Capítulo 20

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Narra Ariadna

Miré a los ojos al asesino de mis padres que lamentablemente tenía mi misma sangre. Tenía la cara con sumos arañazos, moratones e incluso en carne viva. Parecía un muñeco recién destrozado.

—Espera. —habló de nuevo cuando intenté cerrar la puerta. —No vengo a hacerte daño. —observé rápidamente el tatuaje de su reloj en la muñeca. —De verdad.

— ¿Qué quieres? —susurré y volvió a mirar detrás suya.

—Mejor hablamos dentro. —me pidió.

—Ari. ¿Quién era... Óscar? —escuché la voz de Tobías detrás mía. — ¿Qué haces acá? ¿Y qué te ha pasado?

—Hola. —le interrumpió. —Sé que no entendéis nada, os lo explicaré, de verdad, pero dejarme pasar.

— ¿Cómo sabemos que no vienes con dobles intenciones? —preguntó Tobías que se fiaba tan poco de él como yo.

—Joder. —murmuró. —John está acá, lo sé. Y sé que debéis de saber ya todo. Le ayudé a escapar y todo este tiempo he intentado atrasar esto lo máximo posible. ¿Para qué narices iba a poner mi vida en peligro avisando a mi prima? Además, ¿te recuerdo que intenté evitar aunque fuera durante una milésima de segundo que Purre muriera?

Sentí que el pecho me ardía al escuchar pronunciar el nombre de mi padre en su boca. Lo pensé con lógica. Era verdad, pero no podía negar que me daba muy mala espina. Ya había matado a dos personas y aun teniendo remordimientos por lo sucedido ¿quién me aseguraba que yo no iba a ser la tercera?

—Está bien.

Me dedicó una sonrisa y le dejé entrar.

Se aseguró que cerrara bien la puerta y suspiró aliviado. Se acercó a la pared y se apoyó a ella cansado.

—No sabréis por casualidad algo de primeros auxilios ¿verdad? —preguntó él cruzado de brazos.

Tobías y yo nos miramos sin comprender nada.

—No. —dijimos ambos y puso una mueca.

Al fijarme bien no me di cuenta que realmente no se estaba cruzando de brazos. Me acerqué a él y retiré sus manos.

—Oh dios mío. —mis manos se llenaron de sangre. Creo que me voy a marear.

—No está tan mala. —murmuró mi primo.

— ¿No está tan mal? ¡Te han apuñalado! —exclamó Tobías y le ayudó a sentarse cerca de una silla mientras yo les seguía atontada.

—Es lo que tiene meterse con el jefe. —se rio entre dientes con dolor mientras se quitaba la camiseta. Estaba mal, muy mal. —Tampoco es tan profundo. Si me traéis una aguja me lo coso yo.

— ¿Qué? No. Necesitas ir a un hospital. —contesté reaccionando.

—No. Se curarme yo...

—Chicos, la comida está lista para... —mi hermano dejó de hablar y abrió sus ojitos. —Joder, ¿eso es una apuñalada?

—Alan, la boca. —dijo John que iba detrás suya y nada más ver a Óscar se había puesto alerta. — ¿Qué narices has hecho?

—Hola, viejo. ¿Cómo andas en tu libertad? —le saludó con un apretón de manos. —Como ves, yo estupendamente. Saltándome normas y metiéndome en líos.

—Eres de lo que no hay, Óscar. —murmuró y le pidió algo a Tobías que no le presté atención. — ¿Qué haces acá?

—Me han echado. —murmuró. —Me han mandado a la mismísima mierda por meterme en medio y me han intentado borrar del mapa, pero no iba a permitir eso.

Ariadna, ¿Qué Hiciste?Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon