Parte 17

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-Beto: Perfecto.

             (...)

Ayer me costo demasiado dormir con la idea de que Beto se va a ir por unos días, y no lo veré en esos días, aunque suena muy dramático, no quiero alejarme de él ni por un segundo, sólo tengo miedo a perderlo, eso es lo que sucede. 


Hoy desperté, Omar me saludo como si nada, me dijo que mi papá y la señora Anabel (la tía de Alberto) volvían mañana, me aterré, pensaba aún más en que le diría a mi papá y en como reaccionaría, sin embargo quite ese pensamiento de mi mente, y me digne a esperar que llegará el momento para pensar en ello, Beto partiría en 5 días, tenía que disfrutar estos días, para luego extrañarlo por otros pocos días, lo consentí con desayuno a la cama, ahora estamos ambos como enamorados, con los pies entrelazados, mi cabeza sobre su descubierto pecho, y el con su brazo derecho sobre mi cuerpo, mirando la televisión.

-Beto: Hey, mi amor.

-Made: Dime.- Dije volviéndome hacia él.

Él no dijo nada, sólo me miro, y yo lo miraba a él, me entro esa sensación de amor, de amar, mis mejillas ardían, mis cachetes se coloraban, y una sonrisa salia de entre mis labios. Al verme sonreír, él también me acompaño con su hermosa sonrisa, que hacia resaltar sus perfectos labios, me arrastre sin prisa hasta estar a la altura de él, lo miré una vez más, me acerqué y lo besé, lo besé como nunca antes, como si fuese a primera vez, lo besé como si el tiempo se me fuera, él hacia lo mismo, parecía disfrutar del beso. Sus labios y los míos se entendían perfectamente, y hoy en este instante más que nunca, su boca no dejaba escapar a mi labio inferior, de momento a otro estaba sobre él, y a su vez él mordía con mucha fuerza y pasión mis labios, yo sentía algo de dolor, pero sin embargo era placer, placer culposo, sufrimiento feliz, algo inexplicable. Yo rasguñaba su pecho con desesperación, vengándome por lo que le hacia a mis labios, dejo de jugar con mis labios, ahora jugaba conmigo, con mi cuerpo, con mi alma,y yo hacia lo mismo con él, con su alma, con su cuerpo, jugábamos a amar como si ambos supiéramos lo que estábamos haciendo. Me mordía el cuello, la espalda, yo quería hacer lo mismo, pero no podía, me retorcía debido a las sensaciones que ahora experimentaba. Sabía que esto pararía en «SEXO», pero aún así no quería que se detuviera el momento. Él paro sus mordidas, yo lo besé con deseo, besé sus labios, su cuello, su alma.

-Beto: ¿Estás segura princesa? -Preguntó dudando, pero con deseo de que yo afirmará. Y lo complací, afirme con la cabeza.

Él se levanto de la cama, pensé que había acabado, pero no fue así, sólo puso seguro a la puerta, luego se volvió hacia mi colocándose lentamente sobre mi pero sin que su cuerpo y él mió hicieran total contacto. Parecía explorar mi cuerpo, nos besábamos con mucho deseo, y él tocaba con muchísima delicadeza mis senos, rodeaba mis pezones, se endurecieron debido a eso, no despegábamos nuestros labios, hasta que por fin yo hice que ocurriera, dejamos de besarnos, él se sentó mirándome con intensidad, yo hice lo mismo, parecía loco por verme desnuda, y yo porque él me viera, no se que nos ocurría, pero en un instante ya él me había quitado la camisa, yo me quitaba el short, y ya, listo estaba desnuda, él sujeto con ambas manos, ambos senos, los acaricio, parecía pesarlos. Él tenía puesto un short, no era justo, él si me tenía desnuda, pero yo a él no, así que por cuestiones de justicia, le pedí que se quedará desnudo, obedeció sin ninguna protesta, nos observamos una vez más, quizás sorprendidos o desesperados, o ambas cosas, lo lancé a la cama, y lo besé, su sexo estaba erecto, se podría decir literalmente que el mió también, hablo de que estaba «mojada». Nos miramos, y sin haber tenido relaciones sexuales, sin él penetrarme ni nada, nos reímos, nos reímos mucho, como demostrando que ninguno de los dos sabía que lo hacia, estábamos desnudos, yo sobre él, él debajo de mi, yo en su pecho, y ambos riéndonos, de la vida, del amor, e incluso del sexo. De un momento a otro él me hacia cosquillas para que yo me riera aún más de lo que hacia, y sin yo hacerle nada él se reía, yo me alejaba de él para que detuviera sus cosquillas, y sin darnos cuenta estábamos dando vueltas en la cama, caímos al piso, nos reímos más que antes, ahora él estaba sobre mi. Reaccionamos de nuevo, su miembro seguía erecto, y al chocar con mi parte más innombrable, reaccionó aun más. 


