Capítulo 2

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LILY

Le di el sobre a Rick y me di la vuelta para irme al campo de fútbol sin apenas mirarle, aunque en los pocos segundos en los que nuestras miradas se conectaron se quedó mirándome como si fuese la única cosa que mereciera la pena ver en aquel inmenso pasillo.

Wow Lily, el chico más popular del instituto se te ha quedado mirando embobado, eso es nuevo.

Me senté sola en las gradas del campo de fútbol y saqué mi cuaderno de dibujo. Desde que era pequeña había ido a clases de pintura, y se me daba bastante bien. Busqué el lápiz dentro la mochila, y en cuanto la punta de este rozó el papel, en mi cabeza se dibujó un símbolo. Era un símbolo sencillo, compuesto solamente de líneas curvas y espirales que dibujaban una ola en movimiento. Lo dibujé rápidamente antes de que se me olvidara y lo observé.

Era la primera vez que lo veía, pero al parecer mi subconsciente no opinaba lo mismo, ya que me resultaba conocido de algo. Decidí dejar el dibujo de lado y me puse a pensar en el sueño, o más bien en la pesadilla que había tenido noches atrás por primera vez y que desde entonces se repetía.

Estaba en el agua, exactamente en el mar, y me ahogaba. Llevaba tiempo nadando para no hundirme, pero estaba cansada. Seguí pataleando con todas mis fuerzas hasta que la energía se me acabó y empecé a sumergirme. La vida se me escapaba como el agua entre los dedos.

Bien Lily, buena comparación, especialmente para la ocasión.

Lo más extraño es que un instante antes de despertarme, tenía la sensación de que bajo el agua, no me ahogaba, cosa imposible claramente.

El timbre sonó sacándome de mi ensoñación e indicándome que las clases volvían a empezar. Corrí a dejar las cosas en la taquilla y a coger los libros para no llegar tarde a clase. Llevaba varios días llegando tarde por culpa del cansancio de las mañanas y si volvía a pasar me bajarían la nota del curso, que ya era bastante baja de por sí.

Entré en el aula en el último momento y me senté en mi sitio del centro de la clase, me puse los auriculares y estuve toda la clase de Geografía escuchando música. El resto de las clases pasaron rápidamente y en cuanto la campana sonó indicando el fin de la jornada escolar, corrí a dejar los libros en la taquilla para llegar rápido a casa. Mis padres se iban temprano a una gala de no-se-que cosa y me quedaba la casa para mi sola toda la noche. Aparte, era viernes, así que, ¡Maratón de pelis! Llegué a la taquilla, dejé todos los libros, cogí mi mochila y salí del instituto. Me puse los cascos y le di al "play" en mi móvil. Se me ocurrió pasar antes de llegar a casa por la cafetería, así que me di la vuelta y cambié el rumbo para llegar a ella esperando que no hubiesen cerrado aún.

-Qué suerte, está abierto-murmuré

Entré en la cafetería haciendo se sonara la campana que había encima de la puerta. La fragancia del chocolate y de los dulces me inundó y sonreí disimuladamente. Me apoyé en el mostrador.

-Hola Pat- salude al dependiente. Era un hombre anciano de ojos color esmeralda con una chispa de alegría poco usual y pelo canoso, que era como un segundo padre para mí.

-Hola Lil- me respondió. Era el único que me llamaba así.- ¿Que te pongo?

-Lo de siempre- le contesté sonriendo.

Se giró para coger mi pedido y me lo dio: un chocolate caliente y un pedazo de tarta de manzana.

-Invita la casa- dijo mientras me guiñaba el ojo.

-Oh no, tranquilo te lo pago.- dije rebuscando en la mochila.

-Nada de eso Lil, ya sabes que desde lo que pasó te invita la casa, pero no me agotes la tarta de manzana...

Me reí de su broma, pero me entristecí al recordar lo que pasó pocos años atrás, todavía no lo había superado. Decidí dejar esos pensamientos de lado y fui a sentarme a una de las mesas.

Mientras pasaba junto a ellas, vi en una sentada a una chica de pelo negro con ojos grises que leía un libro. Creo que era una chica que iba conmigo al instituto. Me sonrió y saludó, a lo que yo contesté igual. Pues sí que iba conmigo al instituto. No la veía muy a menudo, creo que se llamaba Jannette.

Me senté en una mesa del fondo, me tomé el chocolate y el pedazo de tarta, y salí rápido de la cafetería, no sin antes despedirme de Pat. Anduve hacia mi casa con los auriculares puestos escuchando música.

-¡Socorro!- oí un grito a lo lejos.

Me quité los cascos extrañada y corrí hacia donde había oído el grito.

-¡Dejadme en paz!- oí la misma voz otra vez.

Giré la esquina de la calle y me topé con un grupo de tres chicos de mi edad que rodeaban a otro que parecía un poco más pequeño y que estaba en el suelo llorando mientras los demás se reían o gritaban burlándose de él.

Toda la rabia de mi cuerpo se activó en aquel instante y corrí a ayudar a aquel indefenso chico.

-¡Eh capullos! ¿Qué creéis que hacéis?- les grité.

- ¡Fuera de aquí freaky!

Me acerqué y vi que al chico que estaba en el suelo, le sangraban la ceja y el labio.

El primer chico me intentó pegarme un puñetazo cuando me acerqué, que esquivé con facilidad y le agarré el brazo poniéndoselo detrás de la espalda y empujándoselo hasta que oí un "clac" indicando que le había partido el brazo o como poco se lo había dislocado. Se tiró al suelo y empezó a retorcerse de dolor.

El segundo intentó pegarme una patada en el estómago, que esquivé por los pelos y a la que respondí con una patada en la mandíbula haciendo que cayera al suelo como el primero.

El tercero sacó una navaja, pero al ver cómo le temblaba el brazo, supuse que no sería hábil con ella. Le pegué una patada en la mano haciendo que la navaja saliera volando unos cuantos metros y dejándolo sin defensa. Salió corriendo antes de que pudiera acabar con él.

Miré a los dos que estaban en el suelo

Vaya, ocho años de kárate y ser cinturón negro por fin sirven de algo.

Ayudé al chico a levantarse.

- ¿Estas bien? - le pregunté preocupada

-Sí, ¿Y tú?

-También.

Me acerqué a su cara para examinar sus heridas.

-El corte del labio no es muy profundo, pero el de la ceja es algo más grave. Vamos a mi casa y te lo curo.

Asintió levemente sonriendo y empezamos a andar.

Los Guardianes de los Cuatro Elementos ©Where stories live. Discover now