-Ni te acerques- lo retó Lily.

-Bien, entonces será por las malas. ¡Cogedlos!

Se desató el caos por segunda vez. Rayos congelantes, paralizantes y ardientes cruzaban volando de un lado hacia otro la calle, mientras nosotros los bloqueábamos a duras penas. Nuestros ataques escaseaban frente a la cantidad de contraataques de nuestros oponentes.

-¡Rick cuidado!- avisé gritando. Un torbellino de sombra se acercaba a toda velocidad hacia él. Lo esquivó por los pelos, y siguió lanzando bolas de fuego a diestro y siniestro.

La batalla empezó a alargarse, y ni nosotros ni nuestros aliados conseguíamos avanzar lo más mínimo en los ataques, es más, nuestras fuerzas empezaban a flaquear.

-¡Hansel a tu derecha!- oí un grito de alguien que me avisaba. Me giré rápidamente. Un brillo azul me cegó por completo, impidiéndome seguir peleando. Un instante después estaba inmovilizado. Algo me impedía moverme, ni un simple gesto, nada. Mi cuerpo estaba completamente bloqueado.

- ¡Por fin!- gritó una voz malévola- Atrapadles antes de que se pase el efecto.

Observé a mí alrededor todo, o bueno, lo que componía mi campo de visión, ya que no podía mover ninguno de mis músculos. Todo tenía un color azul blanquecino, y había en una tranquilidad inaudita. Ni un solo movimiento. Nada se movía. Todo estaba detenido, absolutamente todo.

Varias risas sombrías y muy tétricas eran lo único que era capaz de oír. Ni un coche, ni una conversación. Nada. Solo las siniestras risas. Al parecer no todos estaban congelados.

-Ayayay… A lo que me habéis obligado, niñatos malcriados…- Uno de los Oscuros empezó a pasearse alrededor de una figura inmovilizada. Pude reconocerla al instante, pelo negro azabache, ojos grises…Jannette.- Congelar ciudades no es mi especialidad… pero bueno… Ya está, se acabó. Nosotros ganamos, vosotros perdéis. Es así de simple. No hay más.

-Te equivocas- dijo una voz muy familiar.- Olvidabas algo, amigo…

Allí estaba Rick. De su mano surgían llamas rojas y naranjas, y sus ojos brillaban de una manera extraña. Tenían un color rojo intenso, que daba a entender que ni todo el hielo de la Antártida podría extinguirle en ese momento.

En menos de lo que canta un gallo, Lily, Jannette y yo estábamos libres.

-¡No es posible!- chillaron frustrados nuestros adversarios.

-Nunca subestimes a un niñato malcriado capaz de crear fuego de la nada- dijo Rick con sorna.

En ese momento pude comprenderlo. Si intentábamos luchar contra los Oscuros individualmente, no conseguiríamos nada. Teníamos que unir nuestros poderes.

-¡Jannette! ¡Fusión! ¡Hay que unir los poderes!

-¡De acuerdo!

En menos de un segundo, Rick y Lily comprendieron también el plan. Lily lanzó unas bolas de agua contra los oscuros, que Jannette congeló mientras se dirigían a nuestros adversarios en el aire. El hielo impactó de lleno contra uno de ellos, que empezó a quejarse.

-¡Funciona!- gritó Rick eufórico. Era lógico, la fusión de los poderes tenía mayor repercusión sobre ellos.

-¡Vosotros!- llamó Lily a los aliados- ¡Ya lo habéis visto! ¡Juntad los elementos!

Las ninfas asintieron frenéticamente. Pronto, la batalla empezó. Los Oscuros creaban más y más hombres de humo, y mientras nuestros aliados acababan con ellos, nosotros tratábamos, sin resultado, de acercarnos a los causantes de todo aquello.

Apenas en unos minutos, conseguimos tumbar al primero de los Oscuros, que acabó tirado en el suelo, mientras su cuerpo inerte, del que emanaba esencia negra, causaba un dolor desgarrador en el interior de sus compañeros.

-¡NOOO!- gritó su líder

La lucha se hizo más intensa desde aquel momento: los golpes y las emboscadas más difíciles de parar, la fatiga cada vez mayor… No pensábamos rendirnos, nunca.

-¡Rick, a tus espaldas!- grité. Uno de los Oscuros se acercaba sigilosamente a él, intentando pillarle por sorpresa.

-Flechas incendiarias- dijo en apenas un susurro, por los que tuve que hacer un esfuerzo y leer sus labios. Asentí en cuanto comprendí lo que pretendía.

Hice aparecer en mis manos un arco de madera e hice crecer a su vez un arbusto en el suelo al momento. En pocos segundos tenía unas flechas bien preparadas en mi mano. sonreí para mis adentros. Se sentía bien el poder hacer creer cualquier cosa del suelo, siempre y cuando estuviera viva.

-Allá van, Rick- lancé las flechas, que Rick incendió mientras estaban en el aire. Las flechas, prendidas en llamas, parecían no consumirse. Qué extraño… Pero bueno, somos dioses, lo que creamos será inmortal también, ¿no?

Tras unos pocos segundos de espera, las flechas llegaron a su destino por fin e impactaron de lleno contra el segundo Oscuro, que también acabó tirado inerte en el suelo tras unos minutos de ser la “Antorcha Humana” y robarle el puesto a Rick. Otro grito desgarrador surcó el aire, era como si estuviésemos acabando poco a poco con el monstruo, y todavía faltaran dos partes que destruir.

-¡Bien!- celebró contento.

En ese momento me surgieron las dudas: ¿cómo era posible que murieran, si al igual que nosotros eran dioses? Me fijé en los que me rodeaban; Holly estaba a pocos metros de mí.

-Es por su condición- me respondió cuando se lo pregunté- ellos nunca pertenecieron a Paradise, por lo que no son inmortales. Su poder es desmesuradamente grande, pero eso no impide que puedan morir.- me sonrió y siguió cargándose a hombres de humo. Por cada uno que hacíamos desaparecer, varios más le reemplazaban. Aquello era imposible de superar…

Pero no acabó ahí la cosa. Tras un rato más de pelea, llegó más de una docena de los mismos lobos de los que nos habíamos deshecho antes, acompañados por un par más de vampiros. Nos reunimos los cuatro en una zona del campo de batalla para idear un plan. No ganaríamos sin algún tipo de estrategia.

-Yo y mis aliados nos ocupamos de los hombres de humo- avisó Jannette a la vez que destruía a unos cuantos a su espalada con un torbellino.

- Nosotros vamos a por los  vampiros- añadió Rick, después se marchó a otra parte de la calle, cuya mitad seguía congelada, aunque se derretía por momentos. No se divisaba gente o movimiento mortal por los alrededores, debían de haber huido todos, seguramente.

- Yo me ocupo de los lobos- informé

-Voy contigo- se ofreció Lily. Asentí, y juntos nos dirigimos hacia los que debíamos destruir. Aquello empezaba a hacerse tedioso. En pocos minutos, teníamos a la mitad de la manada entre zarzas, otra parte ahogada en las olas de Lily y el resto había huido corriendo. Necesitaba acabar de una vez con los Oscuros.

-¿Vamos Lily?- ofrecí.

-Claro- respondió ella.

Corrimos hasta otro de los Oscuros, no era el líder. Hice crecer rápidamente unas cuantas plantas carnívoras a su alrededor.

-¿De verdad te crees que vas a conseguir algo con plantitas de medio metro de alto?

-Tranquilo, amigo. Todavía no has visto el show completo. ¡Lily!

Ella lanzó un chorro de agua que empapó todas las plantas. Ahora era mi turno.

Concéntrate, Hansel, concéntrate.

Las plantas empezaron a crecer y crecer y crecer sin parar. En pocos segundos tenían cuatro metros como mínimo.

-No-no…- fueron las últimas palabras del dios antes de que una planta se lo tragara entero.

-¡Bien, uno menos!- grité.

El campo de batalla, ya casi vacío, se detuvo ante el último de los Oscuros restante.

- Bien niñatos, acabáis de desatar a la bestia.

Los Guardianes de los Cuatro Elementos ©Where stories live. Discover now