155Esta emperatriz(本宫)

5.6K 716 287
                                    

La puerta se abrió ligeramente rechinando.

"Yu-er, ¡finalmente abriste la puerta!"

Jun Xuan Xiao forzó la puerta para entrar, temiendo que Chen Yu la volviera a cerrar rápidamente. Chen Yu pensó que no volvería a abrir la puerta nunca más y que tendrían que cambiarla de nuevo, este oso tenía demasiada fuerza y, cuando estaba demasiado excitado, era capaz de destruir la casa entera. Muchos objetos en la casa ya habían sufrido por su fuerza.

Jun Xuan Xiao se paró atrás de Chen Yu y le preguntó con ansiedad. "Yu-er, ¿ya no estás enojado? Respecto a lo del decreto de la emperatriz, yo..."

"No."

Chen Yu no estaba enojado en lo absoluto y no sentía nada con respecto a Jun Xuan Xiao. Era simplemente que los sirvientes y el cocinero de la residencia, habían cambiado completamente la forma en que lo trataban, ahora en cuanto lo veían se arrodillaban y le hacían reverencias exageradas. Antes, a veces le decían algunas palabras, pero ahora solamente temblaban. Con el cochero era la misma situación, lo había tratado normal cuando lo llevó a la evaluación para eruditos, pero cuando iban de regreso, el cochero se había arrodillado en frente de la puerta del carruaje pretendiendo que lo usara como escalón y le había pedido a la emperatriz que se apoyara en él para bajar porque, debido a la lluvia, había un poco de lodo. Se habrían desnucado y permanecido incomodos si él no se hubiera encerrado en su habitación.

"Nada más no estés enojado."

Jun Xuan Xiao se tallaba las manos y se sentó al lado de Chen Yu, viendo que había un librillo del gobierno en la mesita de al lado.

...

Chen Ruo Fei permanecía en su habitación cuando el decreto de Jun Xuan Xiao fue finalmente promulgado, un eunuco leyó que el harén había sido desmantelado, Chen Yu era la emperatriz y sería el único compañero del emperador. Chen Ruo Fei no supo que pasó después, su mente estaba en blanco.

La escritura en rojo era particularmente conspicua en el libro dorado, las palabras Chen Yu eran como agujas afiladas. Originalmente, ese nombre era suyo y debería ser ella la que estuviera registrada en el decreto. Era un error, Chen Ruo Fei había renunciado voluntariamente a la oportunidad de convertirse en la madre de la nación y dejó que Chen Yu se casara con el destino que le pertenecía a ella.

"Ja, ja, ja ja ja..."

Chen Ruo Fei sonreía más que nunca, con el rostro amargo, y su voz resonó en el salón. Si no hubiera sido tan precavida desde el principio y se hubiera casado con el Rey de Zhen Bei, ¿el resultado habría sido completamente diferente? Actualmente mandaría sobre sus súbditos, ¿sería ella la emperatriz?

"Esclavo corriente, ¡me robaste todo! ¡Esclavo barato! ¡Maldito bastardo! ¡¿Por qué no te mueres?!"

Chen Ruo Fei no podía frenar las ganas de arrancar el nombre de Chen Yu del Edicto Imperial pero no se atrevía, incluso si lo odiaba, en su opinión él sólo había tomado prestado su nombre para acercarse al Rey de Zhen Bei y quitarle todos los honores que le correspondían.

"Señorita Chen, es la voluntad del emperador, mañana en la mañana habrá un carruaje listo para que la escolte fuera del palacio, debería empacar esta noche y no retrasarse." El eunuco le confesó.

"¡¿Cómo me llamaste?!"

Chen Ruo Fei volteó su cabeza de pronto, mirando al viejo eunuco con unos ojos llenos de odio.

El eunuco se sorprendió por su reacción y se limpió la garganta apuntando al edicto con un dedo pálido. "Obviamente la llame Señorita Chen."

Chen Ruo Fei le gritó con aspereza, agarrando al eunuco de sus ropas.

"¡Soy la Concubina Imperial del Rey! Ahora que el Rey ha sido coronado, mínimo debes llamarme emperatriz, ¡soy su emperatriz!"

El eunuco estaba asustado y la empujó con fuerza.

"¿La Dama Chen sigue soñando con tonterías? ¿El Rey la honró con su presencia? Usted y yo lo sabemos muy bien, ¿necesita ser humillada por los esclavos?"

Chen Ruo Fei gritó histéricamente. "¡Soy la emperatriz! ¡¿Por qué no te arrodillas y me llamas madre?! ¡Ten cuidado de que el emperador te corte la cabeza!"

El eunuco se sonrojó y la aventó con fuerza al suelo, estaba enojado y exasperado. "Si puede hacer que el emperador se compadezca de usted, como con la emperatriz, este esclavo estará dispuesto a llamarla concubina. Pero Dama Chen, como eso no es posible, no sea delirante y ¡haga que la gente se burle de usted!"

El eunuco resopló y se fue, no quería tener problemas con esa mujer loca.

Chen Ruo Fei cayó al suelo y no se levantó por un tiempo. "¡¿Destino?! ¿Esta es mi vida? No, ¡ese zorro se robó mi vida! ¡Tiene que morir!"

Viendo a Chen Ruo Fei triste y miserable, su sirvienta dudó un momento antes de acercarse a ayudarla. "Señorita levántese, el piso esta frío..."

¡Zas!

Había una huella roja de una mano en el rostro de la sirvienta del palacio y sus ojos estaban llenos de lágrimas.

Chen Ruo Fei habló con fiereza. "¡Sirvienta corriente! ¿Te atreves a despreciarme? ¡Soy la concubina del palacio! ¡Soy la emperatriz! Si me llamas incorrectamente de nuevo, ¡esta emperatriz castigará a todo tu clan!"

La sirvienta se cubrió el rostro, había sido abofeteada varias veces en los días que había servido a Chen Ruo Fei, pero había tenido que aguantarla en silencio mientras le robaba el oro y plata.

Sin importar que estaba causando problemas de nuevo, en cuanto fue la hora estipulada, el carruaje llegó a la puerta de su residencia y casi tuvieron que escoltarla hasta el carruaje. Chen Ruo Fei maldijo por un tiempo, pero al final se rindió y el carruaje abandonó del palacio.

"¡Alto!"

"¿Qué dice Señorita Chen?" El cochero le preguntó.

Chen Ruo Fei saltó fuera del carruaje con sus posesiones y le dijo. "Regresa al palacio."

"Señorita Chen, a este sirviente le ordenaron..."

El cochero fue interrumpido por ella. "¡Te digo que te vayas! El emperador sólo te ordenó que me sacaras del palacio, ahora que he salido, regresare a la ciudad del norte por mi cuenta. Cuando otros te pregunten, diles que yo insistí."

El sirviente dudó por un momento e hizo que el carruaje diera la vuelta, de todos modos al emperador no le importaba esta mujer insignificante y no preguntaría por su destino.

Chen Ruo Fei encontró una posada y se instaló. ¿Cómo estaría dispuesta a regresar a la Residencia del Magistrado en el norte en su actual situación? ¡¿Cómo se reirían sus hermanas y las damas nobles de ella?! ¡No podía aceptarlo!

Chen Ruo Fei y un hombre barbudo se hospedaban en la posada, en cuartos adyacentes.

"¡Lárgate! ¡Déjame entrar primero!"

Chen Ruo Fei empujó al hombre enfrente de una escalera, el hombre se movió a un lado para evitarla y la miró con brusquedad.

El Amante Mudo (Parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora