Capítulo 14

499 35 35
                                    

Intento caminar firme pero mis piernas parecen gelatina

Hoppla! Dieses Bild entspricht nicht unseren inhaltlichen Richtlinien. Um mit dem Veröffentlichen fortfahren zu können, entferne es bitte oder lade ein anderes Bild hoch.

Intento caminar firme pero mis piernas parecen gelatina. Jaffner se gira en mi dirección y me repasa discretamente, le sonrío con una línea fina intentando mantener compostura pero sus ojos sobre mí no ayudan mucho a mi estado.

— ¿Qué tanto me miras? —Digo casi luchando con mi nerviosismo.

—A toda tú —su vista literalmente se ha perdido. No en un punto de la habitación. No en el vacío. Su vista se ha perdido en mi rostro.

—Me pones nerviosa.

—Ese es el punto.

—Para ya, Jaffner —mi rostro en este punto estaba hirviendo.

— ¿Por qué? Si tienes ojos preciosos.

Lo digo ahora o nunca.

—Apuesto a que se verían mejor si me pongo de rodillas —Me río y se sorprende con mi comentario sugerente.

— ¿Qué? —Admito que mi ingenio me falla completamente esta noche pero hago un intento al menos.

Su mirada cambia y se desconecta de su trance. Sus ojos se abren de par en par y me observa sin poder creer lo que acaba de escuchar.

— ¿Hablas en serio? —Pregunta animado y una sonrisa se filtra en mis labios.

—Nunca había sido más sincera en mi vida, creí que con la mochila entenderías todo. Tú sabes...

— ¡Joder! Ten por seguro que no seré el único que me arrodille por alguien esta noche.

Por impulso me pongo de pie y Jaffner me observa cómo si no conociera lo que tiene en frente.

Pagamos y salimos del lugar.

Al salir, el frío se cuela entre mis piernas y una brisa me asalta.

El cielo estrellado se ha dispersado y se cubre de nubes espesas. La noche no puede ser más perfecta. Así somos esta noche, como un par de estrellas brillantes en la mitad de la oscuridad de la noche. Un par de estrellas que se cubren de un manto espeso lleno de tensión que va a liberar una gran tormenta en cualquier momento.

Jaffner se adelanta pero antes de abrir la puerta para mí, se detiene y me observa confundido, como si tratara de descifrar algo en su cabeza.

—Entonces —piensa por un minuto y me incorporo quedando frente a él—. Para eso era la mochila, para eso el traje y el vestido ¿acaso debía comprar un par de velas? —Niego y comienzo a reír.

—Claro que no, es que no sabía qué demonios necesitaba.

—A mí, un condón y nada de ropa. Fácil.

—Bien, vale. No todos tenemos años de experiencia.

—Lo sé, pero... Te aseguro que puedo enseñarte, oh, sí que puedo enseñarte lo que desees.

Change This HeartWo Geschichten leben. Entdecke jetzt