Abatida por las decisiones de su madre y las consecuencias que dejó el divorcio de sus padres, Arley Bunne vuelve a su ciudad natal sin expectativas de nada.
Había abandonado esa ciudad hace dos años y no esperaba volver tan pronto. Su objetivo era...
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Cinco días han pasado y sigo cuestionándome lo que sucedió en aquel muelle. No he encontrado las palabras exactas para describir cómo me siento. Cada vez que intento formular algo, me trabo y me quedo en la nada figurando lo que sucedió esa noche en mi cabeza.
A pesar de que mi mente parece jugarme una mala pasada intentando que algo de todo lo que sucedió me guste, solo puedo aferrarme a una certeza al final del día, y es que lo odio.
Odio a Jaffner por no poder transitar más de una hora sin tenerlo en mis pensamientos.
Luego de escuchar pacientemente la experiencia de Neville sobre esa noche, de cómo las caderas de una chica llamada Parcy se amoldaron a sus manos como una bola de nieve mientras me encontraba perdida en ese muelle junto a Leton, esperé por mi turno y le dije todo. Le conté todo lo que había sucedido, cada detalle y lo frustrada que me siento por no tener una respuesta de Leton.
— ¿Te gusta Jaffner? —Neville pregunta y mi cuerpo parece paralizarse a pesar de que mis pies siguen su ritmo habitual por el césped.
—Claro que no, conozco a Jaffner hace menos de dos semanas ¿es que acaso no me has oído?
—Sí, lo sé, pero también conozco a Jaffner, sé lo impulsivo y sugestivo que puede ser con las chicas, y a pesar de que te conozca, no creo que seas la excepción.
— ¿Qué se supone que te hace creer eso? ¿Es que acaso no notas cuanto lo odio? Esta noche he decidido ponerme tan lejos de él como es posible.
—Y esperas encontrar a Leton y robarle un beso —repite en un intento burdo por imitarme—. Lo sé, pero eso es algo que solo Jaffner haría, no has perdido su nombre cada vez que hablas, ten cuidado con ese odio porque al final del día es un sentimiento y puede cambiar, Jaffner siempre sabe cómo.
—No soy de ese tipo, sabes lo sentimentalmente conectada a Leton que me encuentro como para perder mi tiempo con idiotas como Jaffner.
—Sólo digo, no quiero ser el que no te advirtió —me quedo en sus palabras, no quiero enfadarme con él por creer que soy lo suficientemente débil como para caer a los pies de su amigo, pero sé que se equivoca.
—Creo que puedo ver a Brecko, dijo que lo buscáramos en el ala derecha de la casa.
Sigo a Neville por detrás y observo el ambiente a mí alrededor. La gente alcoholizada se encuentra en cada rincón de este lugar. Instintivamente mi nariz se arruga ante el aire que percibo inundado de nicotina. Siempre es el mismo patrón y aún no defino cómo podría volverme loca todo esto.
Nos dirigimos exactamente al ala derecha a una sala lo relativamente grande y colmada de personas. Al acercarme, un balde de agua fría cae sobre mí, las esperanzas de no ver a Leton se pinchan como una débil burbuja de jabón.
— ¿Y qué estábamos perdiéndonos? —Pregunta Neville irrumpiendo en su grupo de amigos.
—Nada en lo absoluto, he estado esperando a Kalie por media hora, Jenna y Jaffner no se despegan, y es grotesco la verdad —pronuncia Samantha. Me giro por instinto al oír su nombre y me encuentro su par de ojos mirándome mientras la chica a su lado se ocupa de besar su oreja.
