7-Lecciones

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Ha pasado una semana desde que visitamos el pueblo con Sylvie.





Finalmente, luego de unos días, conseguí que mi compañera dejara de culparse por la taza que sin querer rompió. Debo decir que llevó bastante esfuerzo por parte de ambos, pero gracias a la idiotez que se me ocurrió acerca de romper un plato frente a ella, pude demostrarle que lo que le pasó no fue nada de otro mundo. Que ella jamás sería castigada ni nada por el estilo, mucho menos por algo tan simple cómo eso.


Hablando más allá del asunto...

Los días que compartimos fueron bastante... Exigentes. Al menos por mi parte; en especial porque tuve mucho trabajo. Efectivamente había iniciado una cepa de resfriados en el pueblo, resulta que un paciente que vino a visitarme hace ya unos días, fue el primer afectado de esta enfermedad invernal.

El cartero pasa dos veces a la semana por mi casa y la cantidad de cartas pidiendo asistencia, junto a personas que vinieron para confirmar visitas a domicilio, llenaron todos mis horarios... Esto debido a que la mayor cantidad de gente afectada son ancianos o personas que desde antes padecen de alguna enfermedad crónica.

Así que respecto a Sylvie... bueno mi trato con ella ha sido bastante escaso. Apenas compartimos desayuno y cena con la pequeña. No obstante me encargo de dejar algo para que comiese durante la tarde, a decir verdad han pasado diez días desde que llegó y creo que nunca hemos almorzamos juntos...

Pero igual así nuestras conversaciones se volvieron un poco más fluidas, pese a que ella no termina de abrirse a mí, se nota un menor grado de cautela en todo lo que hace y más allá de eso, es agradable que alguien me reciba con la casa limpia al llegar de trabajar. Sylvie tampoco parece incómoda con la forma en la que están yendo las cosas. Juraría que ya terminó de acostumbrarse a mi presencia, así como yo a la de ella.
Parece estar habituada con los horarios. Es muy puntual a la hora de tomar un baño o realizar la limpieza. Aprendió de forma eficaz cómo vivir con alguien cómo yo.

Iba todo en orden hasta que una madrugada me desperté de forma imprevista. Un grito me sacó de mi sueño e hizo que me levante de forma brusca dentro de la oscura y algo fría noche.

El sonido que escuché vino de la habitación de Sylvie y antes de darme cuenta me encontraba desesperado bajando las escaleras.
Doy un paso trás de otro preparándome para lo peor; lo primero que recuerdo es el rostro de ella, aquel día que se le cayó esa estúpida taza, y la sensación que me produce recordar eso, pone mis pelos de punta. Aunque imprevistamente, consigo detenerme a dar un respiro.

¿Debería estar tan alterado? es decir; ella acaba de gritar en medio de la noche, pero... ¿Realmente que es lo peor que podría pasar? Siento una gran duda en el pecho y aún así decido que es mejor estar tranquilo. Debo dirigirme a ver si está todo en orden, aunque no hay necesidad de que pierda la cabeza por ello, no quiero alterarla pareciendo tan preocupado. Aquello de hace unos días ya quedó atrás.

Más tranquilo, llego frente a la puerta de mi compañera. Me atraganto con una buena bocanada de aire y pienso un poco en lo que haré.

Es entonces que golpeo suavemente la puerta.

-¿Todo bien, Sylvie? ¿Puedo pasar?-Pregunto de forma delicada.

Una voz nerviosa se escucha del otro lado.

-Eh...A...A-amo... Si... pase.-responde algo agitada. Con pequeños suspiros entrecortados.

Al abrir la puerta veo a Sylvie medio recostada en la cama. Ella comienza a encender con una cerilla el velador y ya todo un poco más iluminado puedo verla detenidamente; parece nerviosa pero trata de ocultarlo. Intenta entonces levantarse de la cama debido a mi presencia, pero de forma tranquila la convenzo de seguir acostada.

