Capítulo 25

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Viernes 26 de junio

Aquellos dos últimos días habían sido, para ella, una montaña rusa de emociones que únicamente ascendía, nunca iba para abajo. Era evidente, ¿no? Después de lo ocurrido en casa de Alba la última vez que había ido a buscarla. Soltó una carcajada para sí misma antes de abrazar el peluche de Hulk contra su pecho con fuerza y morderse el labio inferior en un intento por aguantar la euforia que recorrió su sistema, cosa que no consiguió demasiado cuando pataleó en la cama con un grito ahogado que se atascó en su garganta.

Llevaba un rato despierta, a pesar de que solo eran las nueve de la mañana, no obstante, su cuerpo se había acostumbrado a ese horario y de ahí que ya tuviera los ojos abiertos. Estaba claro que su mente no podía evitar recordar lo mismo una y otra vez, parecía haberse quedado a vivir en la sensación de aquellos labios gruesos adormeciendo a los suyos con ternura, y es que no era para menos. Qué bien se había sentido al tener su pequeño cuerpo entre sus manos grandes, Alba era diminuta, por muchos años que, según ella, le sacara. Su pequeñez y fragilidad tan solo le animaba a quedarse a su lado, a protegerla de lo que sea que pudiera llegar a pasarle, a ser su alma gemela, su otra mitad, su compañera a cada momento del día, su "ven y quédate conmigo". Y es que Natalia estaba deseando sucumbir a todo eso, deseaba ser todo eso y más, todo lo que la rubia le permitiera.

Suspiró todavía con la misma sonrisa de idiota que había poblado sus labios desde que hubo abierto los ojos. Ya decidió que era hora de levantarse, debía llevar a Elena a la escuela de verano y se le iba a hacer tarde. Se separó de la única sábana que la cubría y camino por el largo pasillo, después de haberse cambiado el pijama, para despertar a su hermana menor, darle de desayunar y llevarla a clase.

Mientras la pequeña se tomaba el Colacao y se comía las galletas que la mayor le había preparado, Natalia se dedicó a repasar sus tareas para el día según el plan que le envió la profesora por correo a principio de semana, cuando todavía no habían hablado. Lo cierto es que, de hecho, tampoco lo habían hecho desde lo ocurrido en su casa, Alba no le había escrito y ella tampoco lo había hecho para no agobiarla. Sin embargo, las dos sabían que tenían una conversación pendiente, y lo cierto es que la morena estaba deseando volver a verla de nuevo. Por otro lado, ahora mismo solo podía flotar y nadar entre esa sensación de ebriedad que le había abrigado desde el primer momento en el que sus labios se unieron con los de la rubia. Eso sí, estaba deseando enfrentarla y volver a sucumbir a su boca encantadora y hechizada, porque sí, bien podía tratarse de un embrujo al que había sido arrastrada a favor de su voluntad. Si así era, ella se encontraba encantada de aceptar el hechizo.

-¡Nat!— exclamó su hermana pequeña para hacerla despertar de su pequeña ensoñación. La muchacha dio un brinco en la silla— ¡Quiero más galletas, porfa!— exigió con la enormidad de sus ojos brillantes clavados en ella.

-Voy, voy— cedió antes de levantarse y acercarle otro paquete de las galletas de dinosaurios que tanto le gustaban a la pequeña—. Pero no abuses que después te duele la barriga, ¿vale?

-¡Vale!— pero por supuesto que le daba igual, ella solo quería sus galletas. En cuanto se las puso delante, la niña se aventuró hacia ellas para terminárselas en menos de lo que canta un gallo. A Natalia no le gustaba que comiera con tantas prisas, pero sabía también que reñirle sólo serviría para cabrearse y no conseguir nada.

Antes de salir de casa, se acercó a la habitación de Santi para verlo dormir cual marmota. Ahora que había terminado el instituto estaba aprovechando las noches para quedarse jugando videojuegos hasta las tantas, y se levantaba bien tarde también, pero Natalia prefería eso antes que tenerlo en la calle expuesto a muchos otros peligros bastante peores. Por otro lado, se aproximó a la habitación de su padre y le hizo saber con un hilo de voz que se iba al colegio para dejar a Elena. El hombre le respondió con un gruñido mal formulado y siguió durmiendo o lo que fuera que hacía ahí adentro la mayor parte del día.

Cruzando el límiteWhere stories live. Discover now