Capítulo 12

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Medité y premedité

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Medité y premedité. Busqué en lo más recóndito de mi mente una salida. He logrado convencerme de lo que podría ser correcto, pero tras tomar cartas en el asunto ya puedo decir que estoy segura de lo que estoy haciendo.

Fue complicado dejar todo y asegurar mi estabilidad en un lugar fijo. Fue difícil luchar con mi mente mientras se encontraba arraigada a la curiosidad y estaba turbada por la confusión. pero en momentos como este ya no hay tiempo para pensar porque el tiempo se esfumó y con eso el verano.

Por ser mi primer día prometieron llevarme. Agradezco no llegar al instituto como siempre: luciendo cada año como una completa extraña.

Bajo paso por paso, observando la casa por completo, tragando mis nervios como un gran puñal. El olor a café permanece aún en la cocina. Todo luce distinto. Se siente como cruzar cien páginas de un libro sin leerlas o adelantar una película que ni siquiera comenzaba. El verano se me ha escapado de las manos. Justo ahora debemos someternos a la venida del otoño, y con eso el invierno, que no sirve más que para helarnos por completos y dejarnos varados en calle como restos de escarcha.

— ¿Estás lista? —Mi atención se desvía de mis pensamientos y vuelvo a conectar con la realidad.

—Claro —asiento con una mueca en mi rostro y me muevo hacia la puerta.

Mientras me acomodo y espero a que avancemos en la calle mi estómago comienza a trabajar a pasos de gigante.

— ¿Estás emocionada? —Mis ojos que permanecían clavados en la ventana se trasladan hacia mi izquierda.

— ¿Debería? —Pregunto con ironía y la risa de mi padre se contagia con mis nervios.

—Sé que a nadie le emociona dejar las vacaciones para comenzar un nuevo año académico, pero este año será distinto.

— ¿Tú crees?

—Definitivamente, es una oportunidad para hacer nuevos amigos.

—Con los que tengo ya me basta.

—Sí, pero todos son universitarios y tú asistes a la secundaria todavía.

—Ni me lo recuerdes, el hecho de relacionarme con personas de mi edad hace que quiera vomitar.

—Qué explícita, Arley.

—Lo siento, es lo primero que se viene a mi cabeza cuando pienso en la secundaria.

Es lo último que acoto antes de sumirme en mi propio silencio.

Todo ha sucedido de una forma tan repentina. Las decisiones apresuradas. El papeleo. Los días previos a decidirme fueron los días más agonizantes de todos. No estaba segura de nada y al mismo tiempo estaba segura de todo.

Observar todo lo que había construido aquí pesó más que todo lo vivido en Londres.

Mi mente dio un giro cuando besé a Jaffner ese día, pero no es por él que decidí quedarme. No es por mi padre. No es por mi madre. Ni por Neville. Fue por mí. Por mi felicidad, que de alguna forma he sabido construir en una parte del verano.

Change This HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora