Capítulo 29

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Jaffner

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Jaffner

Bajo a saltos por las escaleras y el aroma a especias se impregna en mis fosas nasales. Abotono mi camisa y la cuelo dentro de mis pantalones antes de entrar a la cocina.

— ¿Estás seguro que a Arley le gusta la pasta? —observo a mi madre quien parece cortar un par de tomates con una precisión impecable.

Junes, quien parece sumergido en una de sus revistas de cosecha o algo por el estilo, desvía su vista hacia mí y retracta todo mi aspecto para luego enarcar su ceja.

—Te he dicho que sí —ignorando a mi hermano me dirijo a la nevera—. ¿Compraron vino?

—No, pero podemos tomar uno de la reserva de Francis. Iré por él —mi madre se esfuma y deja la cocina olvidando por completo sus tomates.

Me volteo hacia Junes quien ahora ha dejado su revista para centrarse de lleno en su laptop.

Todo aquí es casi perfecto, solo falta una persona para poder darle sentido al adjetivo.

— ¿Y por qué se supone que esto es especial? —Junes habla sin quitar la vista de su pantalla.

—No he visto a Arley lo suficiente estas semanas y quería hacer algo por nosotros.

Sé que esto le gustará. Temo que la distancia afecte lo que tenemos. Quiero que sienta que me importa lo que tenemos.

— ¿Y traerla aquí a cenar con la familia era tu mejor idea?

—Bueno... No tenía dinero para sacarla fuera, sabes que comprar esos malditos códigos me ha dejado seco. Pero... ¿Acaso no te agrada que la traiga aquí?

—No, claro que no. Me agrada Arley, solo que, a pesar de entender lo del dinero, esta unión familiar me suena curiosa. No conocía esta faceta de ti. Esto de querer incluirla en nuestra burbuja como que... No es algo muy tuyo. O ¿sí?

¿A qué se refiere con faceta?

— ¿Puedes explicar eso de la faceta?

—Mira. Sé que Denya rompió tu corazón cuando eras solo un crío, luego has venido aquí y parecías comerte el mundo, me jurabas que no te interesaba enamorarte. Solías alardear de las miles de mujeres que tenías en tus brazos... En definitiva, Jaffner Sleven, tú eras un idiota —Junes me observa esta vez—. Ahora tú simplemente de la nada eres el novio perfecto. Dime qué demonios hizo Arley contigo, y no te voy a dar razones para decir que ella es la cuñada perfecta.

Me tomo un tiempo para pensar sus palabras.

Él parece seguir con lo suyo y yo me tomo una pausa. Con coraje y con la misma cantidad de miedo respondo.

—Tal vez simplemente estoy enamorado.

Su sonrisa silenciosa deja un espacio para que entienda lo que acabo de decir.

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