La tormenta

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Al día siguiente, después de que el médico la revisó, les habló del futuro. No era conveniente que tuvieran relaciones sexuales por al menos dos semanas para evitar infecciones en Martina. Les dijo que físicamente podían concebir nuevamente pasado el primer ciclo menstrual y que dentro de los siguientes tres meses es cuando el cuerpo está más preparado para llevar un embarazo sano, pero que les recomendaba cuidarse. Probablemente todavía no estuvieran listos emocionalmente para afrontar la decisión de transitar un nuevo embarazo, por lo que lo mejor era que se tomaran las cosas con calma y que cuando estuvieran listos sería el momento indicado.

Nick se sentía un poco mejor después de haber hablado con Joe. Necesitaba mucho tener un apoyo como el de su hermano y lo valoraba especialmente porque a pesar de la alegría porque él había tenido a su hija la semana anterior, fue capaz de ponerse en su lugar y entenderlo aunque sea un poco. Incluso Joe había soltado lágrimas mientras lo abrazaba.

El regreso a su casa no fue sencillo. Si bien habían pasado sólo tres meses de embarazo, ya tenían varias cosas que tenían que ver con el bebé dando vueltas por la casa. Parecían casi desconocidos viviendo bajo el mismo techo. No hablaban, dormían en la misma cama pero dándose la espalda, no se tocaban, no compartían nada. Nick estaba convencido de que tenían que pasar ese momentos juntos e intentaba en vano acercarse a su mujer, que cada vez se recluía más en ella misma.

Martina se la pasaba en uno de los sillones, tapada con una manta, en silencio. Comía unos pocos bocados obligada por Nick. Para lo único que se movía de su lugar era para ir al baño y a la noche ir a la cama. Ni siquiera se había dado una ducha en esos días. No sólo sentía el vacío en su vientre, estaba completamente vacía en su alma.

Al tercer día Nick decidió ir a visitar a su sobrina más pequeña porque si no salía de su casa iba a caer en el mismo agujero negro en el que estaba Martina. Con una ligera esperanza le ofreció que lo acompañe pero ella se negó. No soportaría estar cerca un bebé cuando el que crecía en ella había desaparecido. Aunque al principio se le hizo un nudo en el estómago al ver a Amelie, le resultó sanador tenerla en brazos. Una vez más, charlar con Joe y Sophie le permitió descargarse.

—¡Lucas! ¿Qué tal? —Saludó Joe sorprendido al atender la llamada del hermano de Martina mirando a su propio hermano confundido.

—Joe, ¿cómo andas? ¿Cómo están tu hija y tu mujer?

—Bien por suerte, ¿pasó algo?

—¿Sabes algo de Martina? Te llamo porque hace tres días no responde el teléfono y lo último que vimos en sus redes era que estaba en tu casa, Nick tampoco nos atiende.

—Oh, dame un segundo. —Dijo antes de tapar el micrófono para hablarle a su hermano.— Pregunta porqué ninguno de ustedes le atiende el teléfono, ¿no le dijeron a nadie aún? —Nick negó.— ¿Qué hago? ¿Le digo? —Después de tomar una respiración profunda, asintió.— Lucas, no te vuelvas loco.

—¿Qué pasó Joe? Me estás preocupando más.

—Perdieron el embarazo.

—¿Qué? —Preguntó en un suspiro.

—Ese día que Martina vino a casa estaba con pérdidas grandes, fueron a la clínica y el bebé ya no tenía latidos. —Les contó lo poco más que sabía y cortaron la llamada.— Nick, ahora que ellos lo saben tenés que decirle a nuestra familia también.

La hora siguiente Sophie se fue con Amelie a descansar a la cama mientras Joe se quedó con Nick para apoyarlo durante la videollamada grupal con sus padres, Kevin, Danielle y Frankie. Fue un momento durísimo, nadie sabía bien qué decir para animarlo y pretendieron viajar para acompañarlos.

Hold on (Nick Jonas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora