2 Una belleza encantadora como un demonio

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Chen Yu no había podido evitar tratar de imaginarse a este hombre conocido como el Rey Viviente, que durante diez años había recorrido todo el territorio Xinjiang. ¿Cuál sería su apariencia?

Daba lo mismo.

Según los rumores, tenía los ojos negros, las mejillas rosadas y un bigote. El tipo de rostro que podía asustar incluso a los fantasmas.

El velo de novia se levantó de pronto.

Chen Yu cerró los ojos inconscientemente.

Sintió un dedo que levantaba su barbilla. Esos dedos eran fuertes y vigorosos, nada gentiles, llenos de rudeza. Eran los dedos de un rey que dirigía a sus soldados en las batallas mientras sostenía una espada larga en la mano.

El dedo talló el lado derecho de su rostro.

"Ah, la primera belleza de la Dinastía Jìng, un poco interesante."

El sonido de la voz era profundo como el de un tambor de guerra y había una mezcla de alcohol y esencia de hombre en su aliento. Chen Yu no había pensado en los olores y el aroma del alcohol era un poco intoxicante.

Probablemente, por la ocasión de casarse con una concubina, se había lavado la boca. Chen Yu lo supuso, preguntándose si eso lo hacía sentir satisfecho o no.

"¿No te atreves a mirarme?"

Chen Yu se enderezó sintiéndose aún más incómodo.

El rey observó a la belleza que estaba enfrente de él, su figura era delgada y parecía que solamente tenía dieciséis o diecisiete años, simplemente a la espera de ser cosechada.

Su cara estaba limpia como la nieve inmaculada de la cumbre de la Montaña Tianshan y era blanca como el jade pétreo. Llevaba un vestido de novia con una corona de fénix que, bajo la luz de las velas, añadía un pequeño rubor a su apariencia y la hacía ver más sensual.

Aunque tenía los labios cerrados, estaban ligeramente levantados, como si fuera una invitación a que los probaran, su nariz era pequeña y exquisita, las orejas eran como cuentas de cristal de jade.

¡Era una belleza como pocas en el mundo!

Incluso cuando el Rey de Zhen Bei era una persona con mucha experiencia y ya se había casado con diez concubinas, era normal que buscara nuevas bellezas y estaba realmente sorprendido con la que estaba enfrente de él.

El rey acarició su cara, desde la quijada hasta los labios, a la punta de la nariz y la orilla de las cejas, podía sentir como la belleza temblaba ligeramente.

"¿Tienes miedo de que te vaya a comer?"

Chen Yu asintió, hacía mucho que había escuchado que cuando el ejército del Rey de Zhen Bei se quedaba sin comida en el campo de batalla, devoraban incluso la carne de sus enemigos.

Obviamente, el rey se refería a otra cosa, pero Chen Yu lo había entendido mal e hizo que el rey pensara que lo estaba haciendo deliberadamente para seducirlo.

"¡Ja, ja, ja!"

El rey se rio muy fuerte y levantó la quijada de Chen Yu.

"Abre los ojos y mira a este rey."

El tono ahora era autoritario.

El Magistrado le había enseñado que nunca debía desobedecer la orden de su amo, por lo tanto, Chen Yu abrió lentamente los ojos. El hombre que estaba enfrente de él era corpulento y tenía la apariencia de un héroe, Chen Yu solamente podía pararse contra su pecho cuando se ponía de píe.

El Rey de Zhen Bei tenía un torso ancho, brazos y piernas largas, y su apariencia era fuerte y poderosa. Todo su cuerpo desbordaba energía, dando la apariencia de que no tenía donde verterla. Llevaba una bata un poco suelta, revelando una túnica interior negra.

¡Resultaba que el rey legendario no era tan desagradable!

Chen Yu miró la frente ceñuda del rey, las cejas gruesas como espadas que apuntaban directamente a sus cienes, los ojos con una mirada inflexible, el alto tabique de la nariz. Combinados, le daban una imagen llena de heroísmo.

También se había rasurado la barba y Chen Yu vio un rastro azul en donde comenzaba a crecer de nuevo, que le daba un aire majestuoso a su rudeza.

'Nada feo en lo absoluto... no tan aterrador...'

El rey se congeló por un momento.

Cuando Chen Yu tenía los ojos cerrados, ya era una belleza rara en el mundo, pero cuando los abrió, una vez más hizo que el rey se sorprendiera hasta el cielo de nuevo. Esos ojos eran como pétalos de durazno, llenos de pasión, ¡apelaban directamente al alma! Las pupilas eran negras y ágiles, y se podía ver una noche estrellada dentro de ellos. Estos ojos podían competir con el sol, la luna y las estrellas, podían iluminar hasta la cueva más obscura.

Su encanto mágico, era fantasmal y hechizante, combinándose en una misma persona.

Un fuego abrazador se levantó desde el abdomen inferior del rey.

¡Quería tomar a esta belleza y hacerla suya! ¡Sólo podía pertenecerle a él!

El Amante Mudo (Parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora