Capítulo 16

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HANSEL

Aporreé la puerta con fuerza hasta que esta cedió bajo mis golpes y conseguí salir de la mugrienta sala en la que llevaba tres días sin dormir.

Un largo pasillo se extendía frente a mí, que lindaba con otra puerta de mismo aspecto a la que me había mantenido cautivo en aquella prisión. Seguí caminando hasta llegar a mi destino, y abrí la puerta de golpe. Necesitaba escapar.

Algo parecía mantenerme cuerdo y con sentido común, ya que cuando crucé la puerta encontré una mesa sobre la que descansaba una gigante cesta repleta de jugosas frutas que eran completamente desconocidas para mí, y que parecían estar llamándome a gritos para comerlas, algo me impulsó a seguir adelante, y a no pararme a degustar los frutos.

Atravesé otra puerta más, y esta vez acabé en una habitación bien amueblada con una gran cama y numerosas estanterías llenas de extraños frascos. Me fijé en la cama, sobre la que un bulto destacaba bajo las sábanas. La rodeé y pude observar un pie y una mano que asomaban bajo la colcha, así que me acerqué lentamente y de un tirón arranqué las mantas revelando al o a la que tan plácidamente dormía bajo ellas.

Rick roncaba con frenesí, y unas gotas de saliva le asomaban sobre el labio inferior. Estaba completamente desparramado sobre el colchón.

Algo iba mal. Bajo su labio superior asomaban unos dientes afilados y puntiagudos que parecían estar indicando con neones y flechas luminiscentes peligro. El ojo derecho, ligeramente abierto, dejaba a la vista una pupila roja como la sangre, que acechaba inmóvil cada uno de mis movimientos. El ojo contiguo se abrió hasta quedar a la altura del otro, y finalmente, los párpados se abrieron por  completo.

Un suave sonido gutural empezó levemente a surgir de su garganta hasta convertirse en un fuerte gruñido que me hizo ponerme alerta. Él se puso de pie y comenzó a caminar hacia mí muy lentamente, apenas avanzando unos centímetros con cada paso que daba, y aunque la distancia que nos separaba era de un par de docenas de metros, no tardaría más de pocos minutos en darme alcance.

Miré hacia todos lados desesperado. Aunque intentara escaparme de él por algo de tiempo, acabaría llegando hasta mi posición, ya que mientras la luna se iba asomando poco a poco cada vez más sobre el marco de la ventana, él parecía cobrar fuerzas.

Piensa Hansel, piensa... ¡Bingo!

Mi mirada se topó con una rejilla de ventilación que, aunque estaba a mucha distancia del suelo, era una salida.

-Grr...-oía los gruñidos a mis espaldas mientras miraba mi salida de escape.

Hice una panorámica de la sala, buscando algo con lo que pudiera subir hasta tal altura. La cama... No, demasiado baja; la estantería... Tampoco, no parecía muy estable. Con el clon maligno de Rick acercándose mas rápido, las rodillas me flaquearon.

Se me encendió una bombilla.

No sabía si había sido un sueño, o había pasado de verdad, cosa poco probable y que no seguía lógica o ley física alguna, pero tenía que intentarlo, era mi última esperanza. Intenté concentrarme con todas mis fuerzas mi energía, y apoyé la palma de mi mano contra el suelo.

Nada.

Grité, pero no de miedo, sino de furia, porque iba a morir allí y no tenía idea alguna de cómo escapar. El monstruo pareció cobrar más velocidad al oír mi alarido, ya solo nos separaban unos pocos metros. Volví a colocar mi mano contra el cemento, ahora con toda mi ira desatada, y un pequeño fulgor cruzó el suelo. El tiempo se paró por un segundo.

ZAS

Una densa maraña de zarzas llenas de afiladas espinas surgió del suelo en una décima de segundo rodeando al clon malvado por completo. Una sensación de victoria me inundó por completo, dándome las fuerzas renovadas que necesitaba para seguir adelante con mi descabellado plan.

Los Guardianes de los Cuatro Elementos ©Where stories live. Discover now