-L-lo lamento, Amo...Yo... lo desperté ¿No es así?-Me mira preocupada. Decido tomarme la situación con aires de buen humor:

-Bueno en realidad... me asusté un poco.-Río con mi comentario tratando de tranquilizarla.-Pero igual ya me estaba por despertar de todas formas, no te preocupes.-
Una clara mentira, no tengo idea la hora que es.

-Lo siento m-mucho... no quería... Yo...-Noto como busca que decir.

Ella realmente se encuentra apenada, desde que llegó nunca me gustó verla así. Día a día que pasa, lamentablemente estás situaciones parecieran ir en aumento.

-No te preocupes, en serio.-la interrumpo.- y espérame un segundo, ya vuelvo.-Continuo para luego salir por la puerta.

Procedo a hacer un breve recorrido hasta que vuelvo a su habitación con un vaso de agua, el cual tiendo para ella.

-Amo... no se tuvo que molestar...-
Dice al verme entrar.

Sylvie acepta el vaso con mucha culpa y luego de tomar un buen trago insiste en levantarse para devolverlo a la cocina, pero logro que me deje encargarme de ello.

-Tranquila, de vuelta a mi habitación lo dejaré, no me es problema.-insisto queriendo que no se levante.

No sé que ha pasado pero no quiero hacerla trabajar de más. Aunque estoy intrigado, preguntarle acerca de su grito no sería correcto. Mucho menos considerando el poco diálogo que tuvimos desde que nos conocemos.

-M-muchas gracias, Amo... Y lo siento....-Repite una vez más.

Sigue mirándome poco, casi nada.

-Bueno, entonces... me voy ¿Necesitas algo más?-Pregunto dispuesto a retirarme.

Su rostro se mantiene al frente, de forma pensativa.

-Amo... yo...-Sylvie me sorprende con unas palabras dudosas, como si tuviesen algo atorado en ellas.-Tuve una pesadilla... En realidad, suelo tenerlas casi siempre... es por eso que me desperté gritando. Lo siento mucho.- Concluye tímida con palabras suaves y sinceras.

Me sorprende oír algo así por su parte. ¿Un gesto de confianza o una especie de justificación?
Sea cual fuera el caso, siento un agradable sabor por escuchar con más intimidad uno de sus problemas.

Aunque claro, esto también explica como es que siempre se despierta antes que yo. Es probable que luego de cosas como estas se levante en la mañana a limpiar.

-¿Tienes sueño, Sylvie?-Pregunto de forma repentina luego de que una gran idea pasó por mi cabeza.

Irme a dormir abandonando a mi compañera es algo que no dejaría a mi consciencia tranquila.

-Ehm... No... En seguida me levantaré a hacer la limpieza y mis demás obligaciones.-Responde con aquella poca expresión.

-Nada de limpieza.-Exclamo. La joven me mira con un rostro de sorpresa.-Iré a hacer el desayuno, te espero para empezar tus clases de escritura.-digo bastante motivado.
Ella parece alterarse nuevamente. Me resulta cómico como en estos días, pasó de ignorar todo a simplemente no querer ser una molestia para mí.

-¿E-es en serio? Pe-pero no se tiene que preocupar, Amo; siga durmiendo. Usted tiene mucho trabajo últimamente...-Comenta claramente preocupada por aquel asunto.

-Hace unos días dije que íbamos a encargarnos de ello y ahora mismo nos haremos cargo de ello.-Insisto animado.- Vamos, verás que es divertido.-Digo con voz amable para luego marchar gustoso a la cocina.

Al llegar a esta, comienzo a encender las luces y colocar algunas cosas sobre la mesa.

Estos últimos días no socialicé casi nada con Sylvie. Ella también es un ser humano, no sé si hará algo además de limpiar cuando no estoy en casa, ahora por lo menos podrá entretenerse con un poco de estudio. Además no tengo ni una pisca de sueño y siendo que me gusta tanto la educación, estoy realmente motivado en compartir esto con ella.

Mientras caliento el agua para el desayuno miro tranquilamente el Reloj.

Las 4 AM... espero que no se despierte siempre en este horario...

Al poco rato, ya todo servido en mesa. Llega la joven muy bien arreglada y dispuesta a estudiar. Espero que no se haya tomado esto como otra de sus "órdenes" sino más bien como un gesto de que compartamos algo juntos.

-Entonces... ¿Qué debería hacer, Amo?- Pregunta parada bajo el marco de la puerta.

-Ven, toma asiento. Yo estaré al lado tuyo para ir explicándote todo.- Ella sigue mis indicaciones y se sienta juntó a Mí.-Hoy en el desayuno probarás café, creo que es la mejor situación para probarlo.- Digo acercando la taza a ella. Siento nuevamente aquella motivación.

-¿Es esto lo que suele tomar el Amo?-Mira con mucha curiosidad el interior de la taza.

Últimamente Sylvie comenzó a hacerme preguntas y también se ha animado a hablarme un poco. Sinceramente me hace sentir bastante conforme, aunque desde que merendamos en el pueblo no la he visto sonreír otra vez.

-Así es, además es esencial para estar despierto en la mañana. Pero como intuyo que te gusta lo dulce le agregué algo de azúcar.-respondo mientras acomodo un par de hojas sobre la mesa.

Haciendo esto soy capaz de apreciar una de las cosas más graciosas que vi en mucho tiempo:
Cuando Sylvie da un pequeño sorbo de la taza, una gran mueca de asco se extiende a lo largo de su rostro. Seguido de una expresión que aunque trató no pudo ocultar.

Instantáneamente tapé la parte inferior de mi rostro para evitar reírme de la situación, y a su vez la pequeña me miró apenada para corroborar si yo acababa de ver lo que había pasado, cosa que me hizo aún más difícil aguantar mi expresión.

-¿Y... qué tal el café, Sylvie?-Pregunto. Soportar la risa duele horrores.

Noto como ella se esfuerza pensando que decir.

-Ehm... es... un poco amargo...-Dice claramente disimulando los hechos.

Sin embargo; su respuesta cambia mi actitud, dejando salir ahora mi personalidad amante del café.

-¿Amargo? ¿Segura? le puse tres cucharadas de azúcar...-La miro confuso. Ella se queda allí guardando silencio.

Con una cucharita procedo a probar un poco de su café.

-¡Woaaaghh! ¡Esto está horrorosamente dulce!-Sylvie abre sus ojos de par en par con mi exagerada reacción.-En fin, ponle azúcar hasta que te resulte bebible.-concluyo acercándole el tarro.

Ella parece no saber cómo reaccionar a lo de recién.

-Muchas gracias, Amo.-dice estirando su brazo sin despegar sus sorprendidos ojos de mí.

Luego de un rato, un par de palabras más y muchas cucharadas de azúcar, finalmente comenzamos con el estudio.

-Estas son todas las letras que hay, cada una tiene un nombre y sirve para algo en particular. Entre todas forman palabras.-Me explico luego de escribir cada una de ellas.

Mi compañera me mira con curiosidad:

-¿Tengo que aprenderlas todas?-
Habla con voz suave.

-Así es.-Respondo. Espero no se aterre al descubrir la imprenta y cursiva...-Pero descuida... tengo la canción ideal para ello.-Continuo dejando un aire de suspenso.

Acto seguido me pongo a cantar el alfabeto, tal como recordaba hicieron conmigo de pequeño.

No sé si le pueda llamar "canción" a este intento de invocación demoníaca, no solo por mi nefasta voz, sino porque literalmente estoy dictando el abecedario con un ritmo animado.

-¿Una canción?- Me mira Sylvie al terminar mi lamentable acto.

-Sí, pero no cualquiera. Mira.- Tomo la hoja en la cual escribí todas las letras y empiezo a cantar a la par que señalo cada una de ellas al ser nombradas.

-Creo que puedo llegar a entenderlo...-Comenta mi compañera cuando finalizo. Juraría que hay un leve brillo en sus ojos plateados.

-Bien, Ahora lo haremos al mismo tiempo.-Digo preparándome para cantar nuevamente.


Teaching Feeling Manual para sonreírWhere stories live. Discover now