Capítulo 13

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Narra Ariadna

¡Para de una vez!-- le grité empujándole a fuera de casa.

Te voy a matar hijo de puta. -- seguía diciéndole Leo a Tobías.

Venga, atrévete. -- le retó él.

¿Te puedes callar un segundo? Intento salvarte la vida.

Dios, Leo, basta. — le conseguí sacar de casa y cerré la puerta detrás de mí.

Le observé andar hacia la acera y le dio un golpe a su auto. Después se dio cuenta que se hizo más daño él que el automóvil.

Gritó cosas al aire y ya cuando vi que suspiraba me atrevía a hablar.

¿Has terminado?—pregunté.

Puede. —respondió y se apoyó en el capó. — ¿Por qué no se ha ido?

¿Por qué mandaste a tus amigos a que le hicieran eso? —le pregunté esta vez yo.

Odio que me contestes con una pregunta. —bufó.

Y yo odio que te comportes como un animal. —me encogí de hombros.

Nos quedamos en silencio mirándonos a los ojos. Sus hombros se relajaron y dirigió su mirada al suelo.

Lo siento. —se disculpó.

Mentira.

No lo sientes. —le contesté.

Uno se intenta disculpar y ya no puede. —exclamó. — ¿Por qué siempre me llevas la contraria a todo? Ayer te dije que me esperaras y vas y desapareces. ¡Pensaba que te habían secuestrado!

Ya ves que no fue así. —él suspiró con fuerza.

Ariadna. —me tomó la cara entre sus manos y me miró a los ojos. —Me alegró un montón que quieras entregarte al loco de tu tío para no hacer sufrir a la poca familia que te queda, pero yo jamás dejaré que hagas eso porque es una auténtica locura y porque te quiero demasiado para dejar que te pase nada. Hazme el favor de dejar de desparecer y avisarme a dónde vas para evitar otro ataque al corazón. Un día me mataras, nena.

Asentí sabiendo que tenía a razón.

Todo este tiempo Leo había estado en mis peores momentos, tenía su lado malo que era prácticamente todo él, pero siempre quedaba esa pizca de esperanza donde salía su verdadero yo. Ese era mi amigo, el chico que me escuchaba, el que le gustaba hacer bromas, el que se preocupaba por mí, el que no usaba la violencia para acabar con los problemas...

Vale. —me sonrió y me di un beso en la comisura de los labios. —Me voy a ir porque si no mataré al modelo que hay en tu casa y sé que no te gustará porque sin comprenderlo aún le tienes aprecio.

No le tengo aprecio. —me crucé de brazos.

¿Y por qué sigue en tu casa? —me atacó.

Porque Alan y luz...—no me dejó terminar.

Siempre la misma excusa, Ari. Si realmente no quisieras que estuviera en tu casa le hubieras echado sin la necesidad de escucharles a ambos y no tendrías una maldita foto suya en tu pared. Y no hablemos del álbum de fotos que hay...—le tapé la boca y miré a los lados.

Menos mal que no hay nadie.

¿Nunca te dije que eres más lindo cuando ninguna palabra sale de tu boca? —le sonreí.

No me lo dices mucho. —me mordió la mano y me atrajo a su cuerpo. —Te quiero.

Suspiré hondo. Muy pocas veces decía un "te quiero" sincero, pero cuando lo hacía siempre parecía un cachorrito inofensivo.

Ariadna, ¿Qué Hiciste?Where stories live. Discover now