Alberto se sentó casi que sobre mí, yo me encontraba debajo de él con las piernas abiertas, nos mirábamos, sus ojos parecían pedirme permiso para entrar dentro de mi, y los míos parecían concederle ese permiso. Él estaba apunto de quitarme la virginidad, pero escuchamos un ruido alguien se acercaba a la habitación,

Él estaba apunto de quitarme la virginidad, pero escuchamos un ruido alguien se acercaba a la habitación, nos quedamos inmóviles, pasaron unos minutos y quien se había acercado a la habitación ahora ya no estaba allí. Beto retomó el momento, y su miembro estaba allí por entrar en mi, su mirada parecía decirme que lo haría lento y con calma, pero no fue así, lo hice de una vez por todas, apreté los labios para no gritar, y al mismo tiempo cerré fuertemente los ojos, sentí dolor, pero ese dolor al igual que los mordiscos en mis labios, se convirtió en un extraño placer, me sentí en las nubes, sentía que él baila por a dentro de mi cuerpo, ahora formábamos uno parte del otro, es decir, estábamos unidos, él era yo, yo era él, ambos dentro de ambos, sentí que comprendía la vida, sentí que todo estaba bien, sentí que soñaba, sentí plenitud, sentí amor, lo sentí a él. Recuperé el aliento y abrir los ojos, él se movía, y se detuvo, se acerco a mi oído sin que -por suerte- saliera de mi. -Beto: Lo siento cariño- Dijo con la voz acelerada pero en silencio. Me retorcí al escuchar eso, él volvió a su lugar y siguió agitándose, yo volví a ese maravilloso lugar en las nubes, volví a apretar los labios, cerrar los ojos, y estaba vez el pareció hacer lo mismo, me imagino que habíamos llegado a eso que eh leído, y que de tanto hablan "el orgasmo", claro que no entendía que era eso, pero lo sentía, y me encanta. Ahora las nubes eran más infinitas, la sensación era mejor, él salió de mi, se acostó a mi lado, y yo aún lo sentía en mi, aun sentía esa calidad, esa plenitud, pensé que lloraría por no saber explicarme lo que sentía, pero no lo hice, solté nuevamente una risa, él hizo lo mismo, nuestros cuerpos desnudos se abrazaron, se entrelazaron, y sin decir más terminamos de disfrutar nuestro paraíso, sí, esa era la palabra correcta para describirlo. Sentía su olor, su satisfacción, yo estaba casi dormida y muy agotada en el suelo, él me levanto y me acostó en la cama, se acostó a mi lado, y me acompaño a dormir. Dormimos como tres o dos horas, despertamos casi al mismo tiempo, nos vimos, y reímos, estábamos desnudos, acabando de hacer el amor.            (...) Luego de ayer, de ese maravilloso momento, y esa plenitud en ese paraíso que fue hacer el amor con Alberto, hoy veré a mi papá, ya ambos estamos despiertos, sentados en el mueble sin decir palabra alguna, pero intercambiado miradas que decían que ambos estábamos desconcertados, sin saber que decirle a mi papá, Omar ya los había ido a buscar a el aeropuerto... -Made: ¿Me amas?- Pregunté rompiendo el silencio. -Beto: Cariño, más de lo que imaginas.- Respondió, y me besó. Fue allí en ese momento cuando entro mi papá, preciso el momento en el que nos besábamos, entro nos miro, nos miramos, puso las maletas a un lado, Anabel hizo lo mismo, y nos miraban esperando una explicación. -Beto: Señor Sabino- Expresó levantándose del mueble y dándole la mano a mi papá, luego de unos minutos él se la dio dudando- Oportuno es el momento en que llegan, no aguantaba las ganas de que supieran esto. Créame señor Omar, que tengo las mejores intensiones con su hija, no le quiero hacer daño, en absoluto, quiero cuidarla, y amarla. -Dijo y mi papá lo miró con asombro- Sí, señor, y tía... Estoy plenamente enamorado de Madeline Sabino Rivas, al parecer ella igual, y somos novios, quisiera sus bendiciones. -Terminó el argumento, me levanté del mueble, y me paré al lado de Beto sujetando su mano. -Papá Omar: Bueno, si ustedes quieren amarse- Dijo mi papá antes de que la señora Anabel pudiera hablar – Tendrá que ser fuera de mi casa.

Experimento de Lágrimas (Beto & Madeline) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora