Capítulo 27

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JANETTE

Le observé con detenimiento. Su pecho se alzaba y volvía a descender lentamente al compás de su respiración, y sus párpados cerrados temblaban mientras roncaba ligeramente.

Me reí. Parecía haber pasado una eternidad desde que pude oir su voz por última vez, aunque no hubiesen pasado más que una docena horas, y antes de eso... un año.

Seguía con la incredulidad a flote, sin poder centrarme más que en los acontecimientos dados en la pasada mañana. ¿Cómo era posible que las cosas cambiasen tanto en tan solo unos instantes? En un momento, la situación pasa a ser la que llevas esperando lo que parece media vida... y al instante siguiente te sumes en un océano de tristeza y confusión, para acabar volviendo al punto de partida, a que una de las personas más importantes de tu corta e infantil vida, vuelvan a ahogarse en un profundo y devastador sueño. Como Hansel.

¿Quién iba a pensar que en tan poco tiempo, alguna -o más bien algunas en mi caso- personas pueden entrar en tu vida así, de sopetón, y pueden llegar a convertirse en alguien tan vital y tan importante para ti?

Desde que llegamos a Belegost, al claro oculto -sí, así se llama según algunos nativos- ocurrieron pocas cosas en mucho tiempo, y la situación comenzaba a exasperarme. La gente herida por la batalla y por el efecto de las Avathar, también llamadas Sombras Sonrientes (podríamos decir que aprendí cultura mágica en abundancia durante aquel largo y pedante año de espera) se recuperó poco a poco, y con constancia comenzaron a prepararse para la batalla una vez más. Sí, como si no fuera suficiente el hecho de que todavía teníamos que encontrar a la divina hija de nuestros "exjefes"; que seguíamos sin tener noticias de nuestros padres; que el único elemento que era capaz de hacernos llegar a la Heredera seguía en poder de Marian, y aun habiéndonos acogido un año, seguía desconfiando de nosotros, teníamos que luchar contra el último de los Oscuros que había sido capaz de sobrevivir.

Seguíamos preguntándonos cómo era posible que nosotros, cuatro chicos y chicas, tan normales y tan simples, fueran en realidad los encargados de proteger cuatro de las más preciadas posesiones de la naturaleza. Bien es cierto que nuestra vida había dado un giro radical, pero poco a poco mi memoria afloraba con lentitud. Como si de repente un animal que hubiera hibernado durante tantos años estuviese despertándose y recobrando el conocimiento.

Eran como pequeños destellos de luz, como escenas sueltas de una película que aparecían en cualquier momento. Desde cosas tan simples como el olor al chocolate caliente que Lily preparaba por las mañanas, hasta recuerdos tan relevantes como el momento de la conversación escuchada a escondidas, que no hizo más que traernos problemas.

¿De verdad era posible que los Supremos hubiesen creído a los Oscuros en lugar de a nosotros? ¡Ah, es cierto! Lo más seguro es que no estéis informados de las últimas nuevas de aquel momento.

Al parecer los Oscuros habían sido antaño los más fieles consejeros de los Supremos, hasta que la maldad y las tinieblas que recorrían sus entrañas habían sido capaces de manifestarse al resto y habían huido antes de que los consiguieran apresar. En realidad, fueron ellos los que nos inculparon del tan horrible crimen que como consecuencia había tenido nuestra expulsión de Paradise.

Ah...Dulce y querido Paradise... También tenía unos pocos recuerdos que aquel maravilloso asentamiento. Tal y como indica su nombre, era lo más parecido al paraíso de los cuentos que contaban las madres a sus hijos en la Tierra. Un lugar repleto de vegetación y de hermosas cascadas y lagunas, un mundo de bondad y amor diseñado por los propios Supremos en sus comienzos. Pero basta de conmemoraciones por un segundo. Algo extraño ocurría.

Los Guardianes de los Cuatro Elementos ©Where stories live. Discover now