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El sol que entraba por las rendijas de la persiana la despertó. Por primera vez en mucho tiempo se sentía bien, con ganas de hacer que el día valga la pena. Se levantó de la cama y se fue a dar un baño.

Dispuesta a desayunar y empezar su primer día en aquella ciudad, fue rumbo a la cocina donde se encontró una sorpresa. Si se había levantado de un buen humor, sin dudas ese humor seguía mejorando. Gastón le había dejado sobre la mesa el desayuno: tostadas que por el aroma parecían echas hace poquito, un pote de dulce de leche, manteca y una taza de chocolatada fría. Sonriendo se acercó a la mesa y divisó un papel con la letra de Gastón: "Buenos días, hermosa! Que tengas un gran primer día en Nueva York, te veo más tarde. Te amo".

El pronóstico anunciaba que estaba soleado, cálido y que corría apenas un viento, típico clima de primavera. Decidió ponerse un vestido color lila que le llegaba ocho o nueve dedos por arriba de la rodilla, unas sandalias bajas y un saco negro de hilo. Se aplicó máscara de pestañas y un labial rosa pálido, un poco de perfume y estaba lista. Se colgó su cartera estilo morral negra, colocó dentro de ella sus documentos, su celular, las llaves del departamento y salió del departamento.

Lo primero que hizo fue comprar una línea telefónica para su celular y activarla. Deambuló toda la mañana por la ciudad. Al mediodía se acercó a un Starbucks y con su Frappuccino Mocha partió rumbo al Central Park para mirar la gente pasar, disfrutar del sol y su bebida. Por el parque paseaban familias, parejas jóvenes y mayores, grupos de adolescentes. Se escuchaban risas y a la mayoría se los veía felices.

Martina no pudo evitar pensar en la vida que había dejado atrás en Argentina. ¿Era lo correcto dejar todo allá y empezar una nueva vida? Era verdad que iba a extrañar a su mamá, a su hermano, a sus amigos y familia, quizás a su trabajo también. Pero no estaba sola en Estados Unidos, estaba con Gastón. Además, gracias a la tecnología, la distancia se podía acortar.

Había escapado como una cobarde de sus problemas. No tenía muchas certezas, pero de lo que estaba segura era que necesitaba despegarse de sus cosas habituales, porque sabía que si se quedaba ahí iba a terminar con una depresión profunda. Estaba triste, no lo iba a negar, pero sentía que en ese momento su lugar era lejos de todo lo que la hacía sufrir. Después de la gran desilusión que sufrió, se convenció que no se iba a enamorar más, el amor era complicado y doloroso.

Después de un rato, miró su reloj y se dio cuenta que había estado aproximadamente dos horas ahí sentada pensando. Había decidido empezar de nuevo, dejar el dolor atrás y buscar su felicidad.

Llegó al departamento y Gastón no había llegado aún, por lo que se puso manos a la obra. Una hora más tarde sintió ruidos de llaves en la puerta. Segundos después, escuchó los pasos de Gastón que se dirigió rápidamente a la cocina, siguiendo el olor del pollo al champignon con papas noisette, su comida preferida.

Cenaron entre risas, contándose qué tal les había ido en el día. Para la hora del postre, se acomodaron en el sillón con un pote de helado de sus sabores preferidos y una buena comedia en el televisión.

Hold on (Nick Jonas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora