Capítulo 19

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Luego de insistir de forma sutil y sin mostrar ningún atisbo de precipitación, logré concretar un espacio para tener la conversación que pudiera evacuar mis dudas

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Luego de insistir de forma sutil y sin mostrar ningún atisbo de precipitación, logré concretar un espacio para tener la conversación que pudiera evacuar mis dudas. Acudí a la excusa burda de que el día era glorioso para quedarnos entre paredes blancas. No fue necesario mentir la parte donde decía que quería verlo, ya que últimamente se ha vuelto muy presente en mi vida.

Aún no estoy segura de que debería preguntar o sobre qué quiero saber primero. Tampoco corre en mi mente la manera en comenzar el tema o cómo trasladarme a esa conversación nocturna por teléfono dónde a tientas me confesó algo que aún sigue girando en mi cabeza.

El claxon suena en las afueras y doy un brinco, sin antes tomar mi teléfono y las llaves de la puerta principal. Doy unos pasos firmes y abro la superficie de madera casi encegueciéndome. Pestañeo con ligereza y cierro la puerta detrás de mí.

—He llegado a tiempo ¿no?

—Ni un minuto tarde.

—En fin, ¿a dónde quieres ir? —Dudo un poco antes de decidirme. Hablar con él sobre cierto tema me ha hecho olvidar lo que se supone que deberíamos hacer.

—Por limonada —digo cuando logro obtener algo sólido en mi mente.

—Claro que sí, la sustancia del limoncito —bato mis ojos al viento cuando vuelve a llamarme de ese modo—. Pero antes debemos hacer una parada.

— ¿Una parada? ¿Dónde?

—Necesito sacar unas copias y pedir un libro en la universidad.

Dime que es una broma.

No estoy preparada física o mentalmente para afrontar un sector lleno de universitarios. Esa universidad no tiene fama de ser lugar donde las personas son simpáticas o sociables, o bien, eso siempre me han dicho.

—Con los estirados —no logro detener a mi boca y mi cerebro es más rápido expulsando las palabras sin cavilar.

— ¿Con quiénes? —Mi rostro inflamable se enciende al mínimo cruce de sus ojos brillantes.

—Con los estirados de la Universidad de Abogacía —me apena por un minuto, pero luego decido llevarlo por el camino del humor—. Sabes bien que la mayoría de personas que concurren a esa universidad son un par de soberbios y demandantes.

— ¿Acabas de llamarme soberbio y demandante? —Arquea una de sus cejas y me contagio de su humor—. Eso ha sido muy ofensivo, toda persona que se mete con mi Universidad se mete conmigo... Entonces según tú soy un estirado. Que buen concepto tienes de mí —finge dolor y sonrío.

—Pero tú no eres un estirado.

—No hay lugar para una apelación, Srta. Bunne.

— ¿Estás hablando en código de soberbio?

Change This HeartWhere stories live. Discover now