Estrella fugaz

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—Mi amor.

Martina estaba agarrada a la manija de la puerta del auto, tenía los nudillos blancos debido a la fuerza con la que se aferraba mientras tenía la otra mano sobre su vientre. Miraba por la ventana las calles de Los Ángeles. La gente iba y venía como si nada pasara, era un día normal. Al dolor que tenía en el vientre lo podía comparar con los dolores menstruales aunque el doble de intensos. Además, le había empezado a doler también la parte baja de la espalda.

—Mi amor. —Volvió a llamarla Nick apoyando su mano en la rodilla izquierda de ella que esta vez lo miró. Se miraron a los ojos por un segundo que él desvió su vista del camino delante de él.— Va a estar todo bien.

—Sí, seguro. —Respondió en tono bajo buscando autoconvencerse.

Por su parte, Nicholas estaba preocupado. La veía sufrir físicamente a su mujer y se sentía inútil sin poder hacer nada para ayudarla. Se mantenía en silencio, con actitud ausente. Quería saber qué pensaba pero sobre todo qué estaba sintiendo ella, que lo compartiera con él. Lo devastaba ver cómo se estaba encerrando en sí misma sin dejarlo entrar ni siquiera a él a pesar de que este era un asunto que los involucraba a ambos.

En cuanto la encontró en el estado en que lo hizo en el baño de la casa de Joe, después de conseguir que se calme un poco la obligó a llamar a su obstetra que en cuanto escuchó lo que había pasado les dijo que vayan a la clínica directamente a verlo.

—Te dejo en la entrada y voy a buscar lugar para estacionar, ¿okey?

—No, no me dejes sola. —Le pidió.

Caminaron tomados de la mano por los pasillos de la clínica hasta llegar al consultorio del doctor. Les abrió la puerta pero sin darles tiempo a ingresar les indicó que lo siguieran.

—Sra. Rodríguez Jonas, es necesario que hagamos ya mismo una ecografía. Las pérdidas que mencionaste hace un rato en el teléfono acompañadas por el dolor de describiste no son lo mismo que lo que hablamos el otro día. —Martina asintió en silencio, consciente de eso.— No se te ve bien, ¿estás mejor que hace un rato?

—En realidad siento que el dolor me está partiendo al medio, no sólo acá —dijo tocándose la zona baja del vientre— sino también en la espalda.

—Doctor, hace un rato que está transpirando y tiritando a la vez. —Intervino Nick.

El médico enseguida le tocó la frente y asintió.

—Tenés fiebre. Vamos

Apuraron el paso. Nick sintió en sus manos unidas cómo su mujer se tensó a medida que iban llegando al área de diagnóstico por imágenes. Le dio un apretón acompañado de un beso en la coronilla para hacerle saber que estaban juntos y para tratar de transmitirle una seguridad que en realidad él no tenía.

Entraron a la sala de ecografías y rápidamente Martina se acostó en la camilla. Se levantó la remera y el suéter para dejar a la vista su vientre abultado.

—¿De cuánto estás? —Le preguntó el ecografista con una sonrisa intentando relajarla.

—Quince semanas. —Respondió estirando la mano en una búsqueda ciega la de su marido que de inmediato la tomó.

—Vas a sentir frío. —Advirtió la asistente al ponerle el típico gel en la piel desnuda.

El celular del doctor comenzó a sonar.

—Atiendo esto rápido y en un minuto estoy de vuelta. —Les dijo a ellos antes de hablarle al ecografista.— Empezá.

Martina y Nick se miraron, con miedo, cuando el joven empezó a pasar el aparato desparramando el gel. Enseguida en la pantalla delante suyo apareció la imagen de su bebé. Aunque le faltaba desarrollarse por completo ya se apreciaban con claridad sus antebrazos, muñecas, manos y dedos, además de su cuellito un poquito más alargado lo que le permitía separar la cabeza del pecho.

Hold on (Nick Jonas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora