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El despertador sonó y Martina se levantó de la cama con buena energía. Después de bañarse, vestirse y maquillarse se encontró con Gastón en la cocina y desayunaron juntos. Tenía cerca de cuarenta minutos de viaje hasta el edificio donde trabajaría, por lo que debía salir de su casa cerca de las 7:30 para llegar antes de las 8:30. Su horario se extendía hasta las cinco de la tarde, con un intervalo de una hora al mediodía para poder almorzar. Una vez que se aseguró de tener todo en su cartera, se despidió de su amigo y salió del departamento con más tiempo del necesario porque no quería que algún inconveniente la hiciera llegar tarde en su primer día.

—Señorita Rodríguez.

Estaba por poner un pie fuera del edificio cuando la llamó una voz que nunca escuchó. Se giró para encontrarse con la sonrisa de un hombre de mediana edad, con algunas arrugas en su cara y la mirada amable. El portero. Lo había visto cada vez que entraba y salía, pero siempre intercambiaban sonrisas o gestos.

—Buen día, Sr. Smith. ¿Cómo se encuentra?

—Muy bien, desde que llegó nunca la vi salir tan temprano.

—Es que hoy empiezo un nuevo trabajo y este es mi nuevo horario tres días a la semana. —Le explicó.

Algo en ese hombre le agradaba y le generaba confianza.

—Felicitaciones, Señorita Rodríguez.

—Sólo llámeme Martina, por favor. —El hombre asintió con una sonrisa.— Y gracias.

—Llegó esto para usted hace unos minutos. —Dijo entregándole un gran ramo de rosas blancas.

Martina sonrió al tomarlas y olerlas.

—Muchas gracias, Sr. Smith. —Agradeció sacando la tarjeta que se encontraba en medio de las flores.

"¡Éxitos en tu primer día, babe! Sé que pensaste que no me acordaba porque no te dije nada estos días, pero sí lo hice. Quería sorprenderte. Que tengas un muy buen primer día, no tengo dudas que te va a ir muy bien porque vos sos increíble. Te extraño y te amo. Nick J."

A medida que leía las palabras sonreía más, si es que era posible. Una risa que conocía la sacó de su mundo.

—Parece que cierta persona tiene un novio muy romántico. —Se burló Jennifer.— Buenos días, Sr. Smith, Marti.

—Oh no, ¿ustedes se conocen? —Las dos asintieron.— ¿Ya se hicieron amigas? —Volvieron a asentir.— Dios se apiade de quienes tengan que aguantarlas juntas. —Exageró el hombre haciéndolas reír.

—¿Te vas a trabajar, Marti? —Preguntó la colorada.

—Sí, pero tengo que dejar las flores en casa. ¿Me acompañás o estás muy apurada?

—Voy con vos, llegar tarde una vez más no va a cambiar nada porque mi jefe me quiere. —Se encogió de hombros mientras las dos subían nuevamente al ascensor.— No lo tenía a Nick Jonas con estos detalles.

Martina rió.

—Pensé que se había olvidado que hoy empezaba, no mencionó nada estos días.

—Por eso tenías esa cara anoche cuando cortaste la llamada. —Aseguró y ella asintió.

—O sea, no lo puedo culpar. Justo ayer hicieron pública la separación de la banda y estaba con la cabeza en eso.

—Hablando sobre eso, ¿por qué no le dijiste a Rachel que él es tu novio cuando dijo lo de la noticia? —Llegaron al quinto piso y Martina abrió la puerta del departamento.

—Ya sabes que no me gusta andar diciéndolo porque parece como que presumo. —Su amiga rodó los ojos mientras Martina ponía agua y las rosas en un florero. Guardó la tarjeta en su cartera y la instó a salir nuevamente.— Jenn, ¿notaste las miradas entre Rachel y Gastón?

Hold on (Nick Jonas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora