31- La Familia crece

662 44 98
                                    



Al día siguiente de mi visita a la casa de Isabell me esforcé rigurosamente con mi trabajo.




Sólo bastó una tarde intensa de esfuerzo, cómo para dejar todo el papelerío y demás cosas acomodadas. Los días que le siguieron a ese, me encargué de cumplir con las visitas a domicilio.

Tuvieron que haber visto eso ¡fue un tiempo récord! Todas las visitas cumplidas en tan sólo dos días. De 6:00AM a 8:00PM con dos intervalos de media hora de descanso.

Obvio que no dejé sola a mi compañera luego de todo lo que pasó, es más; ella me acompañó como parte de su "Practica para enfermera."

Sylvie cumplió muy bien con todas mis expectativas. Si bien no la hice trabajar mucho, en parte para no agotarlo o exigirle, es notorio cuanto aprendió de las clases en casa y cuanto mejoró en sociabilizar con las personas.

No es como que haya hablado con todo el mundo o que se hubiera puesto a conversar cada vez que tenía la oportunidad, de igual forma ese tampoco es el trabajo de una enfermera; Pero Sylvie se defendió lo necesario frente a las pocas y sutiles escenas a las que se enfrentó a la hora de hablar. Y claro que los pacientes estaban encantados con la presencia de una señorita como ella.

No creo que me acompañe muy seguido con la labor, pero fue la oportunidad justa siendo que ninguno de los dos se siente seguro estando apartado del otro. Y ya que estamos, debido a la emoción, probablemente durante estos días finalmente le compre a Sylvie ese uniforme de trabajo que tanto se merece.

Poco más pasó, los problemas con los que lidiamos son notoriamente más tranquilos que los de hace unas semanas. Cambiando de "peleas a muerte contra montañas andantes" a "¿Cómo decirle a Sylvie que fui yo quien se comió sus galletas?" Sin duda un cambio notorio.

En fin, son muchas vueltas las que estoy dando.

Para el día de hoy no tengo ninguna cita prevista y tampoco ningún examen riguroso a algún paciente. Sólo bastaría esperar sentado como de costumbre en caso de que alguien quisiese pasarse por el consultorio. Por lo que me espera un día normal y tranquilo, un día justo como para hablar con Sylvie de lo que tenía pensado.

En la mañana me levanté con gran cansancio, sinceramente desde estos días he estado algo torpe a la hora de salir de la cama. Recuerdo que Isabell dijo que me notó cansado cuando fui a conversar con ella, pero seguramente no sea nada importante que resaltar.

Al dar mi último paso, terminando de bajar las escaleras luego de la ducha matutina que tomé; Me encuentro de pie frente a la cocina, dónde mi compañera se adelantó en la mañana para recibirme con el desayuno.

-¡Hoy es día de descanso!-Son mis primeras palabras.

Sylvie me escucha y voltea algo curiosa. Con una mirada de confusión fija en mí.

-Ehm... ¿Buenos días?-Pregunta manteniendo aquella expresión.

Camino hacia ella mientras me sigue con los ojos en mí y finalmente a su lado le doy un cálido beso sobre su cabello.

-Buenos días.-Digo serenamente. Sylvie sonríe avergonzada por mi gesto.

Entonces me dispongo a tomar mi taza de café que descansa en la mesada. Además agarro una bandeja con algunas tostadas que acaba de preparar mi joven pareja, y con algo de entusiasmo me centro en ayudarla a poner las cosas sobre la mesa. Nada que lleve mucho trabajo, antes de notarlo ambos estamos sentados a la mesa dispuestos a comenzar el desayuno.

Teaching Feeling Manual para sonreírWhere stories live. Discover now