Capítulo 5

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Narra Ariadna

Dejé que el agua fría de la ducha me aclarara las ideas.

"Yo simplemente lo acepté y te hice caso porque por algo les suplicaste que me alejaran de vos"-- le escuché de nuevo en mi cabeza.--"No tienes ningún derecho. Yo sólo hice lo que querías".

Cerré los ojos con fuerza.

No tendría que estar acá, él no tendría que haber vuelto. Tendría que haberme superado.

Estuve mirando a los azulejos blancos de la ducha hasta que noté que mi piel comenzaba a arrugarse de estar tanto tiempo bajo el agua. Salí envuelta en una toalla y me miré al espejo.

No me reconocía.

Me vestí sin prisa y me cepillé el pelo mientras pensaba en todo lo que acababa de ocurrir.

Eres estúpida, ¿lo sabías?-- comentó mi subconsciente.

Ahora no.

Déjame en paz.-- contesté y me miré al espejo.

Mi reflejo sonrió con ironía.

Sólo he dicho la verdad. Aún no lo entiendo, ¿por qué les pediste eso?--volvió a hablar.

¿Cómo podía tener una cabeza tan pesada?

Vos lo sabes. Además, sólo eres mi cerebro creando una ilusión.--dije dejando el cepillo y alcanzando el secador.--Hazme el favor de desaparecer.

¿Seguro que es tu cerebro y no tu cordura? A lo mejor te has vuelto loca, no me extrañaría.--dijo de nuevo y yo me miré con rabia.-- Hazme desparecer, yo no puedo. Eres vos quien habla conmigo.

Yo no estoy loca.--me quejé.

Si estás loca. Todos estamos locos.--contestó y se dio cuenta de su fallo.--Perdón, nada de frases con ilusión a la película.

Asentí y seguía haciendo mis cosas.

No se lo merecía. Que tu hayas decidido sacar tu lado de loca sin neuronas no significa nada.--comentó de nuevo.--Tobías te quiere.

Por favor que alguien la haga callar.

Es más sencillo así. Él también hizo con esa tal Sandra.--salí del baño para perderla de vista, pero apareció en el espejo de mi habitación.-- ¿Me vas a seguir a todas partes?

No lo haría si tuvieras amigos y hablaras con ellos, pero como Ariadna, la chica que ha decidido alejar a todos para que no sufran, no tiene, acá estoy. Créeme soy yo la que te tiene que aguantar y no al revés.-- se cruzó de brazos.-- No es muy normal hablar con tu reflejo, querida.

Rodé los ojos y me coloqué los pendientes.

Observé en la pared la fotografía colgada de Tobías y yo. No podía quitarla.

Si no le quisieras eso no estaría.--habló de nuevo mi reflejo.-- ¿Por qué?

Porque no quiero que sufra.-- susurré rozando con mis dedos nuestra fotografía.

Aún me acuerdo de ese día.

Acabamos de salir del cine, habíamos visto una película de miedo y yo estaba tan asustada que terminé llorando. Tobías me compró un helado para hacerme sonreír y me convenció para hacernos una foto. Yo le maché con el helado en la nariz e hizo la foto justo cuando me estaba riendo de él. Tobías me miraba con una sonrisa preciosa.

De esta forma sufre más, él y todos a los que has alejado.-- respondió.

No. Así es mejor. Cuando yo sea la siguiente en morir no sufrirá tanta gente.--me alejé de allá y tomé mi bolso.--Y para eso queda menos porque al parecer ya han vuelto a por mí.

La carta la había encontrado en el buzón de casa.

¿De verdad vas a morir sin luchar?--murmuró.--Tus padres por lo menos lo intentaron.

No. Mi madre murió por accidente y mi padre se suicidó. Todo eso pasó porque me querían a mí. Si entregándome dejan de torturar a esta familia, lo haré. No quiero que Alan...--no terminé de hablar.--Lo hice por él. Es mejor que se olvide de mí.

Pero ha vuelto por vos. Te ama y eso aunque quieras no lo podrás cambiar. No puedes cambiar los sentimientos de una persona. Reacciona Ariadna, no le pierdas una segunda vez. Vuelve a ser vos y no...esto. No me gustas así, no se te da bien el papel de mala. Mejor déjaselo a tu tío.--sonrió y yo bufé.-- No deberías de salir hoy.-- y desapareció de una vez por todas.

Maldito cerebro.

Ariadna.--me llamó alguien y miré a mi hermano.--Leo te está esperando abajo. No sabía que hoy ibas a salir. Es mejor que te des prisa porque él y Tobías no parece que se lleven muy bien.

No me digas eso Alan que si no me quedo acá toda la noche disfrutando del espectáculo.--sonreí y él rodó los ojos.

Pasé por su lado y bajé las escaleras.

Como bien me dijo mi hermano, los dos estaban en la entrada con los brazos cruzados mirándose entre sí.

Me mordí la lengua. Si no se iba a ir por las buenas le iba a dar motivos para que se fuera por las malas.

Esto iba a ser divertido.

Hola, amor.--sonreí y me acerqué a Leo para darle un beso en los labios.

Lo hice durar más tiempo y cuando nos separamos él me dedicó una sonrisa.

Hola, nena.--contestó y levantó una ceja.-- No me dijiste que tenías visita.

Es visita no deseada.--susurré y me giré para ver a Tobías.

Su expresión no había cambiado.

¿Por qué no estaba sorprendido?

No deberías de salir teniendo en cuenta las consecuencias.-- dijo con un tono normal.

Esta no era la reacción que quería.

¿Ahora eres mi niñero? Tobías, si fuera por mí no estarías en esta casa, pero debido a una alianza de las otras dos personas que viven acá no tengo opción. Te quedas, pero eso no significa que te preocupes por mí.--contesté y abrí la puerta de casa.--No necesito tus sermones de cómo vivir mi vida. Llegas bastante tarde para dármelos.

Leo salió primero y yo le seguí, pero su mano se aferró a mi brazo y no dejó que anduviera.

Su piel era como la recordaba. Cálida y caliente.

Ariadna, quieras o no me preocuparé por vos. Aquel día que nos hicimos novios te dije que pasara lo que pasara entre ambos siempre sería tu mejor amigo y siempre te cuidaría. Me da igual que me odies, me da igual que me tires mil cosas a la cabeza, que reces porque me marche porque no me vas a poder apartar de tu lado.--me susurró para que no lo escuchara Leo.--Te quiero aunque no quieras oírlo. Si vas y es cierto que vuelven a por vos se lo estas poniendo más sencillo. No lo hagas.

Vos ya no eres mi mejor amigo. Además, ¿quién te ha dicho que no quiero que vengan a por mí?--sus ojos mostraron sorpresa y me solté de su agarré.

Leo nos miraba con dudas y me acerqué a él para tomar su mano.

Noté como la mirada de Tobías bajaba a nuestras manos entrelazadas y luego subía para mirarme a la cara.

¿Si quieres le echo de casa?--me dijo Leo al oído.

No te preocupes, se acabará yendo. Es lo que le conviene.--contesté y me subí en el auto con él.

Arrancó el motor y observé por última vez a Tobías apoyado sobre el marco de la puerta de mi casa.

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Después de mil años ya me deja poner el guión😂 soy feliz. Antes no me dejaba por algo del sistema.

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Byeee💋

Ariadna, ¿Qué Hiciste?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora