Capítulo 31

396 66 94
                                    

Narra Tobías

Dos días después, regresé a Buenos Aires.

Mis padres no se habían tomado muy bien mi decisión, pero no me iba a echar atrás. Si mis padres no me querían apoyar, que no lo hicieran. El único que parecía estar contento era mi hermano Nicolás, quien me había estado insistiendo en que le llevara con él a Argentina, pero no podía ser. Mi mánager y todo mi equipo ya se estaban instalando y yo había estado empaquetando mis cosas para mandarlas a Buenos Aires.

Me despedí de todos mi amigos y aclaré lo máximo posible las cosas con Sandra. No se lo tomó bien, nada bien. Hablé todos los días que estuve en Miami con Ariadna. Iba a hacer la universidad vía online y mi madre me aseguró que ellos iban a seguir pagándomela. Hice todos los cambios de país en tiempo record. Quería volver a Argentina el domingo, para ver a Ariadna en el concierto benéfico donde iba a actuar. Lo había conseguido.

Llamé al timbre de la casa y esperé.

—Mierda. —dijo Óscar al verme. Le miré el delantal de cocina y me esperé lo peor. Óscar cocinando es como poner una bomba explosiva en la casa. —Joder, Tobías. ¿No podías haber tardado más?

Mi expresión de sorpresa por el recibimiento fue única.

—Veo que te alegras de verme. —hablé confundido y pasé a la entrada. Dejé la mochila en el suelo y le volví a mirar. —Y que estás cocinando. ¿Qué has quemado?

—Aún nada, pero no es por eso. —me dio unas palmadas en la espalda como saludo y le acompañé hasta la cocina. —Ahora le tengo que pagar a Alan.

— ¿Pagar? ¿El qué? —soltó un bufido mientras sacaba una bandeja del horno.

—Apostamos cuando ibas a volver. —abrí los ojos y se encogió de hombros. —Desapareciste sin despedirte, excepto de Ari, y Alan se enojó muchísimo con vos. Yo estoy un poco molesto también, podrías haber dicho algo.

—Lo sé. Pasó algo y se me olvidó. —contesté. Me animó a probar sus galletas y yo con miedo tomé una. La última vez no salieron muy bien.

—Ya. Acostarte con mi prima te borró la memoria. —no me dio tiempo ni a morder la galleta. — ¿Qué? Pasaba justo por el pasillo y se escuchaban cosas. Me quedé para ver si era cierto. Tenía dos opciones en la cabeza: que fuerais Ari y vos o mi tía y John. No sé qué es peor.

—Dios mío.

—Sí. Me ha formado un trauma cerebral. —se rio. Mordí la galleta para evitar la vergüenza. Vaya, estaba muy buena. —En fin, que Alan estaba tan molesto contigo que decidió apostar por vos. Yo dije que tardarías una semana en volver y él dos o tres días. Podrías haber tardado más, ahora le debo veinte euros.

— ¿Veinte euros? —él asintió y la puerta de casa se abrió.

— ¡Hola! —habló el rey de roma. —La película ha sido increíble. Óscar la tienes que ver te va a... ¡HE GANADO! ¡Te lo dije! —gritó al verme. Me dio un abrazo y luego una patada en la espinilla. —Eso por no despedirte de mí. No vuelvas a hacerlo.

Asentí y le volvió a insistir a Óscar.

—Sí. Ya sé que has ganado y también sé que tengo que ver la película. —dijo Óscar malhumorado. —No te pongas ahora a contarme spoilers. ¿Dónde está el banco más cercando? Tengo que sacar dinero.

—Baja esta calle y tuerce en la tercera calle a la derecha. —le contesté mientras me tocaba la pierna. Se quitó el delantal y se marchó de casa. —Por cierto, las galletas están muy buenas.

— ¡Claro que están buenas, las he hecho yo! ¿Acaso no has visto lo bueno que estoy yo? —me contestó antes de cerrar la puerta. Rodé los ojos y Alan las probó para afirmar lo que acababa de decir.

Ariadna, ¿Qué Hiciste?Where stories live. Discover now