltado, había tenido una pesadilla en donde se encontraba casado y lleno de hijos con aquella mujer de la cita, un escalofrío le recorrió la espalda. Nunca se ha imaginado con nadie más que no sea Remus, y la verdad de sólo pensarlo le daban nauseas.

Con un ágil movimiento se encontró en la habitación de su ahijado, el niño aún dormía profundamente, daba pequeños ronquidos por culpa de su aún congestionada nariz.

Luego se fue a ver a Remus había quedado un poco preocupado la noche anterior, quizás debería hablar con su exnovio para saber si es que se encontraba bien, sin embargo, el castaño ya se había ido, lo que no le extraño en absoluto. Últimamente Remus se estaba esforzando más en el trabajo, se había dado cuenta que llegaba un poco más tarde y la época de más ventas ya había pasado, sin querer, apretó los puños cuando a su cabeza vino la imagen del imbécil de Antoine.

El día estuvo tranquilo, recibió una lechuza de Molly Weasley preguntando por el pequeño Harry. Sirius de inmediato le respondió, se le entibiaba el corazón al saber que pese a haber perdido a sus mejores amigos, aún había gente que se preocupaba por el niño de ojos esmeralda.

El pequeño Potter había despertado de muy buen humor, todo lo contrario, al día anterior. Sonreía divertido mostrando todos sus pequeños dientes, hacía sonidos e incluía en sus juegos a Sirius, quien no entendía mucho los balbuceos del niño.

Por suerte el resfrío ya había pasado, sólo le goteaba un poco nariz y había tosido un par de veces, pero la fiebre y el decaimiento ya habían menguado absolutamente. Lo que Sirius agradecía enormemente a Merlín, porque no se veía capaz de soportar a un Potter refunfuñando, ya había soportado mucho a James, había cumplido la cuota de "Potters enojados" 'para toda una vida.

Como no hacía desde hace tiempo, ese día quiso devolverle la mano a Remus. Tenía el té recién preparado y un par de bocadillos de chocolate, específicamente los favoritos de su amor. Pero el tiempo transcurría y ya había pasado más de una hora del tiempo normal de su llegada al hogar que compartían.

De alguna forma el ánimo de Sirius había cambiado, se sentía molesto y lo expresaba moviendo sus cabellos de forma furiosa, quedando con una apariencia aún más desaliñada.

La noche llegó y ni rastros de Remus Lupin, ahora si que Sirius estaba enojado, ni siquiera una nota para explicar su retraso. El hombre lobo lo había colmado, apenas cruzara el umbral de esa puerta lo regañaría fuertemente, por ser un idiota irresponsable e inconsciente.

Harry terminó dormido más temprano de lo normal, haciendo que Sirius se sentara en penumbra a esperar al imbécil de su exnovio, su cuerpo ardía en celos, por su cabeza no podía dejar de imaginarse a Remus compartiendo lecho con cualquier hombre, gritando un nombre que no era el de él.

Estaba seguro que llegaría a altas horas de la noche, con el cabello revuelto y las mejillas sonrojadas, gritando sexo salvaje por todos lados. Y él no sabría que hacer, se debatiría entre llorar desconsolado y agarrarlo a golpes, quizás un poco de ambos. Apretó los dientes furioso y dio un grito ahogado lleno de frustración.

Dio un salto al sentir como la puerta era golpeada con fuerza, como un resorte se levantó rápidamente y empuño su varita, se acercó de forma sigilosa pero los golpes aumentaron en intensidad. Su corazón comenzó a agitarse, si bien habían muerto la rata de Pettigrew y quizás el bastardo de Voldemort, aún había seguidores y no le extrañaba que intentaran acercárseles.

En un ágil movimiento abrió la puerta y puso contra la pared de forma brusca a aquel hombre tras los golpes, a continuación, puso su varita en el cuello de él y le miró de forma amenazante.

Como si fuera nuestro hijo (Wolfstar y Drarry) Where stories live. Discover now